CAPITULO 15: EL LATIDO DE UN NUEVO COMIENZO.
A veces siento que mi vida es como un edificio en ruinas, uno que creía fuerte y estable, pero que el tiempo y las circunstancias han desgastado. Las paredes se desmoronan, y cada pedazo que cae me duele, dejando mis días expuestos a corrientes heladas de dudas y soledad. Pero de alguna manera, entre los escombros, también aparecen cosas que no esperaba: un destello de apoyo en la sonrisa de alguien nuevo, una risa robada de un comentario absurdo o el eco de un recuerdo que me recuerda cómo se siente estar viva.
A veces quiero derrumbarlo todo y quedarme en el suelo, pero entonces recuerdo esas pequeñas luces, esos breves momentos en los que siento que no todo está perdido, y me obligo a reconstruirme, aunque sea un poco, aunque sea solo por hoy.
Me encuentro en esta habitación blanca, rodeada de paredes que han visto mis días más oscuros y mis noches más largas. Mis padres y Jungkook se han encargado de hacer que se sienta más cálida, como un refugio en medio de esta tormenta. Mamá llenó la ventana de cortinas suaves y colores tenues, mientras que papá trajo una manta que tejió con sus propias manos, como si con ella pudiera protegerme de cualquier cosa.
Y, por supuesto, están los girasoles de Jungkook. Cada vez que viene, trae un ramo nuevo, llenando de vida y color este espacio. Los coloca junto a mi cama, y los pétalos dorados parecen mirarme, como pequeños soles que me sonríen desde la distancia. Él sabe que me gustan, y aunque le digo que no hace falta, siempre aparece con otro ramo, como si en ellos estuviera su promesa de que todo va a estar bien, aunque ambos sabemos que no es tan simple.
La puerta se abre lentamente, y ahí está él, con esa sonrisa que parece iluminar cada rincón de esta habitación fría y estéril. Jungkook entra con la misma energía de siempre, y en sus ojos puedo ver un brillo especial, como si estuviera decidido a contagiarme un pedacito de su alegría, aunque sabe que no es fácil.
—Hola, princesa —dice con esa voz suave.
Y su sola presencia es suficiente para calmarme, para recordarme que aún hay luz, incluso en medio de todo este caos.
Trae otro ramo de girasoles, más vibrantes que nunca, y cuando se acerca a mí, siento como si el peso en mi pecho se hiciera un poco más liviano. No sé cómo lo hace, pero cada vez que está aquí, parece que el dolor, el miedo, y todo lo demás, se vuelven apenas un murmullo en el fondo.
—Te he dicho que no hace falta que vengas todos los días.
—Y yo te he dicho que dejes la intensidad —responde, acercándose y dándome un beso suave en la frente—. Hoy estás más guapa.
—Sí, seguramente... —le contesto, rodeando los ojos.
Él sonríe, sin apartar sus ojos de los míos, y siento que mi resistencia se desmorona poco a poco.
—Te ves preciosa, pero, ¿sabes algo?
—¿Qué?
—Te verías aún más hermosa siendo mi novia, de una vez por todas.
No puedo evitar reírme; esta no es la primera vez que me lo pide. En realidad, he perdido la cuenta de las veces que lo ha hecho. Cada vez que viene, cada vez que me hace reír o me acompaña en silencio, siento que quiere acercarse aún más. Pero tengo miedo... miedo de que, si le digo que sí, termine dejándolo con el corazón roto.
—Jungkook... —empiezo.
—Aria...
—Sabes que esto es complicado...
—Y tú sabes que vas a salir de esta —me dice, tomándome de la mano—. Si no quieres estar conmigo, mejor dímelo ahora.
Sus palabras me dejan sin aliento. La intensidad de su mirada me hace dudar, y todo dentro de mí quiere decirle que sí, pero solo puedo reírme y tratar de restarle importancia.
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Hasta el ultimo suspiro.
FanfictionAria, una pelirroja de ojos dorados y alma vibrante, se muda a Corea del Sur con su familia, dejando atrás la calma de Estados Unidos. Pero su vida da un giro radical cuando se encuentra con un chico imponente, rodeado de motos rugientes y un grupo...