Era un niño cuando más disfruté ver a personas yendo al espacio. Era diferente en ese entonces. Ahora que lo hago, me resulta menos sorprendente pero más difícil. En ese entonces, era al revés: me resultaba increíble, pero se veía fácil.
El día que decidí que me volvería astronauta, estaba en la terraza de un querido amigo, acompañado de otros. A altas horas de la noche, contemplábamos las estrellas. Algunas estaban ocultas por la luz de la ciudad y la contaminación de mi pequeño mundo.
Recuerdo mirar fijamente una luminosa estrella que, después de mantenerla varios minutos bajo mi atención fija, se desvaneció frente a mí. Apenas parpadeé, la estrella volvió a aparecer. Pero cada vez que volvía a fijar mi mirada en ella, desaparecía nuevamente. Lo conversé con mis amigos, y a ellos les sucedía lo mismo.
—Es raro, ¿no? —dijo uno de ellos, tratando de encontrar una explicación—. Quizás es algún tipo de fenómeno óptico.
Otro amigo, con una sonrisa curiosa, propuso: —O tal vez estamos viendo algo que no entendemos del todo.
La idea de ver algo fuera de lo común, algo que estaba más allá de nuestra comprensión, me fascinó. Aquel momento se quedó grabado en mi mente como un misterio sin resolver, una invitación a descubrir lo desconocido.
Con el paso de los años, el deseo de explorar y entender ese fenómeno se transformó en una pasión ardiente por el espacio. La sensación de que había algo más allá de lo visible, algo que podía estar escondido en el vasto cosmos, me impulsó a seguir mi sueño. Desde entonces, me dediqué a estudiar, a prepararme y a superar los desafíos para convertirme en astronauta.
Ahora, cuando miro las estrellas desde mi nave espacial, me doy cuenta de que el espacio no es solo un lugar de asombro, sino también de arduo trabajo y descubrimiento. Cada misión trae consigo nuevos retos, y cada estrella en el cielo parece susurrar secretos que aún estoy por descubrir.
Recuerdo aquellas noches en la terraza, y la sensación de asombro que sentía al observar las estrellas. Aunque el espacio ya no me parece tan simple como en mi niñez, el misterio sigue siendo el mismo, solo que ahora es mucho más profundo y complejo.
Cada vez que veo una estrella brillar en la inmensidad del cosmos, me siento conectado con ese niño curioso y soñador que alguna vez fui. Y aunque el camino hacia las estrellas está lleno de obstáculos y dificultades, el deseo de desentrañar los secretos del universo me mantiene en marcha. Porque al final, es esa fascinación y ese sentido de asombro los que hacen que cada día valga la pena.
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ASTROS
Научная фантастикаAstro. La historia narra la aventura de Gleen, un muchacho que quiere ser astronauta para encontrarse con la libertad en el vacío del universo y posteriormente descubrir el más allá. Su universo resultando muy diferente del nuestro, pues en su prime...