Capítulo 2

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—Esta con otra mujer, por tanto, la teoría de que sea gay se va a la basura

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—Esta con otra mujer, por tanto, la teoría de que sea gay se va a la basura.

—¿Y porque estás triste? ¡Eso es bueno!

Sasha rodeó los ojos ante la exaltación de su amiga, mientras conducía de camino a la tercera clase de yoga de la semana.

—Estaba con otra mujer, Ava —recalcó afligida.

Llevaba días dándole vuelta a la misma imagen en su cabeza, y aunque no lo quisiera, no dejaba de compararse con la belleza sorprendente de aquella mujer que tocaba el brazo de Sergei y producía sus carcajadas.

—¿Y dices que Eaton los presentó?

Mhm.

—Tu hermano ni siquiera se da cuenta de lo que te pasa con su socio. De verdad, es tan...hombre, nunca se dan cuenta de nada —parloteó desde el teléfono que iba en altavoz.

—No es su culpa, Ava. Además, no sé si quiero que se entere. Eaton perderá la cabeza si sabe que me pasos los días pensando en su socio y no en mi futuro.

—Bueno...puede que Sergei sea tu futuro. Puedes explicárselo de esa forma.

Sasha sacudió su cabeza sonriendo. Si había algo que amaba de su mejor amiga era la manera en la que tenía de buscarle el lado bueno a las cosas, sobre todo a las locuras que se le ocurrían en cuanto a su pequeña obsesión con Sergei.

—No lo sé —bufó golpeando suavemente el volante —. No creo que tenga mucho sentido seguir con todo esto. Es que...si lo vieras como yo lo hice esa noche, tan cómodo y charlando con alguien más, mirándola a los ojos. Era otra persona —confesó frunciendo sus labios derrotada.

Y no era el hombre enigmático, y misterioso que iba a su casa una todas las semanas, ni el hombre que según Eaton no cenaba fuera de su propia casa.

—Quizá solo fue cosa de una vez, y se presentó a esa cita porque tu hermano no lo dejaba en paz insistiendo.

Entendía que su hermano era insoportable cuando algo se le metía en la cabeza, pero no creía que Sergei fuera un hombre que permitiría que le digan que hacer, mucho menos uno de sus socios. Si estaba en esa cita era porque quería estar allí.

Y eso era más decepcionante.

Su clase de yoga fue lo único agradable de su día. Era algo que disfrutaba, que despejaba su mente y la mantenía en blanco, la sacaba de esa necesidad constante de averiguar qué haría con su vida. ¿Estudiar, trabajar? ¿Pero de qué?

Al llegar a su casa y darse una larga ducha, divisó a su hermano moviéndose por el jardín junto a uno de los guardias, probablemente pautando los puntos de un nuevo evento o reunión de negocios. Todas las semanas había uno.

Estaba preparándose una taza de su café favorito cuando lo escuchó entrar y poner una taza al lado de la suya, y una sonrisa burlona en sus labios a la espera de que le sirviera también.

Sombrío auge © (Markov V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora