Cena

40 2 0
                                    

En la mesa estaba preparado el postre, pero siempre me como primero el postre cuando se trata de algo tan jugoso como ella, sentándola en mis piernas, haciéndola sentir como mi entrepierna quiere escapar, y dejando que se rozara con su entrepierna desnuda, en una pequeña falda, rodeada de gente, en un gesto que pare inocente, fui sintiendo como mojaba mi pantalón, excusa perfecta para llevarla al baño urgente, a reparar el daño que hacía.

La tire de rodillas en el cubículo del baño de hombres, me saque la verga, la puse en su boca, se la metí hasta el fondo, la cachetee y escupi, sentí como hacía tan rico su trabajo, su lengua se sentía rozando mi entrepierna, y su garganta tocando mi glande, se levantaba intentándome decir que la clavara, estaba urgida de verga.

Hasta que la tire contra la pared, la puse en 4, meti fuerte mi verga, hasta que sentí que salpicaba sus fluidos por todo lado, ese sonido, por dios, ese sonido fue tan placentero que sentí que me iba a correr, se movia como si fuera poseída, y yo empujaba con fuerza, estábamos hambrientos de devorarnos, cada vez mas duro, se sentía que en verdad nos íbamos a comer, o lastimar, estaba lleno este lugar de deseo, no importaba si nos escucharan, sus gritos eran como si realmente algo endemoniado me diera.

Me sente, se sento encima de mí, saltaba, sus tetas rebotaban, y estaba quemándome por dentro, mío y de su entrepierna, los rasguños de los dos nos marcaban, estábamos comiéndonos, y las bocas hacían lo mismo, nos mordíamos, nos apretábamos, era tan fuerte que me corrí sintiendo que mi semen recorrió todo, incluso chorreaban por fuera, pero seguíamos, esa mujer estaba poseída, y me poseyó con el deseo de repetirlo tantas veces que hoy deseo repetir, ahora mismo.

Sexo sin preámbulos, el cielo infernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora