Capítulo 2 ~ Camino hacia la Autoaceptación.

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Aceptar no es rendirse; es abrazar la verdad de quién eres hoy, sin dejar de avanzar hacia quién puedes llegar a ser.

La palabra "aceptación" puede generar cierto rechazo, sobre todo cuando lo que más ansías es cambiar. La cultura que nos rodea nos ha enseñado que debemos transformar todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos/as. Nos hacen creer que solo seremos dignos/as de felicidad cuando logremos esa imagen perfecta o cuando eliminemos esos pensamientos y emociones que parecen inadecuados. Pero eso es una trampa. La verdadera libertad no viene del cambio externo, sino de la aceptación interna. Aceptarse a uno mismo/a es el primer paso hacia una transformación más profunda y genuina.





Deconstruyendo el mito de la "perfección"

Desde pequeños, nos bombardean con la idea de que debemos ser perfectos/as para ser amados/as, aceptados/as o valorados/as. La sociedad establece estándares inalcanzables sobre cómo deberíamos vernos, comportarnos, comer y sentirnos. Estos estándares se cuelan en nuestra vida diaria y, a menudo, ni siquiera nos damos cuenta de lo dañinos que son. Tal vez, sin darte cuenta, has estado midiendo tu valor en función de lo que ves en redes sociales o en las miradas de los demás. Te has dicho que, hasta que no alcances esa imagen ideal, no serás suficiente.Pero quiero que te detengas aquí por un momento. ¿Quién define realmente lo que es suficiente?
Esa voz interna que te dice que "deberías" cambiar, que no eres lo bastante bueno/a como eres ahora, no es tu verdadera voz. Es una construcción, una colección de creencias y expectativas que te han sido impuestas. Tal vez no te habías dado cuenta, pero has estado viviendo bajo reglas invisibles, juzgándote por no ser algo que ni siquiera existe. La perfección que has estado buscando es inalcanzable, porque no es real.
Aquí es donde comienza el camino hacia la autoaceptación: al darte cuenta de que no necesitas cumplir con esas expectativas para ser suficiente.

El cuerpo como aliado, no como enemigo

Si vives con un trastorno de la conducta alimentaria, es probable que la relación con tu cuerpo haya sido una de las batallas más duras. Quizás te has mirado al espejo buscando fallos, examinando cada parte de ti en busca de algo que no te guste. Tal vez sientas que tu cuerpo te ha traicionado de alguna manera, o que es algo que debes controlar y cambiar para sentirte en paz. Pero quiero proponerte una idea radical: tu cuerpo no es tu enemigo.

 

Piensa en todas las cosas que tu cuerpo ha hecho por ti. Te ha llevado hasta aquí, incluso en los días en que te sentiste más débil. Ha respirado, ha latido, ha caminado, ha sentido. Tu cuerpo no necesita ser castigado o cambiado para ser digno de cuidado y respeto. Es el lugar donde habitas, y merece que lo trates con compasión.

Aceptar tu cuerpo tal como es ahora no significa que debas amarlo incondicionalmente desde el primer momento. A veces, la aceptación comienza simplemente con dejar de pelear. Significa dejar de castigarlo, dejar de exigirle que sea algo que no es. Significa darte el permiso de ser amable contigo mismo/a, aunque sea por un momento.

Puedes empezar con pequeños gestos: tal vez hoy te permitas descansar cuando estés cansado/a, o elijas un alimento que disfrutes sin pensar en las calorías. Quizás hoy decides mirar tu cuerpo con menos juicio. No tienes que cambiar todo de inmediato. Cada pequeño acto de aceptación cuenta, y con el tiempo, esos pequeños gestos se convierten en una nueva forma de relacionarte contigo mismo/a.

 Dejar de pelear con la mente

Así como la relación con tu cuerpo puede ser complicada, también lo puede ser la relación con tu mente. Tal vez te has encontrado atrapado/a en una espiral de pensamientos negativos, creyendo que si pudieras controlarlos o eliminarlos, todo mejoraría. Pero los pensamientos son solo eso: pensamientos. No definen quién eres, ni tienen poder sobre ti a menos que se lo des.
A menudo, intentamos suprimir o ignorar los pensamientos incómodos, como si pudiéramos eliminarlos de nuestra mente. Pero cuanto más luchas contra un pensamiento, más fuerte parece hacerse. La clave no está en controlarlos o evitarlos, sino en aceptar que están ahí, sin dejar que te definan. Puedes tener pensamientos negativos sobre ti mismo/a y aun así seguir avanzando. Tener un pensamiento no significa que sea verdad.

Imagina que tus pensamientos son como nubes en el cielo. A veces son nubes oscuras, llenas de tormenta, y otras veces son ligeras y pasajeras. Pero lo importante es recordar que tú no eres esas nubes. Eres el cielo que las contiene. Los pensamientos vienen y van, pero tú permaneces. Aceptar tu mente significa dejar de pelear con esos pensamientos, aprender a observarlos sin juzgarlos, y darte cuenta de que puedes seguir adelante aunque estén ahí.

La importancia de las emociones.

Al igual que con los pensamientos, las emociones a menudo parecen estar fuera de nuestro control. Sentir dolor, tristeza, miedo o vergüenza puede ser tan incómodo que lo primero que hacemos es tratar de evitarlas. Pero las emociones no son nuestros enemigos. Cada emoción tiene una función y un mensaje. Incluso las más dolorosas están ahí para mostrarnos algo. Aceptar tus emociones no significa que tengas que disfrutarlas, sino que puedes dejar de pelear con ellas.

En lugar de intentar suprimir lo que sientes, ¿qué pasaría si simplemente lo permitieras? Si pudieras decirte a ti mismo/a: "Hoy me siento triste, y está bien". O tal vez: "Estoy sintiendo miedo, y es natural". Cuando aceptas tus emociones, dejas de resistirlas y, paradójicamente, esto les quita poder. Empiezas a entender que sentir no te hace más débil, sino más humano/a.

Ejercicio: Aceptando una parte de ti

Este es un ejercicio sencillo, pero poderoso, para empezar a practicar la autoaceptación. No tienes que cambiarlo todo de golpe. Empieza con algo pequeño, con una parte de ti que te resulta difícil aceptar, y observa cómo te sientes al permitirte ser amable contigo mismo/a.

Ejercicio: ¿Qué puedo aceptar hoy?

1. Elige una parte de ti (puede ser física o emocional) que te resulte difícil aceptar.Reflexiona: ¿Qué te dices a ti mismo/a sobre esa parte? ¿Por qué sientes que es difícil de aceptar?

2. Escribe una pequeña afirmación, que sea amable y compasiva sobre esa parte de ti.No tiene que ser algo extremadamente positivo. Puede ser algo realista como: "Mi cuerpo está haciendo lo mejor que puede" o "Es normal tener estos pensamientos a veces".

3. Reflexiona: ¿Cómo te sientes después de hacer este ejercicio?

No hay respuestas correctas o incorrectas. Solo nota cómo te sientes después de reconocer esa parte de ti con amabilidad en lugar de crítica.

Conclusión: Un paso hacia la paz

Aceptar no es resignarse. Aceptar es abrazar la realidad de quién eres hoy, y entender que no necesitas cambiar para ser digno/a de amor y respeto. Es el primer paso hacia la paz, hacia una relación más sana contigo mismo/a. Aceptarse es un proceso, y cada día es una nueva oportunidad para practicar.Empieza por aceptar una pequeña parte de ti hoy. Mañana, quizás puedas aceptar algo más. Y poco a poco, notarás que el peso que has estado cargando empieza a ser un poco más ligero. Este camino no se trata de ser perfecto, sino de ser más amable contigo mismo/a.

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