Capítulo 14. ¿pero ella lo sabe?

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Sábado 17 de agosto de 2013, Isla Budelli, Italia.

Tres y cuarenta y dos de la madrugada, Aurora descansaba en el hotel cinco estrellas mientras Angelo se vestía en silencio, con unos pantalones de cargo negros, unas botas y una camiseta del mismo color, llevaba una mochila en la que transportaba tres navajas, dos glock 9 milimetros y un pasamontañas y unos guantes, antes de marcharse, la observó dormir placidamente.

Al salir del hotel se reunió con Luca y  Roberto, el trío se dirigió hacia un chalet a primera linea de playa de la pequeña isla, donde vacacionaba uno de los líderes pakistaníes que se encargaban de venderle la droga pura a la organización rusa, un traidor, que se ha vendido al mejor postor y además aún tenía el valor de disfrutar de su país, sus mujeres y su comida.

Rompieron varias cámaras de seguridad y se adentraron en el chalet saltando por el muro de piedra blanco. Moviéndose en sigilo por la estancia encontraron restos de lo que parecía ser una fiesta, no se dividieron, investigaban habitación por habitación, solo se encontraban a gangsters de poca monda con prostitutas, esnifando cocaína, bebiendo alcohol y etcétera. Fueron matando a cada uno de ellos con las navajas o con sus propios cuerpos para no hacer ruido, menos a las mujeres que las dejaron libres, ellas habían sido las que habían dado el soplo, ya que la red de prostitución la manejaba la familia Vannicelli.

Hasta que llegaron a la habitación principal, ahí se encontraron a Ghulam, el hombre que tanto llevaban buscando, se encontraba con cuatro mujeres desnudas, al entrar, todos los presentes se asustaron al ver a tres hombres anónimos con armas y amenazando al principal. Roberto desalojó a las mujeres de la habitación mientras Luca ataba en la cama al tembloroso y llorón pakistaní, que solo suplicaba por su vida, o eso creían, debido a que no entendían el idioma y Angelo lo apuntaba con una pistola en cada mano.

Cuando estaba completamente atado y desnudo, Roberto volvió para suplantar a Angelo que le cedía las armas y sacaba de su bolsillo un iphone 5s en dorado y comenzó a grabar la escena, mientras Ghulam solo podía gritar y llorar desesperado por miedo.

-Bueno señor Muhammad, como puede ver, hemos acabado con la fiesta, Ghulam. Que atrevidos que sois los pakistaníes, además de traicioneros, el mercado de la droga era nuestro trato, pero habéis preferido a los rusos y aun así, sois capaces de venir a nuestra casa a drogaros, acostaros con nuestras mujeres, beber nuestro alcohol, disfrutar de nuestras playas y nuestra comida, ¡JA!, pero qué sinvergüenzas que sois.- Me acerqué al hombre atado con una navaja en mano.- Espero que este video te llegue como reflexión para dejar atrás a los rusos, esto, no es una amenaza.- Cogí la navaja fuertemente y se la clavé en la pierna provocando que gritará de dolor.- Es un aviso amistoso.- Saqué la navaja de su cuerpo.- Aquí os dejo a vuestro jefecito, a ver si llegáis a tiempo para salvarle la vida.- Se separa de él dejando ver como le sangraba la pierna.- O no. ¡Hasta luego!

Corté el video y se marcharon dejándolo morir entre agonía y sufrimiento por una hemorragia de la arteria femoral, al salir del recinto y de las cámaras de seguridad, nos detuvimos para enviar el video a Andrea y quitarnos los pasamontañas, estábamos cubiertos de sangre, la ropa, los zapatos, realmente era una evidencia de lo sucedido ahí dentro, pero ese no era su problema, ahora vendrían a "limpiar" el desastre otros subordinados, a los pocos metros nos encontramos con las prostitutas de la casa que les agradecían el haberlas sacado de esa casa, cosa que me parecía algo hipócrita.

Luca, el semental le continuaba el rollo a una de ellas que era bastante atractiva, como no, lo que realmente me sorprendía es que mi compañero rubio no tuviera una enfermedad de transmisión sexual, mientras Roberto se hacía a dos mujeres algo más mayores que él, otras se marcharon, pero una joven que no superaría los dieciocho años me observaba de reojo, tímida, se acercó a mi, ay no.

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