El Secuestro Amistoso

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El día de la salida finalmente llegó, y el aire en Liyue estaba cargado de emoción y nerviosismo. Baizhu, Kaeya y Albedo se habían reunido temprano por la mañana para planear cómo convencer a Il Dottore de que dejara su trabajo y los acompañara en una nueva aventura. Sabían que sería complicado, pero la salud de su amigo estaba en juego.

Cuando llegaron al Jardín Bólido, encontraron a Il Dottore sumido en sus notas, completamente ajeno a los planes que se estaban gestando a su alrededor.

—Il, tenemos que hablar —dijo Baizhu, intentando sonar tranquilo.

—No puedo, Baizhu. Estoy a punto de descubrir algo importante —respondió Il Dottore, sin levantar la vista de sus papeles.

Kaeya, sin perder tiempo, se acercó y lo interrumpió.

—¡Ya basta, Il Dottore! —exclamó, con una sonrisa traviesa—. Hoy no hay experimentos. ¡Estás secuestrado!

Il Dottore miró a Kaeya con sorpresa, pero antes de que pudiera protestar, Albedo se unió a la escena.

—Hemos planeado una misión de exploración. Necesitamos que vengas. Es vital para tu salud —dijo Albedo, su tono serio pero amable.

Il Dottore intentó protestar, pero antes de que pudiera argumentar, los tres amigos se acercaron a él. En un movimiento inesperado, lo rodearon y comenzaron a arrastrarlo hacia la puerta.

—¡No! ¡No puedo! —gritó Il Dottore, aunque su resistencia se tornó más débil a medida que sus amigos lo guiaban hacia el exterior.

—Lo siento, pero no hay vuelta atrás —dijo Baizhu, sintiendo una mezcla de diversión y preocupación por la reacción de Il.

Afuera, el sol brillaba, y el aire fresco llenaba sus pulmones. Al llegar a un pequeño claro, Baizhu se detuvo y miró a Il Dottore a los ojos.

—Sabemos que estás obsesionado con tu investigación, pero también necesitamos que descanses. No podemos dejar que esto te consuma.

Il Dottore cruzó los brazos, mirando hacia el suelo, luchando entre su deseo de continuar trabajando y la necesidad de tomar un respiro.

—¿Y si pierdo algo importante? —preguntó, su voz llena de angustia.

Kaeya se acercó, poniendo una mano en su hombro.

—Lo que importa ahora es tu bienestar. La ciencia siempre estará ahí, pero nosotros somos tus amigos. Queremos que vivas plenamente.

Albedo asintió, agregando con seriedad:

—El conocimiento también se obtiene a través de la experiencia. Necesitas salir al mundo, respirar aire fresco y disfrutar de lo que hay a tu alrededor.

Después de un momento de silencio, Il Dottore finalmente levantó la vista. La expresión en su rostro era una mezcla de lucha interna y necesidad de conexión.

—¿Qué me propones? —preguntó, su voz más suave.

—Vamos a explorar las Montañas de Liyue —dijo Baizhu—. Habrá nuevas hierbas, criaturas y lugares que investigar. Pero esta vez, lo haremos juntos, como un equipo. No todo tiene que ser sobre el trabajo.

Il Dottore observó a sus amigos, notando la genuina preocupación y amor que mostraban por él. Era un recordatorio de que, aunque su búsqueda de conocimiento era importante, las conexiones humanas eran igualmente vitales.

—De acuerdo —dijo finalmente, su voz un poco más firme—. Iré con ustedes, pero solo si prometen que no todo será sobre investigación.

Kaeya sonrió, satisfecho.

—Prometido. Tendremos tiempo para reír y disfrutar. La aventura comienza ahora.

Mientras caminaban hacia las montañas, la atmósfera se volvió más ligera. Las risas y las conversaciones fluyeron, y por primera vez en mucho tiempo, Il Dottore se sintió un poco más libre.

A medida que ascendían, Baizhu notó cómo la tensión en los hombros de Il Dottore comenzaba a desvanecerse. Estaba experimentando algo que no había sentido en mucho tiempo: la alegría de la exploración.

Cuando llegaron a la base de las montañas, se detuvieron para admirar el paisaje. Las cumbres cubiertas de nieve se alzaban majestuosas ante ellos.

—Miren eso —dijo Albedo, apuntando—. Hay un sendero que parece llevar a una cueva. Podría haber hierbas raras en su interior.

—Entonces, ¡vamos! —exclamó Kaeya, emocionado—. ¿Quién sabe qué descubrimientos nos esperan?

Il Dottore observó a sus amigos, sintiéndose un poco más conectado con el mundo que lo rodeaba. La emoción del momento lo envolvió, y por primera vez en mucho tiempo, la ciencia no era su única prioridad.

Mientras se adentraban en la montaña, Baizhu se sintió aliviado. Habían logrado lo que se proponían: no solo sacaron a Il Dottore de su laboratorio, sino que también lo llevaron a un nuevo camino de descubrimiento, donde las risas y la amistad se entrelazaban con la búsqueda del conocimiento.

La aventura apenas comenzaba, y en el corazón de cada uno de ellos, la promesa de nuevos descubrimientos y conexiones profundas les aguardaba.

Entre Venenos y Curaciones [Baizhu x Il Dottore]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora