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CAPITULO 9: LOS GIRASOLES

A veces, la vida nos sorprende de tal manera que no imaginaríamos nunca. Ya sea con momentos, personas, o con cualquier cosa que desafíe nuestras expectativas. En mi caso, fue con él. Si me preguntan si me arrepiento de haberlo conocido, les diría que no. Con él, salí de mi estado de confort y entré en su extravagante mundo lleno de risas y vulnerabilidades.

Si me preguntan si me arrepiento de amarlo, jamás. Abrir mi corazón, especialmente a él, fue lo mejor que pude haber hecho. Cada sonrisa, cada mirada compartida, y cada aventura vivida juntos han dejado una huella imborrable en mi alma.

—Señorita Kim —grita mi profesor—, ¿puede repetir lo que acabo de explicar?

Mierda. 

Me quedé mirando el pizarrón, incapaz de procesar nada de lo que había anotado el profesor Yu. Las fórmulas y diagramas parecían un jeroglífico sin sentido.

— ¿Puede dejar de ir al país de las maravillas y prestar atención a clases? —me reprendió, y las risas de mis compañeros me hicieron sentir avergonzada.

Aun así, mi mente divagaba a otro lugar, a un mundo que no se encontraba en aquel salón. Pensaba en Jungkook, en su sonrisa que iluminaba mis días y en cómo, a pesar de las dificultades que enfrentábamos, él siempre encontraba la manera de hacerme sentir especial.

A medida que el profesor continuaba hablando, mi mente se desviaba hacia los momentos que habíamos compartido. La forma en que me miraba, como si estuviera descubriendo cada rincón de mi alma. Era como si, en sus ojos, pudiera encontrar un refugio al que nunca había tenido acceso.

Pero esa felicidad también viene con un precio, y no podía evitar que una sombra se cerniera sobre mi corazón. La idea de que nuestras risas y complicidades pudieran ser temporales, efímeras como los pétalos de las flores que caen en primavera, me aterrorizaba.

La campana sonó, sacándome de mis pensamientos. Mis compañeros comenzaron a levantarse ya empacar sus cosas, pero yo permanecí sentado, mirando por la ventana mientras el mundo exterior se llenaba de vida. El aire cálido y el canto de los pájaros parecían burlarse de mi confusión interna.

Finalmente, decidí salir del aula. Al cruzar la puerta, veo a Jungkook recostado en la pared del frente, con los brazos cruzados y una expresión seria que cambió enseguida por una sonrisa al verme.

—Hola —dijo tímido.

¿Jungkook tímido? Esto es nuevo.

—Hola —respondí sin más.

—Pu...podemos hablar? —preguntó.

 Y de inmediato sentí un nudo en el estómago. No estaba preparada para esta conversación.

Mas que nada por que no sabia que me iba a decir.

—Hana me está esperando —señalé el pasillo hacia la cafetería.

—Hana está ocupada con tu amiguito —rodó los ojos.

—¿Eh?

—Con el payaso con el que saliste ayer, está con él.

Levanté una ceja, tratando de procesar lo que decía.

—Ah, con Mingyu —al final entendí.

—Qué lenta eres —bromeó, con una sonrisa.

—Y tú un pesado —dije—. Y no te lo ando recordando todo el tiempo.

Comencé a caminar, esperando que él se quedara atrás, pero me siguió.

Hasta el ultimo suspiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora