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Era un tranquilo y aburrido fin de semana, hasta que Roier decidió invitar a sus amigos a su casa para jugar videojuegos, Rubius y Roier se encontraban peleando por quién era mejor jugador en mario kart, Quackity por su lado, se encontraba siendo ...

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Era un tranquilo y aburrido fin de semana, hasta que Roier decidió invitar a sus amigos a su casa para jugar videojuegos, Rubius y Roier se encontraban peleando por quién era mejor jugador en mario kart, Quackity por su lado, se encontraba siendo espectador mientras comía algunas frituras que Luzu le había ofrecido. Su teléfono vibró y lo sacó del bolsillo delantero de su pantalón, percatandose que era un aviso de batería baja, hizo una mueca de disgusto y levantó la mirada para mirar a sus amigos.

-Roier ¿me prestarías tu cargador? -preguntó lo suficientemente alto para que el castaño lo escuchara.

-Malnacido -soltó a regañadientes.

-¡Roier! -insistió el mexicano.

-¡Está en mi cuarto, wey! -respondió con el entrecejo arrugado- ¡JA! Te acabo de rebasar, rubia barata.

-El animal de granja me distrajo -se quejó.

Quackity puso los ojos en blanco y se levantó de su asiento, dejó sus frituras sobre su asiento y se dirigió a las escaleras, subiendolas con cuidado, caminó hasta la habitación del castaño, sorprendiéndose de lo desordenado que Roier podía ser, pero comparándolo con los ataques de ira de su hermano, esto no era nada. Pasó alrededor de ocho minutos ahí, levantando prendas que no lograba descifrar si estaban limpias o sucias, no tenían un olor desagradable pero tampoco un olor exquisito, no olían a nada, habían algunos objetos tirados, algunas cajas con el logo de Amazon abiertas y vacías, habían envolturas de fritura y dulces esparcidas, encontró el cargador del castaño justo abajo de su cama. Sonrió victorioso y cuando estuvo a punto de levantarse, se encontró un portaretrato, en la fotografía se encontraban Roier y Luzu, ambos sentados uno junto al otro, el de ojos rubíes tenía su brazo por encima de los hombros del mexicano, tenía una hermosa sonrisa en el rostro, algunas espinillas en la cara y su cabello estaba despeinado.

Sabía que estaba mal, tenía que sacarse a Luzu de su corazón, sacárselo de su cabeza, le pertenecía más a su hermano que a él, siempre le perteneció más a Alexis que a él, le dolía y sus amigos le decían que debía odiar a su hermano lo hacer eso, por haberle robado el novio, pero no podía, Alexis era su hermano mayor, lo amaba y siempre será así, pero prefería negar el hecho de que sentía celos, sentía mucha tristeza y quería ser él, la persona favorita de Luzu.

Quería volver a ser su novio pero sabía que eso jamás sucedería, porque Luzu lo quería, le tenía cariño, lo sabía por la forma en la que lo trataba y le hablaba, pero amaba a Alexis, se notaba por la forma en la que lo miraba, el como se comportaba con él y notaba lo mismo en Alexis, lo psicópata que a veces solía ser, desaparecía y se transformaba en un chico risueño y adorable.

Luzu le hacía bien a Alexis, y eso era algo que nadie entendía.

Soltó un suspiro que no sabía que estaba reteniendo y decidió salir de la habitación, caminó por el pasillo hasta que escuchó la carcajada del castaño, aquella que le provocaba cosquillas en el estómago, sabía que estaba mal hacerlo pero de igual forma lo hizo, se acercó a la puerta que daba hacia la habitación de Luzu y una vez más escuchó su suave carcajada, hasta que hubo un pequeño silencio.

𝑹𝒐𝒊𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora