Pag. 04

33 9 30
                                    

Roier caminaba hacia su salón mientras revisaba su proyecto de química, tuvo que realizar un experimento por su cuenta para ganar puntos extras, pero aparte de tomar fotografías como evidencia, también tenía que escribir un reporte sobre cada deta...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Roier caminaba hacia su salón mientras revisaba su proyecto de química, tuvo que realizar un experimento por su cuenta para ganar puntos extras, pero aparte de tomar fotografías como evidencia, también tenía que escribir un reporte sobre cada detalle del experimento, quería conseguir el puntaje más alto y demostrarle a su profesora de química que no solamente era un alborotador de la paz. Pero sentía que algo le hacía falta y revisaba profundamente sus hojas, hasta que chocó contra alguien y su proyecto se esparció por el suelo, algunos alumnos evitaban pisar las hojas, otros iban lo suficientemente distraídos para percatarse de las hojas en el suelo, y otros... No les importaba y terminaban pisandolas.

El castaño soltó un gruñido y se apresuró a agarrar sus hojas, más tarde las acomodaría, hasta que alguien le extendió unas pocas hojas de su proyecto, levantó la mirada y se encontró con unos ojos oscuros pero brillantes, tal como la obsidiana, su cabello negro tocaba sus hombros, tenía puesto un gorro morado el cual, tenía la figura de un cráneo.

Hola –dijo con una sonrisa– Deberías fijarte por dónde caminas, así no terminas con tu tarea toda pisoteada, hay gente muy desconsiderada.

–Si, lo sé –dijo con una pequeña sonrisa y agarró las hojas que le faltaban– Muchas gracias...

–Missael, pero mis amigos me dicen Missa –extendió su mano derecha.

Roier –ambos chocaron las palmas y seguidamente, sus puños– ¿Eres nuevo? –preguntó mientras ordenaba sus hojas.

¿Es muy obvio? –cuestionó divertido.

El castaño hizo un movimiento suave de cabeza– Todos saben quién soy, no suelen preguntarme por mi nombre.

–¿Eres el típico popular de las películas para adolescentes? Qué cliché, hermano –soltó una pequeña risita.

Algo así –se encogió de hombros– Mi... Ahh –balbuceó confundido, no le gustaba definirse como el hermano del chico que tanto le gustaba– Lusu es el capitán del equipo de baloncesto, todos me conocen gracias a él.

–Uhm entiendo, bueno, no conozco a ese tal Lusu pero supongo que es muy cool –soltó una pequeña risita.

Él es... Increíble –sintió sus mejillas arder y luego negó haciendo ligeros movimientos de cabeza– ¿Cuál es tu salón? –preguntó curioso.

Umm –le mostró la hoja que la secretaria del director le había entregado– No entiendo como clasifican los grupos en este país, creo que tardaré en instalarme –hizo una mueca de disgusto– En México todo es más simple, si pasabas a segundo año solo existían los grupos por letras, a,b,c,d, una vez fui a una secundaria donde los grupos llegaban hasta la letras f, yo estaba en el grupo c, en mi escuela anterior.

𝑹𝒐𝒊𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora