Le petit lys

13 2 0
                                    

Había pasado una semana desde que Aurora había vuelto del campamento y se encontraba tendida boca abajo en su inmensa cama con sus Walkman puestos y la Banda Earth, Wind and Fire sonando atreves de ellos.

Tarareaba la canción mientras recordaba los momentos tan bonitos que había pasado en el campamento. Pronto le dio hambre, dejó los audífonos por un lado y bajó a prepararse algo de comer. La casa estaba sola, sus padres habían ido a una reunión para ver el nuevo colegio de Clara y Jacob había salido con sus amigos.

Sacó la sartén y puso a tostar dos pedazos de pan para hamburguesa a fuego bajo, sacó una tabla de madera y picó tomate y cebolla, hizo sus tortitas de carne y las doró al gusto, sacó kétchup y mayonesa junto con lechuga para así terminar y armar su almuerzo. Preparó una limonada con fresa y regresó a su habitación. 

Dejó su comida en su escritorio buscó una cobija, un libro y retomó su comida luego se dirigió a su silla flotante y se sumergió en la lectura.

El tiempo transcurrió tan rápido que cuando menos lo notó su reloj marcó las 5. La casa aun estaba sola y la tarde estaba soleada así que tomó su abrigo y salió a dar un paseo en bicicleta.   -La residencial donde vivía era privada pero estaba ubicada en Zona 21 Novaire, Casa 205.- Salió de la colonia y se dirigió a recorrer la ciudad.

Mientras conducía su bicicleta por la ciclo vía el aire revolvía su cabello y hacía que se estremeciera. Al pasar por los grandes edificios admiraba su grandeza y estructura.

Después de un tiempo se alejó considerablemente de la ciudad hasta llegar a lugares donde no conocía, al pasar pudo distinguir de pequeñas casas que se veían a lo lejos y también de un pequeño jardín que se encontraba escondido. Cuando llegó a la entrada del jardín estacionó su bicicleta y caminó hacía la entrada. Allí leyó la inscripción.

-En memoria de Carrol Stewell 1892, jardín botánico.

Las afueras del jardín estaban cubiertas por largas lianas de plantas que sin duda sobresalían al pasar del tiempo por el crecimiento; las paredes eran de piedra y la puerta tenia detalles de flores talladas por el hierro, era negra y muy alta.

La puerta estaba entre abierta, por lo que decidió pasar. Cuando entró la puerta rechinó, al adentrarse más pudo ver distintos tipos de flores que adornaban el lugar. Habían, margaritas, girasoles, claveles, hortensias, rosas y tulipanes. Todo se veía muy bien cuidado. Al caminar encontraba grandes arboles fuertes junto con césped verde y bien podado y algunas pequeñas estatuas de duendes que adornaban el lugar. Aurora respiró hondo y disfrutó.

Pronto fue interrumpida por una pequeña viejecilla que dulcemente le llamó.

-Querida, ¿te gusta lo que vez? 

-Oh si, son maravillosas.-Exclamó con una sonrisa en el rostro.

-Me alegra que te gusten, las riego cada mañana ¿Ya exploraste todo el jardín?

-Me temo que no, pero lo que llevo es esplendido.

-Hace mucho que no veía a alguien amar tanto la naturaleza como tú, acompáñame.

Aurora acompañó a la anciana mientras ella le explicaba un poco sobre la historia del jardín.

-Me llamo Mildred-Dijo la anciana- cuido este jardín desde hace 25 años.

-Mucho gusto, soy Aurora-Respondió la joven con dulzura- Me encanta la naturaleza y estoy segura que este será mi lugar favorito de ahora en adelante.

Mildred guio a Aurora a la parte trasera del jardín donde había un pequeño quiosco pintado de color rojo y unas luces colgadas que daban un toque romántico al lugar. Junto a éste se podía ver una fuente con estatuas esculpidas a mano con mucho esmero y unos lirios blancos que estaban en la orilla del lugar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hasta mi último alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora