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Si, todo parecía terminar ahí

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Si, todo parecía terminar ahí.

Su paciencia no daba para más y cada minuto que pasaba perdió el control, él simplemente quería saciar todos los sucios pensamientos que tenía hacia Megumi, hacia la progenitora de su amigo.

De su mejor amigo.

Sin más preámbulos y con la poса dignidad que le quedaba, no perdió el tiempo al estampar sus labios con los ajenos, ella estaba confundida, temerosa de lo que muy adelante pueda pasar.

Pero no se detiene a pensar en ello cuando le sigue el ritmo al hambriento adolescente, quien está tan ansioso en probar sus labios. Sus manos, las manos de Satoru recorren su espalda, hasta llegar al cierre del vestido y bajarlo con lentitud. Ambos están excitados. Si, a Megumi le parece tan excitante tener ese tipo de contacto con el chico. Nunca se imaginó en una situación así, pero sin embargo estaba siendo mejor de lo que creyó.

La piel desnuda de la mujer brilla ante los ojos del chico, quien abandonó sus labios tan pronto en cuanto notó esto, dirigiéndose a besar sus hombros con tanta pasión, como si no tuvieran o temieran el hecho de ser descubiertos.

Las cosas pasaron a otros extremos cuando ambos entraron en uno de los cubículos, Satoru sentado arriba del baño, bajando antes la tapa de este, mientras Megumi estaba arriba de él, no habían parado de besarse hasta ese momento y parecía que no querían dejar de hacerlo. Su vestido mal acomodado y la ropa de Gojo toda desordenada, mientras que su camisa estaba desabrochada, con los botones sueltos y su cuello lleno del labial rojo de la hermosa mujer que tenía entre sus brazos.

No perdió nada de tiempo y en cuanto menos lo esperaron, Megumi estaba de rodillas frente a Satoru quien aún sentado, se desabrocha su pantalón dejando al aire su grande y bien dotada hombría, los ojos de megumi parecen brillar y sus labios no se tardan nada en meter toda la extensión, como si de una experta se tratase, a toda su cavidad bucal.

― Mierda... ― suelta Satoru, en un susurro desesperado.

Hecha su cabeza hacia atrás, y Megumi alza su vista aún con su pene dentro de su boca, ella está feliz por que ha logrado un buen trabajo.

Una fuerte mano baja hacia su cabellera, y aprieta sus mechones inclinando su cabeza hacia delante, Megumi comienza a acelerar y a bajar con más profundidad.

Gojo no pudo con tanto y terminó por correrse en la boca de la mujer.

Con mucha dificultad y aún con la respiración agitada, Satoru se inclina hacia delante para tomar de la barbilla el delgado y suave rostro de la dama que estaba aún de rodillas. Y se besan, con más pasión, con más rapidez, pero sobre todo, deseo. Fushiguro vuelve a su posición anterior, nuevamente está arriba de Satoru.

Tan malditamente sexy, en medio del beso, las manos de Gojo recorren su cuerpo ansioso, ansioso por tocar más allá de lo que alguna vez imaginó, si tenerla así era una maravilla, estar dentro de su intimidad hacia que quisiera perder el control. Debajo del vestido, pudo sentir la braga húmeda de ella, la siente, la toca y sin problema alguno la hace a un lado.

Pero no es suficiente, quiere más, él quiere mucho más, así que sin darle tiempo a reaccionar logra entrar de una sola estocada a la vagina de ella. Megumi arquea la espalda, separándose de sus labios. Tener al adolescente dentro suyo se sentía bien, había soñado con ello, pero nunca imagino que así de maravilloso lograría ser. Satoru se puso de pie, logrando alzar el cuerpo de ella en el aire para estampar su espalda con una brusquedad tan excitante, perdiendo y estando aún más fuera de sí. Satoru le sonríe de lado, sus cabellos blancos, casi cubren sus ojos, sus ojos azules como el océano, su aspecto luce perverso e ilegalmente atractivo, tanto que Megumi gime ante la imagen frente suyo.

― Estoy tan ansioso por hacerte gritar de placer... ― susurra con una voz ronca, tomando entre la palma de su mano uno de los grandes pechos de Megumi, ella se sonroja aún más con intensidad ― a la mierda quien nos escuche, a la mierda si es Yuuji, ahora mismo solo somos usted y yo.

Las penetraciones, empezaron rudas, haciendo a la puerta rechinar, Megumi se sostiene como puede.

― ¡Ah...! ¡Dios, se s-siente tan bien! ― Claro que se sentía bastante bien, el placer era máximo ― ¡Satoru!

Y si, sin duda estaba pasando el mejor sexo de su vida.

Cada maldito segundo que pasaba y la rudeza que Gojo ejercía era indiscutible, así también como lo era el placer, todo ahora mismo pasaba a último plano a ambos no les importaba.

Todo les daba igual.

De igual forma a Megumi le valía el hecho de que su esposo le descubriera y eso en cierta parte hacia que la situación se tornará más excitante.

Eso, hasta que Satoru llegó al tan esperado orgasmo. Ambos gimiendo al mismo tiempo, pero no era todo, los espasmos en el cuerpo de la mujer le hicieron temblar. Si alguien en el pasado le hubiera dicho que un adolescente le haría el sexo que jamás tuvo en años, se reiría de esa persona en su cara, por que definitivamente el placer que sentía en ese instante era de otro mundo. Pero como todo buen sueño, llega el momento de despertar, en este caso de volver en la situación en la que se encontraban.

― ¿Satoru? ¿Mamá? ― ambos amantes se quedaron en blanco.

En su mirar, cierto asombro. Mirándose a los ojos.

Todo se había ido a la mierda.

ɥou mom?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora