02: ¡Pero padre, lo amo!

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[🐣🐰]

Jimin era un hijo obediente, con todos sus planes a futuro cuidadosamente trazados. Las expectativas eran demasiado altas para que un chico simple las alcance, sus padres querían cerrar la puerta a todo su mundo y a la única persona que quería, Jungkook.

Nadie podría entender como Jungkook influyó en su vida, porque Jimin era un chico rodeado de amistades falsas, acostumbrado a reprimir sus sentimientos y sufrir en silencio, Jimin estaba solo, hasta que un azabache alto, fuerte y tatuado llego a su vida.

Él era caos, era rebeldía, aún cuando su familia era adinerada y él era hijo único no estaba obligado a seguir la empresa de la familia pues sus padres priorizaban su felicidad. Jimin tuvo la oportunidad de conocer a los padres de su novio y comprendió porque el mayor era tan educado, caballeroso y cariñoso.

Sus ojos brillantes eran como un remedio, la cura a cualquier mal. Llegó a su vida como un tornado, llevando todo a su paso, gracias a Jungkook empezó a vivir realmente. Se alejó de quienes no valían la pena y comenzó a sonreír más. Así que sí, prefería arruinar toda su vida antes que escuchar un segundo más de esas tonterías, pues su nombre era de él y solo él podía mancharlo. Porque crecer demasiado pronto a veces simplemente significa no crecer.

El timbre sonó y la multitud de estudiantes se preparó para salir. Jimin guardo sus cosas y salió del salón.

Mientras caminaba le escribía a su novio y luego guardó su celular.

Pero para su sorpresa, Jungkook ya estaba ahí, al otro lado de la calle junto a su motocicleta y con una gran sonrisa. El rubio podría jurar que se enamoró de nuevo cuando lo vio ahí de pie, esperándolo. Miro a los lados antes de correr a los brazos de su novio quien lo recibió feliz.

— Hola, nene— Saludo el mayor— ¿Cómo te fue?

— Bien, amor. —Respondió Jimin en voz baja. Jungkook sonrió con ternura y le acarició la mejilla sonrojada.

— ¿Tienes hambre?, te llevaré a un lugar.

— Oh, si, pero tengo muchas ganas de pastel de chocolate con fresas. —Llevaba todo el día fantaseando con eso.

— Entonces pasaremos a comprarlo, bebé. —Aseguró el mayor.

Jungkook lo ayudo a ponerse el casco y subieron a la motocicleta. Nada podría compararse al sentimiento que tenía cuando el viento soplaba violentamente sobre su rostro mientras se aferraba al cuerpo musculoso de su novio. No tenía idea de adónde lo llevaba, pero tampoco le preocupaba, porque tratándose de él, no le importaba ir hasta el fin del mundo.

Hicieron una pequeña parada en la pastelería para comprar lo que Jimin quería, y continuaron su camino. No había nada de qué preocuparse pues sus padres no estarían en casa hasta la noche.

Jimin tenía sus ojos cerrados mientras abrazaba a su novio, se sentía como un cuento de hadas, el más hermoso de todos. La motocicleta se detuvo y Jimin por fin abrió los ojos, mirando a su alrededor.

La vista era... Aún mas hermosa.

Un gran parque junto a un lago, estaba un poco más alejado del centro de la ciudad por lo que el lugar estaba casi vació, Jungkook bajó de la moto y luego lo cargó de la cintura también bajándolo. Tomó su mano y en la otra, una canasta de la cual Jimin no se había percatado hasta ese momento.

— Kook, este lugar es hermoso. —Susurró Jimin maravillado por el paisaje.

— Sabía que te gustaría. —Respondió el mayor con una sonrisa que arrugó las esquinas de sus ojos.

¡Pero padre, lo amo! | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora