¿Cómo reaccionarían los proxies y Slenderman si les dieses un abrazo por la espalda y no llevas brasier?
⚠️La parte de Slenderman es bastante FUERTE porque lo hice lo más realista posible, absténgase de leer si es sensible ⚠️
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• Por supuesto, le pillaste desprevenido. El contacto físico con él es a duras penas suficiente para ti y demasiado habitual para él, un ser ajeno a la posibilidad y experiencia de recibir afecto -y mas aún, afecto honesto.
• No había conocido la calidez humana más allá de lo fúnebre: un corazón caliente palpitante en sus manos antes de devorarlo era lo único que había experimentado relacionado al "corazón", pero claro, su perspectiva estaba lejos de coincidir con tu sentido metafórico.
• La mayor parte del día se ocupaba de vigilar el bosque, acechando a Dios sabe qué, este hombre es un enigma, sobre todo si te mantiene en la ignorancia de por qué hace lo que hace. Decidiste ir a buscarle a su propio territorio, también tuyo al fin y al cabo; aunque no le emocionaba mucho que lo mencionases.
• En busca de algo de cariño y atención le abrazaste, rodeando su cintura y presionando tu pecho contra su espalda.
• Sabía que estabas allí, tu olor era tan característico que te había reconocido antes de que si quiera le encontrases a él; aunque detestaba cuando te rociabas perfume. Esos "asquerosos" toques dulzones le provocaban arcadas; pero nunca te lo diría.
• El gesto le pilló por sorpresa, sobre todo porque te dijo que nunca le tocaras cuando estaba en el bosque, podría hacerte daño sin querer o le verías devorando a un pobre ciervo como un animal salvaje. - La última vez, para tu suerte, llegaste justo cuando había terminado de descuartizar a un hato de vacas en la madrugada. No fue suficiente para considerar alejarte sentimentalmente de él; aunque si hubieses llegado cinco minutos antes, habrías cambiado de opinión.
• Sentiste su impulso de alejarse, pero le abrazaste mas fuerte mientras le rogabas. "Un poco mas." Murmuraste para no romper abruptamente el silencio. "Por favor".
• Aun a través de su camisa y su americana pudo sentir tus pezones erectos. Debías estar congelada, pensó, esa camiseta que llevabas no debía calentarte mucho. En él no existían pensamientos primitivos, aunque sí recuerdos de la primera vez que los probó -y en secreto le encantaron, y no por morbo, sino porque era la única zona que podía saborear sin ser "raro" y te dieses cuenta de que en realidad te estaba catando antes de incarte el diente -.
