La mañana en Liyue se presentó radiante, pero una inquietante calma se cernía sobre el Jardín Bólido. Baizhu, afanado en sus labores, notó que la flora lucía diferente, como si presintiera un cambio en el aire. Mientras organizaba frascos de hierbas, su mente se desvió hacia Il Dottore, quien había estado más distante últimamente.
A media mañana, Il Dottore llegó al jardín, su abrigo oscuro ondeando con el viento. En su mirada había una mezcla de determinación y duda.
—Baizhu —comenzó, acercándose con paso firme—. Necesito que hablemos sobre lo que sucedió la última vez.
Baizhu se detuvo, dejando a un lado un frasco.
—Claro, ¿qué te preocupa?
—He estado trabajando en un experimento —dijo Il Dottore, evitando la mirada de Baizhu—. Algo que podría cambiar la forma en que entendemos la vida y la muerte. Pero el riesgo es considerable.
Baizhu sintió un nudo en el estómago. Sabía que la curiosidad científica de Il Dottore podía llevarlo a terrenos peligrosos.
—¿Es realmente necesario? —preguntó, su tono lleno de preocupación—. La vida es un delicado equilibrio. No todo debe ser manipulado.
Il Dottore se acercó más, sus ojos fijos en los de Baizhu, buscando la conexión que habían cultivado.
—No se trata solo de la ciencia. Se trata de entender la existencia. Quiero que estés a mi lado, pero necesito que comprendas el peligro.
Baizhu respiró hondo. La verdad era que sentía una profunda conexión con Il Dottore, y el temor de perderlo lo llenaba de angustia.
—Si decides seguir adelante, estaré contigo. Pero quiero que sepas que hay límites que no deberías cruzar.
Il Dottore asintió, comprendiendo la carga de la decisión que ambos llevaban. Se acercaron, y en un momento de vulnerabilidad, Baizhu tomó la mano de Il Dottore.
—Prometamos que, pase lo que pase, siempre nos comunicaremos —dijo, su voz suave pero firme.
Il Dottore sonrió, el peso de sus dudas aliviándose un poco.
—Prometido.
La atmósfera se volvió más ligera, y la tensión entre ellos se transformó en una calidez reconfortante. Decidieron que, a pesar de las adversidades, seguirían explorando su relación y enfrentando juntos cualquier desafío.
Más tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse, Baizhu llevó a Il Dottore a una pequeña colina que dominaba el Jardín. Desde allí, podían ver todo Liyue iluminado por los últimos rayos del día.
—Mira —dijo Baizhu, señalando el horizonte—. Cada día es una nueva oportunidad.
Il Dottore observó, maravillado por la belleza del lugar. En ese momento, comprendió que había más en la vida que sus experimentos.
—Nunca he visto el mundo de esta manera —confesó—. Es… inspirador.
Baizhu se volvió hacia él, una chispa de esperanza en sus ojos.
—Y hay tanto que podemos aprender juntos. No todo se reduce a la ciencia; también está el corazón.
Il Dottore sintió un cosquilleo en el pecho. Esa conexión emocional era algo que había descuidado por tanto tiempo.
—Tienes razón. No debería dejar que mis obsesiones nublen mi juicio sobre lo que realmente importa.
Mientras compartían esa vista, Baizhu se dio cuenta de que no solo quería ser el apoyo de Il Dottore, sino también su compañero en esta exploración de la vida.
—Prometamos también que nos apoyaremos mutuamente en nuestras pasiones. Quizás yo pueda aprender de tu curiosidad, y tú de mi calma.
Il Dottore sonrió, una expresión genuina que rara vez mostraba.
—Me parece un trato.
En ese instante, sintieron que sus corazones latían al unísono. La conexión entre ellos se solidificaba, y con cada palabra compartida, los miedos se desvanecían.
Más tarde, esa misma noche, mientras caminaban de regreso al jardín, se encontraron con Kaeya y Albedo, quienes parecían haber tenido una conversación profunda también.
—¡Vaya, miren quiénes son los aventureros del día! —exclamó Kaeya, con una sonrisa traviesa.
Baizhu se sonrojó ligeramente, pero Il Dottore, siempre serio, contestó:
—Hemos estado discutiendo sobre cómo enfrentar los desafíos que se avecinan.
Albedo, con una mirada comprensiva, se acercó.
—Es bueno que compartan sus pensamientos. La comunicación es clave, especialmente cuando se está en medio de situaciones complicadas.
Kaeya miró a Il Dottore y luego a Baizhu, percibiendo la conexión que había florecido entre ellos.
—Así es, y no duden en apoyarse mutuamente. Ustedes son más fuertes juntos.
Mientras la noche caía, las cuatro figuras se unieron en un vínculo de amistad y amor, cada uno enfrentando sus propios desafíos, pero sabiendo que siempre habría un refugio en el otro.
Y así, con la luna iluminando el camino, Baizhu e Il Dottore, junto con Kaeya y Albedo, se prepararon para enfrentar lo que el destino les deparara, con la esperanza de que su unión sería más fuerte que cualquier adversidad.
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Entre Venenos y Curaciones [Baizhu x Il Dottore]
FanfictionBaizhu, un médico compasivo y protector. Il Dottore, un científico ambicioso y enigmático. Ambos se encuentran en un viaje emocional que los lleva a confrontar sus miedos, pasiones y la búsqueda de la inmortalidad. A medida que enfrentan desafíos...