🍎📻┊Cuando Lucifer observó la mirada vacía de Alastor, su silencio inquietante y su comportamiento asustadizo, supo de inmediato que no había venido por voluntad propia.
𓍢ִ໋🌷͙֒ Hazbin Hotel Au Hell.
𓍢ִ໋🌷͙֒ AppleRadio: Lucifer x Alastor
𓍢ִ໋🌷...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lucifer caminaba por los pasillos del castillo, como lo había hecho cada día desde aquella última conversación a través de la puerta cerrada. Habían pasado semanas, casi un mes, y el silencio entre ambos se había vuelto una constante. Aunque las doncellas le aseguraban que Alastor comía y se cuidaba, nunca había sido suficiente para calmar la inquietud del príncipe. Su mente no dejaba de dar vueltas, preguntándose cómo podría ayudarlo a sanar, si es que algún día volvería a confiar en él.
Cuando llegó frente a la puerta, respiró hondo y, como siempre, habló con la voz más suave y calmada que pudo.
—Alastor... —comenzó, apoyando su mano sobre la madera de la puerta—. Sé que es difícil, lo sé. Pero, por favor, no cierres tu corazón para siempre. Estoy aquí, esperándote. No me iré a ningún lado.
El silencio volvió a reinar al otro lado, como había sucedido cada día durante ese mes. Lucifer cerró los ojos con frustración, pero antes de retirarse, un sonido suave, casi imperceptible, lo detuvo. Un "click". Era el seguro de la puerta.
Lucifer se quedó quieto, su corazón latiendo con fuerza. El significado de ese pequeño gesto no se le escapaba: Alastor había desbloqueado la puerta. La posibilidad de entrar y verlo por primera vez en semanas lo llenó de una mezcla de miedo y esperanza. Con manos temblorosas, empujó la puerta lentamente, permitiendo que se abriera.
La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por la tenue luz de la luna que entraba por el balcón. Cuando finalmente entró, su mirada se posó en la figura de Alastor, quien estaba de espaldas en la cama, su cuerpo recogido sobre sí mismo, envuelto en una manta.
Lucifer cerró la puerta detrás de él con suavidad, su respiración temblando mientras caminaba hacia el doncel. Cada paso lo acercaba más, y con cada paso, sentía la creciente necesidad de abrazarlo, de ofrecerle el consuelo que sabía que Alastor necesitaba, aunque este no lo pidiera.
Cuando llegó al borde de la cama, habló, su voz apenas un susurro.
—Alastor... —Lo llamó, esperando que su voz pudiera atravesar la barrera de dolor que aún lo envolvía.
Alastor no se movió al principio, pero sus orejas, siempre reveladoras, se inclinaron ligeramente, como si reconocieran la presencia de Lucifer. Durante largos segundos, solo hubo silencio, y Lucifer se arrodilló al lado de la cama, su desesperación evidente.
—No puedo seguir viéndote así, sin hacer nada. Por favor, déjame ayudarte, aunque sea un poco. —su voz estaba rota, vulnerable—. No sé qué más decir o hacer... pero no quiero perderte.
Alastor permaneció en silencio, aún dándole la espalda a Lucifer. Sin embargo, el príncipe notó el más leve temblor en los hombros del doncel, una señal que algo se estaba rompiendo. Entonces, en un movimiento lento y casi imperceptible, Alastor giró la cabeza hacia un lado, lo justo para que Lucifer pudiera ver parte de su rostro. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos, su rostro demacrado por el dolor.
—No sé cómo estar cerca de ti... —susurró Alastor con voz quebrada—. No sé cómo confiar de nuevo... No sé cómo sentirme seguro.
Esas palabras desgarraron el corazón de Lucifer. Sabía que no era una cuestión de no querer, sino de no saber cómo hacerlo, de haber sido tan roto que la confianza y el amor se sentían como conceptos ajenos. Pero también sabía que no podía rendirse.
—No tienes que saber cómo... —dijo Lucifer, su voz suave pero cargada de determinación—. Yo te ayudaré a descubrirlo. No tienes que hacerlo solo.
Se acercó más, extendiendo sus brazos con cautela, dándole tiempo a Alastor de alejarse si no quería el contacto. Pero el doncel no se movió, su cuerpo seguía temblando ligeramente. Tomando esto como una señal, Lucifer rodeó su cuerpo con los brazos, abrazándolo con fuerza pero con delicadeza. Era la primera vez que lo sostenía tan cerca desde aquel fatídico día, y en ese momento sintió cuán frágil estaba Alastor. Su cuerpo temblaba contra el suyo, y aunque sus labios no emitían sonido alguno, las lágrimas caían de sus ojos en completo silencio.
Lucifer cerró los ojos, sintiendo cómo su propio pecho se apretaba de emoción. Sus alas se desplegaron lentamente, envolviendo también a Alastor en un capullo de protección. El doncel se rindió en sus brazos, su cuerpo soltando la tensión acumulada mientras se dejaba llevar por el momento.
—Estoy aquí... —susurró Lucifer contra el cabello de Alastor—. No voy a dejarte, nunca.
El silencio fue roto solo por los suaves sollozos de Alastor, su dolor escapando finalmente en forma de lágrimas. No podía encontrar las palabras, no podía decirle a Lucifer lo que sentía, pero el mero hecho de estar envuelto en ese abrazo, de ser protegido por él, rompió las barreras que había construido en su interior. Las lágrimas seguían cayendo, empapando la camisa del príncipe, pero esta vez no había culpa ni vergüenza. Solo el profundo agotamiento de alguien que finalmente se permitía sentir.
Lucifer, por su parte, solo lo sostuvo más fuerte, sus propias emociones a flor de piel mientras apoyaba su cabeza contra la de Alastor. No le importaba cuánto tiempo estuvieran así, solo quería que supiera que no estaba solo, que aunque el camino fuera difícil, él lo recorrería a su lado.
El tiempo pareció detenerse para ambos. Alastor, aunque roto, finalmente se permitió ceder. Por primera vez en semanas, su corazón, aunque lleno de cicatrices, comenzó a abrirse un poco. No sabía cómo confiar de nuevo, no sabía cómo dejar de tener miedo, pero en ese abrazo, en los brazos de Lucifer, se sintió, por un breve momento, un poco menos solo.
Cuando las lágrimas finalmente cesaron, Alastor permaneció en silencio, con su rostro apoyado en el pecho del príncipe, su respiración aún entrecortada. No podía hablar, no podía expresar lo que sentía, pero ya no estaba solo.
Lucifer, acariciando suavemente el cabello de Alastor, susurró una última vez:
—Todo estará bien, Alastor. Te lo prometo.
Y esta vez, aunque en silencio, Alastor creyó en esa promesa.
Y colorin colorado, el cuento se ha terminado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.