Capítulo 1. Diamante en bruto

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Lo mejor será empezar esta historia desde el principio, ahora no entenderéis la relación que tienen Alma y Alessandro ni el porqué de muchas cosas, así que vamos con el inicio de la historia. Pero para eso hará falta remontar nueve años atrás.

Sábado 19 de julio de 2008, Roma, Italia.

Sábado noche, verano, Italia llena de ambiente joven, un Alessandro, cuyo nombre real es Angelo de veintiún años.

Me encontraba cenando con mis amigos de la organización a la que pertenecía, los Vannicelli. Mattia con pelo castaño y ojos color caramelo y de tez morena y Gabriele, un hombre con pelo negro como yo, pero con los ojos color verde esmeralda. Nos dedicamos a robar y pasar pequeñas cantidades de droga por poca cantidad de dinero, pero sin estudios y sin padres que nos pudieran guiar, escogimos la vida fácil.

-Bueno, bueno.- Mattia se acercó a mi.- Feliz cumpleaños bebé.- Me removió el pelo mientras salíamos del restaurante.- ¿Estás emocionado de que al fin tengas la mayoría de edad en todo el mundo? Ahora podrás hacer lo mismo que Gabriele y yo.- El moreno me regaló su encantadora sonrisa.

-Ni que hicierais algo diferente que yo.- Lo empujó para sacármelo de encima.

-Pero hay algo que no podías hacer antes y ahora sí.- Sonrío con malicia Gabriele.

-Sorpréndeme.-Los observé con indiferencia.

-Esta noche iremos al local de los Vannicelli.- Se mostró orgulloso Mattia.

-El de ..- Me cortaron a media frase.

-El de las bailarinas y las apuestas.- El ojos claros me codeó alzando las cejas.- Vamos a hacerte hombre.- Mi cara era un cuadro, habría pagado por verla.

-Pero si yo ya me he acostado con mujeres, no soy virgen.- Les dediqué una mirada amenazante, me creaba algo de repulsión ese tipo de antros.

-Pero te haremos hombre porque ahí es dónde se reúnen los grandes todos los sábados después de una larga semana, beben, se drogan y se deleitan con las hermosas mujeres que bailan y después, se acuestan con ellas, no sabes lo placentero que es, esas mujeres te enseñan a cómo ser el mejor en la cama, yo también fuí a los veintiuno y gracias a eso ahora no me faltan mujeres. ¿Cuánto hace que no follas?- Mattia casi babeaba nada más en pensar en ese lugar.

-Eso no te importa.- Contesté a la defensiva.

-Angelo, Angelo...En este mundo no puedes ir matandote a pajas, necesitas liberar el estrés, pero solo si quieres hacer cosas más grandes y conseguir más dinero, o ¿quieres ser un cutre camello para toda la vida?- Gabriel me tentaba, pero me negaba a acostarme con ninguna mujer, aceptaría ir, pero solo por los negocios.

Al llegar al local observé y analicé todo, en el piso principal había una discoteca normal con gente cotidiana y música pop y techno, pero, Gabriele y Mattia continuaron caminando hasta el fondo parándose delante de una puerta custodiada por un hombre que podría medir más que mi armario. Este verificó los tatuajes que identificaba que formábamos parte de la mafia, consiste en el número cinco con una caligrafía específica.

Al bajar el ambiente era denso, pesado, las canciones eróticas sonaban por toda la sala, nada más entrar a la izquierda se podía observar una barra dónde servían cócteles con sillones y mesas, esa zona era la más tranquila, al final de la barra al lado izquierdo del escenario se encontraban unas escaleras, que subían al piso de arriba.

Seguidamente estaba el escenario que estaba enmedio de todo el local dónde había en ese momento una pelirroja de piel blanca bailando agarrada al tubo de pole dance mientras vestía un traje de colegiala, enfrente del escenario se encontraban sillones orientados al espectáculo y muchos hombres acompañados de mujeres guapas y por supuesto más jóvenes que ellos, aunque también había gente de la misma edad que ellos aprendiendo de sus mayores.

Lo prometido es deudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora