LAS TRES REYNAS

8.8- El corazón de fuego

Puedo sentir la luz brillanté de mi cuerpo iluminarse entré el oscuro donde ahora caminó, caminó sin rumbo en dónde parar, es cómo si mi menté y cuerpo estuvieran en un viaje desconocido. La imagen viene tan rápido en mi cabeza qué no soy capaz de Parpadear por la confusión

Una mujer de cabello negro y ojos del mismo color está sobre una cama, tres mujeres más están con ella, una toma la mano de la mujer que grita de dolor mientras el sudor sobre su frente cae a charcos, me quedé inmóvil observándolo todo. ¿Qué es lo qué está pasando? pero mi pregunta se va más lejos cuando comprendo la situación, ella está dando a luz

Los llantos se hacen presentes entre el ambiente, la mujer que está justo recibiendo al pequeño al mundo se pone de pie, no tengo palabras, tragó saliva al ver al pequeño recién nacido, es bello su cabello es negro cómo la noche, me quedó en silencio al escuchar cómo ella vuelve a gritar de dolor. Impulso, por impulso caminó frente a ella para observarla con más atención, ella y las demás mujeres no me ven, no me observan, no saben qué estoy ay

¿A caso ella no me ven? El rostro de ella es detallado, realmente bello por sí decirlo, su piel pálida está acompañada de barios accesorios, una gargantilla totalmente negra cubierta de pequeñas piedras del mismo color y un gran diamante rojo sobre ella adorna su cuello con elegancia, su largo cabello negro esta suelto, pequeños mechones están pegados sobre su frente por el sudor, ella abre sus ojos completamente para soltar un grito aún más fuerte, sus ojos negros se tiñen completamente negros de una manera diabólica, no retrocedo, me quedo ay en mi lugar observándolo todo con suma atención, su cuerpo brilla mientras su cabello negro se cubre de una corriente de energía para cubrirse de dorado.

Me tragó mi propia saliva al escuchar unos segundos llantos en la habitación, ahora todo es diferente, ella regresa en si, su cabello se vuelve a cubrir de negro mientras su piel deja de brillar para regresar a ese color pálido.

—Felicidades mi señora son dos hermosos gemelos- la voz de una de la mujer se escuchó en la habitación

Mi señora.....

Unos pasos se escucharon entré el ambiente, la puerta siendo abierta se robó la atención dé todas, cuatro hombres encapuchados entraron en la habitación, retrocedí unos pasos atrás al notar las mismas capuchas de los hombres qué atacaron mi clan, ellos se hicieron a un lado dejando entrar a un hombre más alto qué ellos

—Señor nuestro.- las tres mujeres hicieron una reverencia, el era atractivo, sus ojos eran de un rojo totalmente oscuro, su cabello tan oscuro cómo la noche, su expresión fría y amenazadora desapareció cuando él observó a la mujer qué está sobre la cama, su rostro se relajó dejando ver una sonrisa sobre sus labios

¿Su esposa?

Él caminó a ella para sentarse a una orilla de su lado, depositó un beso sobre la frente sudada de ella para hablar por primera vez.

—Mi amor.— su voz era gruesa y trasmitía un escalofrío, ella no dijo nada sonrió antes de qué las dos mujeres les entregaran a los recién nacidos, me quedé inmóvil al sentirme observada  por la mirada de él. Una sonrisa grande llena de felicidad y malicia se formó en su rostro, di unos pasos más atrás cómo defensa, pero él no dijo nada sólo se volvió a girar a la mujer qué tenía cercas para susurrar—Nuestros Lana.

La tierra me traga, y mi menté se nubla por completo. Abro de golpe los ojos dándome cuenta de la realidad, fue un sueño, todo fue sólo un sueño, mi cuerpo está bañando de sudor. Giro mi cabeza a un lado para darme cuenta que estoy en la cueva, me pongo de pie para analizar con atención todo, me altere al escuchar los largos gruñidos provenientes de uno de los lados oscuros de la cueva, de inmediato reconocí el cabello negro de esa persona.