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Estoy empapada, y no puedo aparecerme así en casa de mis padres

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Estoy empapada, y no puedo aparecerme así en casa de mis padres. Así que después de un largo y frío viaje de regreso, Ethan a insistido en que entre a su casa en lo que me seco.

Podría jurar que son cerca de las dos de la madrugada, mi celular ha muerto, y tengo escuela en unas horas así que no se como sentirme al respecto. Debería de irme a casa, para dormir las pocas horas que me quedan, pero es todo una locura: sé que tengo que irme pero no quiero irme.

Así que estoy aquí, en su habitación, que es tal cual como la vi desde mi ventana, todo es oscuro o de un azul muy fuerte casi negro igualmente.

Han pasado cerca de 10 minutos desde que Ethan me ha dejado aquí, y a ido a no sé dónde, he evitado hacer ruido, no sé si sus padres se encuentren en casa o no, y si de estarlo ¿se enojarían con Ethan por haberme pasado a su habitación? A mis padres les daría un infarto si ven a un chico en mi habitación, y me llevaría el regaño junto con el castigo de mi vida.

Ni siquiera he podido sentarme en la cama, no porque me lo haya prohibido, sino porque tengo miedo de hecharle a perder algo al humedecerlo, no tengo conocimiento de alguna colcha que se arruine con el agua, pero uno no puede saber. Así que solo estoy parada en medio de la gran habitación, que casi juraría que es más grande que la mía. Tan solo su cama es un tamaño más grande, la habitación de seguro lo es también.

Comienzo a tener mucho frío, y mis ojos comienzan a pesarme un tanto, menos mal que he dormido todo el día, sino no soportaría tanto. Me abrazo a mi misma intentando darme calor, cuando la puerta se abre de nuevo, mi corazón se detiene un mini segundo pensando que podrían ser los señores Lende, pero solo me topo con esa mirada tan calculadora una vez más.

Pero si tan solo mis ojos pudiera quedarse quietos en su mirada... pero comienzo a bajar, para darme cuenta: solo lleva una toalla alrededor de la cintura, ¡SOLO LLEVA UNA BENDITA TOALLA A LA CINTURA! Además de llevar aún unas cuantas gotas de agua sobre si, ¡bendita sea mi vista!

Mis mejillas arden y aparto la mirada rápidamente, no sin antes mirar ahora de cerca aquel abdomen que mire desde mi ventana la otra vez. Mis mejillas arden aún más, si acaso es posible, con ese pensamiento de mí espiándolo a las tantas de la noche aquella vez.

-¿Te gusta lo que miras?

-¿D-de que h-hablas? N-no estoy m-mirando n-ada.-maldición, si tan solo supiera mentir, si tan solo pudiera ocultar los nervios que me da este chico cuando esta cerca mío.

-¿Segura que no mirabas nada?.-y lo tengo de nuevo tan cerca, que podría moverme un solo centímetro y sentir su muscularidad.

Por Dios, ¡controla esas hormonas nicole!

Y antes de que pueda decirle algo para internar defenderme, se aleja. Tan solo un poco, pero lo suficiente para darme mi espacio personal... y lo odio, por un instante odio tanto el hecho que se haya alejado y por otro me alivia. Estoy muy enredada con todo esto. Sentir tanto de repente no debería de ser sano.

El chico de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora