𝑴𝑰 𝑳𝑬𝑮𝑨𝑫𝑶 𝟐 | Después de que Dean Winchester haya ido al infierno dejando a su pequeña hija al cuidado de las personas que confía él. Es revivido por un espíritu religioso.
Libro 2/5
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo Uno: El regreso de Dean Winchester.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
AQUELLA MAÑANA EN CASA DE BOBBY SINGER, el adulto fue asomarse a la habitación de la pequeña. Todo estaba tranquilo en ese sitio, ahí se encontraba Carrie durmiendo todavía en su cama.
Al saber que la niña todavía no iba despertarse, dejó la puerta entreabierta para ir abajo a la cocina y preparar el desayuno.
Pero entonces, la puerta fue llamada con golpes fuertes, Bobby se encaminó para abrirla pero quedó estático en ver de quién se trataba él que estaba parado frente a él.
Dean Winchester soltó una leve sonrisa al estar ahí, aquel hombre de gorra y barba no tenía palabras. Pues hace unos meses aquel cazador fue enviado al infierno.
—Sorpresa–habló el castaño. Bobby comenzó a titubear, Dean tampoco supo como fue que resucitó–. Yo tampoco. Pero es verdad–afirmó adentrándose al hogar. El dueño de aquella casa tomó con discreción un cuchillo y trató de encajárselo pero Dean logró sujetarlo–. Bobby–le quiso hablar más este le soltó un golpe en la cara provocando que se tambaleara–. Bobby, soy yo.
—No me digas–comentó sin creerle dispuesto en clavarle el cuchillo.
—Espera–le pidió estando detrás de una silla evitando que Bobby le volviera a hacer daño–. Tu nombre es Robert Stephen Singer. Te volviste cazador cuando tu esposa fue poseída. Eres lo más cercano que tengo a un padre–informó, Bobby seguía en las mismas en estar impactado–. Bobby, soy yo.
El hombre se acercó para comprobar, tocó el hombro del Winchester, sin embargo otra vez quiso darle con el cuchillo por lo que Dean volvió a detenerlo.
En tanto en el segundo piso, Carrie oyó voces al estar despertándose. Alzó su cabeza viendo hacia su puerta que se mantenía entreabierta, tomó su peluche bajándose de la cama.
Pero se desequilibró y cayó sentada, más no le importó y decidió ponerse de pie para salir de su habitación totalmente descalza.
Y con cuidado como le habían explicado varias veces, bajó las escaleras. Se sentó, después se arrodilló viendo a la dirección del escalón y fue bajando sujetándose cautelosamente.
