No te vayas. Por favor, no te vayas.

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𝐏𝐀𝐓𝐑𝐈𝐂𝐈𝐀 𝐏𝐎𝐕

Después del día y la noche que pasamos Néstor y yo pasaron algunos días, en los que yo inevitablemente tuve que enfrascarme en mi carrera política porque bastante descuidada había estado ya gracias a mi médico. A pesar de que esos momentos fueron los instantes de felicidad más increíbles que he tenido en más tiempo del que puedo recordar, después todo se vio empañado por una nube de oscuridad. Néstor se enteró de mi decisión de cederle la dirección del Sorolla a Jaume, además de la privatización de este; como era de esperar no le hizo nada de gracia, y a pesar de mis intentos por explicarme y que me escuchara no hubo manera, llevaba evitándome todos estos días, incluso cuando iba al hospital. Pero si Néstor creía que yo iba a arrastrarme hasta que me perdonara estaba muy equivocado, no pensaba intentarlo más, su puto ego no le permite escucharme, pues el mío no permitirá que me rebaje más.

𝐍𝐄́𝐒𝐓𝐎𝐑 𝐏𝐎𝐕

La brisa marina golpeaba la cara de Néstor mientras caminaba por la playa. Hacía poco que el sol se había puesto, convirtiendo el claro color turquesa del agua de Valencia en un azul oscuro. Probablemente ya era hora de volver a casa, pensó. Pero el aroma salado, la suavidad de la arena bajo sus pies; todo ello era como una parte de él y le hacía sentirse completo. Necesitaba esa sensación. Era agradable, pero siempre acababa igual.

Con un suspiro, Néstor se frotó la arena de los pies y se calzó los zapatos que llevaba en las manos. Quedarse aquí hasta tarde no iba a servir de nada. Si pudiera, ya lo habría hecho.

Se metió las manos en los bolsillos y echó una última y larga mirada a las olas, deseando que su sonido ahogara sus pensamientos. Se estaba dando la vuelta para marcharse cuando vio algo.

No, no algo... alguien.

El salto de su corazón no era algo que pudiera evitar o controlar. Le había seguido durante todo este tiempo, cada vez que la veía pasar, cada vez que algún ciudadano o las noticias la mencionaban. 

Patricia.

Verla era una rareza estos días, y mucho peor que tener que lidiar con los recuerdos en su mente. Caminaba en su dirección, con la mirada baja, concentrada en cómo las olas rompían cerca de sus sandalias y luego se retiraban, sin llegar a tocarlas. Gran parte de su piel estaba desnuda, cubierta únicamente por un bikini negro como el cielo nocturno y unos pantalones cortos vaqueros. Llevaba el pelo rubio suelto y ondeaba alborotado por el viento. Levantó la mano para apartárselo de la cara, y Néstor recordó cuando fue él quien lo hizo.

Aquello era antes. Ahora era ahora.

Cuando ella le vio, se detuvo en seco, tan sorprendida como él. Se miraron un momento y luego ella se volvió hacia el mar, con la espalda recta y la barbilla alta. Toda su postura enviaba el mensaje de que la ignorara y siguiera su camino.

Néstor quiso hacer lo mismo desde el momento en que la vio. Al fin y al cabo, llevaban días evitando verse, o más bien, él evitándola a ella... Podían seguir haciéndolo. Pero algo le empujó a acercarse. Tal vez la misma parte de él que quería huir. Cuando se puso a su lado, ella no dio señales de notar su presencia. Observó su perfil, su mirada obstinadamente fija en el horizonte.

N: no deberías estar aquí sola tan tarde.

Sus palabras sólo fueron recibidas con un silencio estoico. Sus ojos la miraban por sí solos. Había mucha piel expuesta que él había acariciado hasta hace apenas unos días; trató de ignorarlo. Lo que no podía ignorar, sin embargo, era la piel de gallina en sus brazos... y dondequiera que mirara, ahora que estaba prestando atención. Al estar en la costa, Valencia solía ser cálido, pero en invierno, por la noche, y justo al lado de la brisa marina, la temperatura era lo más baja que podía ser.

Deberíamos ser más valientes, ¿no? || Patricia y Néstor (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora