Encuentro Bajo la Lluvia
La lluvia caía implacable sobre las calles desiertas de Seúl, creando pequeños ríos que fluían entre los adoquines del viejo barrio donde Mark vivía. Esa noche, al igual que muchas otras, había terminado su turno en la tienda de conveniencia, cansado pero con la determinación de seguir adelante, un día más, por su hermano Jisung. Mark no tenía tiempo para soñar despierto, no podía permitirse ese lujo; su realidad era un camino estrecho y empinado, pero aun así, cada noche, antes de dormir, se permitía unos minutos para pensar en su futuro como idol. Era un deseo que mantenía vivo en su corazón, aunque sabía que estaba muy lejos de alcanzarlo.
Mientras caminaba bajo la lluvia, con la capucha de su abrigo cubriéndole el rostro, escuchó un ruido extraño proveniente de un callejón cercano. Se detuvo, intrigado. Algo dentro de él le dijo que no siguiera adelante, pero esa misma curiosidad que le decía que no era la misma que lo empujó a acercarse.
Al doblar la esquina, sus ojos se encontraron con una escena inquietante: un joven estaba tirado en el suelo, empapado y temblando. Mark no lo pensó dos veces. Corrió hacia él y lo levantó, notando cómo su cuerpo estaba frío como el hielo y lo difícil que era mantenerlo de pie. El desconocido apenas podía mantenerse consciente.
-¡Oye! -Mark le llamó suavemente, sacudiéndolo un poco para mantenerlo despierto-. No te duermas, voy a ayudarte.
El chico murmuró algo ininteligible, sus ojos brillando a través de la lluvia y las sombras, y Mark sintió un extraño escalofrío recorrerle la espalda. Algo en él era... diferente, pero no podía detenerse a pensar en eso. Tenía que llevarlo a un lugar seco, y rápido.
***
Esa noche, el apartamento de Mark era un pequeño refugio contra la tormenta que azotaba la ciudad. Después de cambiarle la ropa empapada y cubrirlo con una manta, Mark se dispuso a preparar algo caliente en la pequeña cocina. Mientras cortaba vegetales para una sopa, no podía evitar mirar de reojo al extraño que descansaba en su sofá. ¿Quién era? ¿Qué hacía en un callejón a esas horas y en ese estado?
El chico comenzó a moverse, despertando lentamente. Mark se acercó con un tazón de sopa caliente, y cuando sus ojos se encontraron, fue como si algo hubiera hecho clic en su interior. Esos ojos... eran oscuros y profundos, como si escondieran secretos que nadie más podía ver. El extraño lo miró con intensidad, casi como si intentara memorizar cada detalle de su rostro.
-Gracias -murmuró el chico con voz ronca, aceptando la sopa que Mark le ofrecía.
Mark asintió, sintiendo un nudo en la garganta que no entendía del todo.
-¿Cómo te llamas? -preguntó, tratando de romper la tensión.
El joven dudó un momento antes de responder, su voz apenas un susurro.
-Yuta.
-Yo soy Mark -dijo, intentando sonar tranquilo-. ¿Qué hacías en ese callejón? No parecía un lugar seguro.
Yuta desvió la mirada, sus ojos oscuros ahora fijos en la ventana por donde la lluvia seguía golpeando con fuerza.
-A veces, solo necesitas desaparecer un rato -respondió, sin dar más explicaciones.
Mark no insistió. Algo en él le decía que no debía preguntar más, que había cosas que Yuta no estaba listo para compartir. A pesar de la curiosidad que lo consumía, decidió respetar ese silencio.
***
Mark regresó a la sala con un botiquín en la mano y se arrodilló junto a Yuta, quien seguía envuelto en la manta. A la luz tenue de la lámpara, Mark pudo ver que el rostro de Yuta no solo estaba pálido, sino también marcado por pequeños cortes y moretones. Sin decir una palabra, Mark comenzó a limpiar las heridas con suavidad, con una concentración que escondía su nerviosismo.
Cada vez que el algodón impregnado de desinfectante tocaba su piel, Yuta cerraba los ojos, pero no por el dolor. Algo más profundo lo estaba invadiendo. La calidez de las manos de Mark, su cercanía... Nunca había sentido algo así antes. Era como si el roce de los dedos de Mark encendiera una chispa en su interior, una chispa que rápidamente se transformaba en un fuego oscuro y abrasador.
Yuta observaba en silencio cómo Mark continuaba curándolo, sus ojos oscurecidos por pensamientos que nunca había permitido que nadie viera. Desde que se había derrumbado en ese callejón, perdido en la tormenta, Yuta había creído que estaba destinado a desaparecer, a ser consumido por las sombras que lo rodeaban. Pero entonces, Mark había aparecido, como un faro en medio de la oscuridad, y lo había salvado.
Yuta no podía dejar de mirar el rostro concentrado de Mark, la forma en que sus cejas se fruncían ligeramente mientras limpiaba las heridas. Cada pequeño gesto hacía que Yuta se sintiera más atrapado, más... obsesionado. Quería más de él. Quería conocer cada rincón de su mente, poseer cada uno de sus pensamientos.
Cuando Mark finalmente terminó y levantó la vista para encontrarse con los ojos de Yuta, algo en su pecho se apretó. Yuta sonrió, una sonrisa que Mark interpretó como gratitud, pero que en realidad ocultaba un deseo mucho más profundo.
-Gracias, Mark -murmuró Yuta, su voz baja y suave, como un susurro en la penumbra-. No sé qué habría hecho sin ti.
Mark asintió, aliviado al ver que Yuta parecía más estable, pero algo en esa mirada seguía haciéndolo sentir inquieto. Había una intensidad en los ojos de Yuta que no podía descifrar, como si estuviera contemplando algo mucho más allá de lo que Mark podría entender. A pesar de la extraña conexión que sintió, Mark decidió no darle demasiada importancia. Después de todo, acababan de conocerse, y Yuta probablemente solo estaba agradecido por la ayuda.
Pero Yuta no se sentía solo agradecido. Mientras Mark guardaba el botiquín y se levantaba para dejarlo descansar, Yuta lo siguió con la mirada, memorizando cada detalle. La forma en que Mark caminaba, su voz, su compasión... Todo en él era perfecto. Yuta lo quería, lo quería para él solo.
Esa noche, mientras Mark dormía en su pequeña habitación, Yuta permaneció despierto en el sofá, sus pensamientos consumidos por el joven que lo había rescatado. Sabía que no podía quedarse mucho tiempo, que había cosas que debía arreglar. Pero también sabía que volvería. Mark no era alguien que pudiera simplemente dejar atrás. No cuando su corazón ya había sido reclamado por una oscuridad que Yuta no estaba dispuesto a soltar.
Y así, cuando el amanecer comenzó a despuntar en el horizonte, Yuta se levantó, dejó la nota sobre la mesa y se fue. Pero mientras caminaba por las calles aún mojadas de la ciudad, una sola certeza lo acompañaba: algún día, volvería a estar con Mark. Y esta vez, no lo dejaría escapar.
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Tóxic Allure : Yumark
Fanfiction"Yuta no podía dejar de mirar el rostro concentrado de Mark, sus ojos que brillaban como las estrellas mismas, Nakamoto con tan solo ver los ojos de aquél chico sabía que el no tenía ni una pizca de maldad.. El rose de sus manos , tan cálidas hacía...