Capítulo 9

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La misión estaba empezando a pesarles. La experiencia de vivir en un camarote de lujo, comer comida increíble y disfrutar de la emoción de sus itinerarios diarios se había desvanecido rápidamente a una obligación ligeramente temerosa, y de alguna manera terrible que sin duda convencía a Harry de que estaban aquí para trabajar en vez de para jugar.

Había tenido la esperanza de que la tarde de ayer de compras en St. Thomas se convirtiera en trabajo, pero había sido tensa, aburrida y decepcionante, al igual que el resto de la semana. Esa amalgama peligrosa conducía a un compañero de mal humor a un poco de sexo caliente por la noche.

Sexo. Louis y él habían estado uno encima del otro durante días. Aunque Harry no tenía queja alguna, era realmente extraño tratar de recordar que supuestamente estaban trabajando. La espera les estaba matando y el sexo era la única salida que habían tenido aparte de la rara incursión en una aventura cuidadosamente planeada como esa tirolina sobre las copas de los árboles. Cada noche, o día, como ocurría cada vez con más frecuencia, era progresivamente más intensa y caliente.

Las emociones de Harry también lo eran, y estaba teniendo dificultades para recordar que la constante cercanía y vivir la mentira de ser Corbin y Del Porter retorcía esas emociones. No significaba que la cercana y apasionada conexión entre él y Louis no fuera tan real como se sentía.

Todo cambiaría cuando fueran a casa. Louis cambiaría.

Harry suspiró y decidió no pensar en ello mientras se quitaba la camisa por la cabeza y la arrojaba al sofá. Era agotador pasar un buen rato. Habían estado aquí siete extra largos días terriblemente aburridos y repletos de actividades, y estaba pensando que pasar la mayor parte de uno en la cama sonaba como una gran idea, especialmente después de que Louis y su temerario salto le hubieran tensado los nervios ayer.

La reticencia de Harry no había impedido que Louis echara a correr a toda velocidad hacia el borde del acantilado y se lanzara con el tipo de placer despreocupado que sólo los locos podían mantener y vivir. Harry no se lo había dicho, pero se había detenido en la barandilla alrededor de la ladera de la montaña para ver a su amante saltar al vacío. El corazón de Harry se había desplomado como si hubiera sido él quien saltara. Tenía que decir una cosa: la forma de Louis era hermosa cuando se lanzó hacia la piscina plácida de abajo. Se preguntó si se trataba de algo que venía natural o si era el entrenamiento de Louis.

Una cosa que sí sabía: Louis no tenía miedo.

Rió ligeramente, sacudiendo la cabeza y dándose la vuelta para mirar al camarote. Se preguntó dónde se habría metido. Su compañero había mencionado algo sobre necesitar hacer un recado cuando salieron del restaurante después de comer. Harry ya había decidido hacer el vago un rato, así que había vuelto al camarote, se había quitado los zapatos y caminado por la habitación hasta el sofá, donde se sentó y se estiró con un suspiro.

Unos minutos más tarde oyó abrirse la puerta del camarote y cerrarse, y luego el crujido de una bolsa de plástico cuando Louis entró y dejó todo lo que había comprado.

—Estoy bastante seguro de que he sido manoseado cuando fui a comprar pasta de dientes —dijo Louis con el ceño fruncido mientras luchaba con los diminutos botones de su camisa—. Por una pequeña viejecita con mariposas muertas en su sombrero.

Harry tuvo que luchar con fuerza para no reírse. Se había dado cuenta en los últimos días que cada vez que Louis se frustraba, comenzaba a tirar piezas de ropa a izquierda y derecha. No era como si no le gustara mirar, pero el hecho de que lo estuviera haciendo ahora probablemente significaba que no creía que ser manoseado fuera divertido.

—Me sorprende que no fuera más que eso, llevando esos pantalones —murmuró Harry, mirando el culo de Louis.

Louis puso los ojos en blanco. Harry se preguntó cuánto aguantaría Louis antes de poner fin a los comentarios lascivos que él tenía toda la intención de seguir haciendo. Observó a su compañero, apreciando la vista cuando Louis fue a sentarse al sofá y apoyó los pies sobre la mesa frente a él.

(You know) I Love a London BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora