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El gran salón del castillo de Pentagrama estaba envuelto en una fría penumbra

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El gran salón del castillo de Pentagrama estaba envuelto en una fría penumbra.

Lucifer, el príncipe y futuro rey del reino, observaba con atención a Alastor, el joven doncel que había llegado bajo circunstancias peculiares. Aunque la discreción con la que sus padres lo entregaron podría haber pasado desapercibida para muchos, no para Lucifer. Había algo extraño en Alastor, algo que no encajaba con su apariencia tranquila y su comportamiento servicial.

Esa tarde, mientras el salón se llenaba de la luz mortecina del ocaso, Alastor se encontraba sentado cerca de la chimenea, acompañado por Lilith, la hermana de Lucifer.

Lilith, usualmente llena de vida, había notado cómo Alastor respondía a su presencia de manera diferente. Sonreía tímidamente cuando ella lo atendía y, aunque no decía mucho, parecía sentirse más relajado con ella cerca. Sus orejas, puntiagudas y sensibles, se mantenían erguidas, pero sin la tensión que mostraban cuando otros, especialmente Superiores hombres, se le acercaban.

Lucifer, sentado en su trono al fondo del salón, observaba en silencio. No era la primera vez que notaba cómo Alastor evitaba el contacto con los hombres, y cómo sus orejas temblaban ligeramente cada vez que uno se le acercaba. Hoy había decidido obtener respuestas.

—Alastor. —llamó Lucifer con voz firme.

El doncel levantó la vista, y sus orejas se movieron, bajando ligeramente, como si anticiparan algo que no deseaba. Lilith, que estaba a su lado, le lanzó una mirada a su hermano, notando el cambio inmediato en la postura de Alastor.

—¿Por qué siempre pides a las doncellas para atenderte? —preguntó Lucifer, sin rodeos.

Alastor abrió la boca, pero no emitió sonido alguno. Sus ojos se movieron nerviosamente entre Lilith y el príncipe. Su colita, que normalmente descansaba tranquila, se agitó nerviosa detrás de él. Era como si el simple hecho de estar bajo la mirada de Lucifer lo asustara.

Lilith, sensible a los cambios en el ambiente, frunció el ceño. Sabía que su hermano tenía un interés particular en descubrir lo que pasaba con Alastor, pero no le gustaba verlo tan asustado. Se inclinó un poco hacia Alastor y le dijo suavemente:

—Tranquilo, está bien. Mi hermano sólo tiene curiosidad, no quiere hacerte daño.

El doncel asintió con torpeza, pero no pudo evitar que su colita se escondió un poco de la ansiedad. Lucifer, sin embargo, no apartaba la mirada.

—Es más que curiosidad. —dijo Lucifer, levantándose de su asiento y acercándose. Cada paso que daba hacia Alastor, las orejas del doncel bajaban más. —¿Por qué no permites que los hombres te toquen, Alastor?

Lilith miró con preocupación a su hermano y luego a Alastor, cuya respiración se estaba acelerando visiblemente. Sus orejas prácticamente se aplastaron contra su cabeza, y su colita temblaba.

❝ 𝗗𝗢𝗡𝗖𝗘𝗟 ᴅᴇʟ 𝗥𝗘𝗬 ❞┃AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora