11

41 10 3
                                    

CAPITULO 11: ¿VICTORIA O PERDIDA?

El amor a veces es como una llama que empieza débil, temerosa de ser apagada, pero llega un momento en que arde tan fuerte que ya no puede ser contenida. Eso me pasaba con Jungkook. Al principio, intenté apagar lo que sentía, negarme a la fuerza de esa chispa que él había encendido en mí, pero ahora... ahora estaba decidida a entregarme por completo a ese fuego. No tenía sentido seguir resistiendo. Cada sonrisa, cada mirada suya avivaba más esa llama, y ya no quería detenerla. Lo único que quería era perderme en ella, en él.

Pero, a veces, el destino juega de maneras inesperadas. Nos pone frente a un fuego tan cálido solo para luego recordarnos que siempre hay piedras en el camino, obstáculos que no podemos prever. Y aunque la llama del amor arda fuerte, no siempre es suficiente para salvarnos de lo que el destino ya ha trazado.

—¿Dónde dormiré yo? —pregunté con curiosidad, aunque ya me imaginaba la respuesta.

Tae no tardó en señalar con una sonrisa traviesa hacia la carpa que compartía con Jungkook.

—En esa, con Kook —respondió con una malicia tan evidente que no pude evitar mirarlo con los ojos entrecerrados.

Jungkook también se giró hacia él, arqueando una ceja, como si no pudiera creer lo que acababa de decir. Yo, por mi parte, caminé decidida hacia Tae y lo empujé suavemente por los hombros, susurrándole mientras lo hacía:

—¿Qué coño haces, Taehyung?

Él, lejos de arrepentirse, me guiñó el ojo y se inclinó hacia mí con una sonrisa juguetona.

—Después me agradeces —susurró, antes de echarse a reír y alejarse, dirigiéndose a la cava para agarrar una cerveza.

Me quedé un momento observando cómo se alejaba. Dormir con Jungkook no era algo nuevo. Ya habíamos compartido la cama en mi habitación antes, pero ahí las cosas eran diferentes. Había algo íntimo y seguro en esa pequeña burbuja que habíamos creado en mi espacio, sin las miradas curiosas de los demás, sin las bromas o el ambiente cargado de esta noche.

Sin embargo, aquí, bajo las estrellas y después de ese beso que nos robamos el uno al otro, todo parecía distinto. Como si cada gesto, cada palabra no dicha, se cargara de un peso que nunca antes habíamos sentido.

Me acerqué lentamente hacia la carpa, donde Jungkook ya estaba, y nos miramos por un segundo que se sintió eterno.

—¿Te molesta dormir conmigo? —preguntó Jungkook, acercándose lentamente con una sonrisa que me hizo sentir un calor intenso en las mejillas.

—¿Qué? No, claro que no —respondí rápido, intentando sonar tranquila mientras me cruzaba de brazos. 

—Pues no parece —rió bajo.

Rodé los ojos, intentando mantener una fachada de indiferencia, pero ya no quedaba mucho que fingir. 

Su cercanía hacía que mi corazón latiera más fuerte, y la sensación de esa conexión, de esa electricidad entre nosotros, era innegable. Me obligué a sostener su mirada, pero la pregunta revoloteaba en mi mente como una mariposa inquieta: 

¿Qué pasa ahora?

No tenía una respuesta clara. Sabía lo que sentía, lo que deseaba, pero ponerlo en palabras parecía imposible. Estaba decidida a entregarme a lo que sentía, pero el miedo de lo que vendría después me mantenía en ese limbo entre el deseo y la incertidumbre.

—Creo que... —susurré, intentando ordenar mis pensamientos— pasa que ya no quiero detenerme.

Él sonrió de lado, esa sonrisa que siempre hacía que mi pulso se acelerara, y caminó aún más hacia mí. Les juro, el corazón se me iba a salir del pecho. De repente, se me olvidó hasta respirar. Di un paso hacia atrás, nerviosa por su cercanía, y miré a los lados, buscando alguna distracción... pero no había nadie. Los chicos habían desaparecido en sus carpas. Qué conveniente.

Hasta el ultimo suspiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora