4. Película

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Narra Kuroo

— Hay diecisiete balones —le digo a la Mika mientras ordenamos el cuarto de materiales.

— Hay 30 petos —se seca el sudor— me estoy arrepintiendo de eso.

No la pesco mucho, sigo molesto por la wea del pololo. Llevamos tres días organizando para abrir el taller pa cabrochicos y se me ha hecho difícil porque se me vienen los flashback de ese día en la noche. Esta mina es casi una diosa griega: rubia, algo alta, ojos azules, las medias pestañas y labios rosados que me dejaron loco.

Y encima con el uniforme deportivo de verano se ve tan bien, que trato de ser de piedra.

— ¿Ya se llenaron los cupos? —pregunto mirando la lista.

— Sí, veinte niños y diez niñas —se acerca a mi a ver la lista— se inscribió la hermana del Hinata de Karasuno.

— Ah que wena —leo el nombre de la Natsu— ¿Nos falta algo?

— Nop —suspira y toma sus cosas para irse.

Ahora me da lata haber sido pesado con ella, me responde a puros monosílabos y si tenemos que hacer esto por harto tiempo será muy incómodo.

— Oye —le llamo la atención para que me mire— lo siento, fui muy pesado.

— Está bien, da lo mismo, tienes todo el derecho a enojarte —sonríe triste.

— Sí —suspiro— pero igual, no quiero que esto sea incómodo, estaremos en esto todo el año.

— También estaba pensando eso pero me pediste que no te hablara —se encoge de hombros— ¿Te vas en micro?

— Sí ¿Por?

— Es super tarde ¿Te voy a dejar? —me muestra las llaves de su auto.

— Ah... bueno.

Tomo mis cosas y salimos, la sigo al estacionamiento mientras me cuestiono si esto es buena idea. Supongo que no tuvo otras intenciones al querer llevarme, o al menos eso espero.

— ¿Te molesta si paso a al dunkin? que tengo cualquier hambre y no como desde el almuerzo.

— Ya así también como algo que ni almorcé.

Pone al cris mj y floyymenor en los parlantes y partimos, el dunkin queda a diez minutos así que nos demoramos poco, cada uno compra lo suyo y nos volvemos a subir.

— Come aquí nomas, cero atao —dice al ver que no come nada— no soy cuatica con el auto.

— Ya wena que me ruge la wata —masco una dona— la wea wena —digo con la boca llena.

— Quedaste manchado en la nariz —se ríe al verme.

— Chucha —me paso una servilleta.

— Nopo —toma otra y me limpia, me pareció tierno— ahí sí.

Me queda mirando unos segundos hasta que aparta ña vista y se pone a comer, ninguno habla hasta que termina sus donas y se pone a manejar.

— Toma —me pasa su teléfono— pon tu dirección.

— Igual te queda cerca —pongo mi dirección, es como a veinte minutos de su casa— tu vives arriba y yo abajo.

— Aah ya cacho —dobla a la izquierda— ¿Llevai desde primer año en el equipo?

— Sí, entré y fui titular altiro —recuerdo y sonríe— por lo alto también.

— A mi igual me hicieron esa en Aoba —se ríe— en chile es raro que una mina mida más de 1.70.

Gato infiel | Kuroo TetsuroWhere stories live. Discover now