El adiós que nunca fue

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—Erik hijo ¿Estás bien?— Edie con tranquilidad se acercó hasta su único hijo, acariciando su cabeza, tratando de transmitirle seguridad de alguna manera— Sé que separarte de esa forma de Charles y todo lo que conociste fue duro para ti— la mujer t...

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—Erik hijo ¿Estás bien?— Edie con tranquilidad se acercó hasta su único hijo, acariciando su cabeza, tratando de transmitirle seguridad de alguna manera— Sé que separarte de esa forma de Charles y todo lo que conociste fue duro para ti— la mujer terminó por sentarse al lado del Alfa, acariciando su brazo— Creí que ir al psicólogo te ayudaría.

El hombre se frotó los ojos, negándose a mirar otra cosa que no fuera su taza de café que para entonces debía estar fría, pues mantener sus ojos puestos en algo específico le hacía olvidar de manera momentanea todo lo que pasó el día que despertó.

Erik no sabía cuanto había dormido, o cómo es que había logrado llegar a S.H.I.E.L.D sano y salvo, solo tenía certeza de que estaba solo. Ni Raven, ni Logan o Cassandra estaban con él. Intentó preguntar en muchas ocasiones que les había pasado pero nadie respondió a sus preguntas, se limitaban a llevarle comida y cuidar cualquier herida que pudiera tener, decían que tenía que estar fuerte para todo lo que le deparaba a fuera, ya que su padre al recibir múltiples acusaciones no solo de corrupción, sino también de asesinato y nexos con el crimen estaba en problemas muy serios, siendo muy probable que los arrastrara si Erik y su madre si no daban buenos argumentos para probar su inocencia o se escondían hasta que todo pasara.

Al Alfa no le gustaba ninguna de las dos ideas, pero cuando salió del hospital de la agencia, no tuvo más remedio que seguir los consejos de su madre y quedarse en silencio, al menos hasta que Jakob fue condenado y ellos pudieron tener relativa libertad. Sumamente relativa porque las acusaciones en la calle y señalamientos en los medios no pararon, no al menos hasta que un nuevo escándalo acaparó los reflectores.

Erik odió el momento en que todo volvió a la calma, pues su mente al estar en paz, le permitió pensar en Charles, le permitió preocuparse por la separación que sufrieron, aquel caos que vivieron. Dejó que su corazón doliera como nunca antes. Se sentía vacío sin esos ojos azules mirándolo. Se sentía solo sin la constante presencia del omega que al final del día se preocupaba por todos a su alrededor, tanto que estuvo dispuesto a sacrificar su propia vida con tal de alejarlos del mal.

—Yo también lo creí, pero mi Alfa no lo entiende.

Intentó hacer de todo para olvidar a Charles, pero nada parecía funcionar. Ni las salidas, ni el ejercicio, ni las múltiples actividades de ayuda en las que se metió le dejaban en paz. Muchas veces fue a la agencia a preguntar dónde estaba la familia Xavier. Las primeras ocasiones Natasha o Clint salieron a decirle que lo mejor era intentar superar todo lo ocurrido, que lo mejor era continuar con su vida. Cuando los cansó, ya ni siquiera querían recibirlo. Ello no le impidió buscar noticias de él por internet, pero lo último que supo, fue que la empresa de modas cerró debido a la muerte de Brian y las respectivas acusaciones de enriquecimiento ilícito. Después, no había nada. Ni un solo rastro.

Pensó en contratar a un investigador privado, pero no pudo hacerlo.

—¿Estás seguro de que era amor? Estuviste mucho tiempo cautivo.

—Fueron solo un par de meses.

Su madre bajó la cabeza, tratando de buscar las respuestas, las palabras correctas para que Erik pudiera reaccionar, pero después de tanto tiempo en silencio se dió cuenta que en esos instantes, no había nada que pudiera consolar a su hijo. El corazón no conocía los conceptos humanos.

—¿Has hablado con Magda?

—Si, a ella le esta yendo muy bien fuera del país. Dice que ahora consiguió una nueva pareja, es una Alfa, pero no me quiso decir el nombre.

Era evidente que después de aquel traumático suceso, ninguno de los dos había querido volver a relacionarse, al menos no de manera directa, pues aún mantenían conversaciones telefónicas. A veces hablaban sobre su día, como les estaba yendo, otras tantas, como lidiaban con las pesadillas. Eran muy raras las ocasiones dónde hablan de Charles, Raven o cualquier involucrado.

—Ella está avanzando.

—No estoy seguro de eso— había algo en la intuición de Erik que le decía que no todo estaba bien con Magda, pero si ella no se sentía lista para hablar, él no la iba a forzar.— Voy a salir.

Su madre estaba a punto de oponerse, pero ver tan triste a Erik la hizo asentir.

—Ve con cuidado.

Erik no respondió, solo le dió un beso en la frente a su madre antes de salir.

Ahora el Alfa ya tenía el privilegio de poder caminar tranquilo por las calles, observar todo a su alrededor. Las personas, los pequeños animales e insectos que estaban acostumbrados al contacto humano, los pequeños negocios.

Todo le seguía pareciendo tan ajeno, tan intangible sin Charles a su lado.

El Alfa se tocó la cabeza con dolor antes de toser. Sentía que en cualquier momento le iba a dar gripa. Evitando estornudar, se acercó hasta una de las farmacias, quizá un poco de vitaminas era lo que le hacía falta.

—¿Estas están bien?

—Las que sea está bien.

Incluso interactuar con otros humanos le resultaba difícil y eso en cierta forma le aterraba, ser tan dependiente de Charles, más bien, haberse vuelto tan dependiente de él.

Apretó los labios.

En verdad deseaba poder olvidar a Charles.

Pero si lo olvidaba ¿Qué le quedaba? ¿Qué le quedaba a su Alfa? La conexión que generó no se podía borrar, no de esa manera.

Debería de odiarse, aunque no sabía bien por qué. Si por ser tan débil para no olvidar o por siquiera pensar en hacerlo.

—Maldita sea.

Antes de siquiera pensar en responderse, la lejana visión de Charles en uno de los restaurantes de la zona le hizo quedarse congelado. El omega se veía diferente, esa aura de tristeza, dolor e ira se había esfumado. Xavier estaba feliz, reía abiertamente en dirección a Cassandra y Raven, quienes parecían también bastante relajadas. Bebían y comían como si nada malo ocurriera en el exterior.

La visión le robó el aliento.

Así es como había imaginado una vida con Charles.

Sin siquiera pensarlo, sus piernas lo guiaron hasta el pequeño lugar. Tratando de no parecer ansioso después de meses sin verlo.

—Charles.

Erik no gritó, ni traspasó la puerta. Solo se quedó ahí, mirando en silencio como Charles alzaba la cabeza y le sonreía.

Podría parecer estúpido, pero ese solo gesto, le regresó el color al mundo de Erik.


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¡El siguiente capítulo de la historia es el epílogo!

Herederos del caos | Cherik, Ineffable husbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora