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Quien diga que la vida no puede cambiar de un día para otro, está en un grande error

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Quien diga que la vida no puede cambiar de un día para otro, está en un grande error.

Nicole Lara Mendoza, cabello castaño, ojos cafés. Vivo en esta ciudad desde siempre, en esta casa que mi madre pretende remodelar cada que algo rutinario no le agrada. Actualmente tengo 16 años, aunque muy pronto cumpliré los 17.

Hoy es mi primer día de clases como alumna de quinto semestre de preparatoria. Mi último año entre esas instalaciones antes de pensar en universidades, y quien sabe, tal vez en mudanza.

Tengo una sola razón para sentir algo de emoción por el primer día de clases, mi mejor y única amiga. Miriam Walle, hemos sido inseparables desde el kínder, cuando estaba llorando en el suelo por un rasguño que tenía en la pierna y no había ninguna maestra cerca, así que me acerque para ponerle una curida, y pum, nos convertimos en mejores amigas.

Ella es la única que ha leído una novela escrita por mi.

Así es, soy escritora anónima, más que nada porque soy demasiado reservada con mis cosas, y aun no junto el valor para publicar o para hablar a mi familia de ello. Ni siquiera sé si podré decirles que quiero estudiar literatura al final de este año escolar.

Visualizo a través de la ventana a un pájaro cantando en las ramas del enorme y viejo roble que hay en el patio de la casa de enfrente, su melodiosa voz llega escasamente hasta mi, sentada frente a mi escritorio, acomodando las ultimas cosas para mi primer día.

El ave parece tranquila, dando saltitos por toda la rama. Esa casa a estado abandonada por mas de cinco años. La mayoría de las estructuras con el tiempo se deterioran de una manera horrible, comienza a caerse pedazos de material, y cada día pareciera como si obtuviera una aura mas oscura y desaliñada. Todo lo contrario a la hermosa casa de enfrente, que conserva su belleza, la pintura claramente se ha desgastado, así como el roble a crecido en sobre medida sin cuidado alguno, las vallas de la cerca están caídas levemente, y la naturaleza intenta ganar terreno en el sitio... pero de ahí en mas la casa conserva su esencia, con unos buenos cuidados volvería a ser la grandeza que por abandono a dejado de ser. Pero tal parece que nadie esta interesado en comprarla, el letrero de "se vende" a estado todos estoy años a un lado del buzón, sin que mi familia o yo veamos a algún atraído venir a dar algún vistazo con intenciones de quedársela.

Claro, que no tener vecinos tienes sus ventajas, como el hecho de que puedo quedarme por horas en mi escritorio sin la mínima incomodidad de que alguien pueda verme. Puedo bailar en ropa interior, cantar desafinada cuando no hay nadie más en mi casa, andar con mis fachas hasta tarde, salir con solo toalla de la ducha para cambiarme cómodamente, con toda la tranquilidad de dejar las cortinas recorridas y sin ningún fisgón que pueda estropearme mi felicidad.

La puerta se abre de golpe, dejo de prestar atención a la vieja casa para mirar al fastidioso de mi hermano con la mano sobre la manija de la puerta, abriéndola aun mas de lo que ya lo ha hecho.

El chico de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora