Capítulo 10.

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Taehyung nunca había viajado en avión, quizá por esta razón fue que se encontró estático con el pánico latente de que el mismo se cayera en cualquier momento tal cual sucede en las películas, con Jungkook dedicándole sonrisas burlonas por momentos mientras se hallaba sentado a su lado por el extremo del pasillo leyendo tranquilamente, resultándole entretenido la forma en que el menor rezaba para sus adentros sosteniéndole la mano fuertemente como si en algún momento fuera a fracturarle algún dedo debido al miedo notable negándose a mirar por la ventanilla.

Un viaje realmente divertido para Jeon, aburrido para Hoseok y Yoongi quienes se la pasaron durmiendo e increíblemente eterno y aterrador para el pobre Taehyung.

—¿Sigues ahí o tu alma ya reposa con el espíritu santo, mi amor?—Hijo de puta, todavía se burlaba, pensó Taehyung entre abriendo sus orbes, desconociendo el momento en que se había quedado dormido dedicándole una mirada de reojo algo acusadora y molesta al de ojos azules quién rió por lo bajo.—juro que no me aprietas tanto la polla cuando te vienes a cómo me apretaste la mano en este vuelo, Taetae.

—¡Por amor a Dios!—Casi chilló escuchándolo, agradeciendo que Jungkook no llevara visible su hábito de cura para así poder darle un zape en el pecho resultando disimulado ante el campo de visión de los presentes en aquel avión aterrizando.—¿puedes ser un poco más discreto? nos van a mirar como si fuéramos raritos.

—Lo bueno de Italia, amor mío, es que aquí todo es mucho más natural,—Explicó el pelinegro guiñándole un ojo tras ponerse de pie, algo que el menor no comprendió en ese entonces.—ya lo verás.

No dijo más, lo próximo resultó en los cuatro jóvenes disponiéndose a pisar territorio santo, pues Roma no solo resultaba una de las ciudades de cúspide católica sino que también era enormemente inmensa e incluso mágica, los tres más pequeños pudieron notarlo tras hallarse fuera del aeropuerto contemplando la arquitecta que les rodeaba, aquellas personas tan extravagantes diferentes a ellos, luciendo tan libres sumidas en sus asuntos que no se asemejaba a Corea en lo absoluto, causando que se preguntaran ¿qué tanto esconde el mundo allá afuera de sus tierras?

Jungkook no mentía cuándo dijo que todo allí resultaba diferente, pues la gente inclusive se encontraba alegre en cierto punto, las construcciones católicas se imponían en la ciudad del Vaticano enseñando su grandeza y aquella devoción irracional a Dios, habían colores, se anunciaban partidos de fútbol por algunos carros con bocinas, se oía música, se veía arte callejero, todo simbolizaba lo contrario a sus creencias, incluso Jeon lucía cómo alguien totalmente distinto, pues ni bien salieron al mundo exterior se deshizo del alzacuello blanquecino guardándolo en uno de sus bolsillos, desabrochando los botones de su camisa negra dejando un poco expuesta la zona del pecho y arremangándose la misma a la altura de sus codos enseñando visible parte de su brazo tatuado, luciendo más bien como un joven magnate en lugar de un párroco católico.

—¿Dónde se supone que nos quedaremos estos días del congreso, Jeon?—Indagó Yoongi rompiendo el silencio, contemplando al nombrado encender un cigarrillo mediante le dedicaba una mirada burlona unida a un sonreír casi pícaro.—esa cara no me gusta, dime qué no vas a vender nuestros órganos porqué no hablo italiano del todo y no sé cómo coño pedir auxilio en medio de esta plaza.

—No sería mala idea, pero no están lo suficientemente desarrollados ustedes como para vender sus órganos, Min.—Prosiguió la broma el pelinegro, riéndose de la cara desconcertada de Hoseok quién se escondió detrás de Suga señalando a este como primero en lista de víctimas ficticias.— Déjenme les explico como es en realidad este congreso, el cuál no es ni hoy ni mañana, sino que dentro de cuatro días y al cuál no tienen que asistir, —Los adolescentes le miraron los tres boquiabiertos.—si me preguntan el por qué los traje antes o mejor dicho, por qué razón están aquí si no debían venir, es simple—Habló encogiéndose de hombros, saludando mediante un asentimiento de cabeza a un alto hombre fornido de traje negro, quién bajando de un lujoso automóvil tomó el equipaje de todos los presentes guardándolo en la cajuela sin espetar palabra.—usé una mentira piadosa con sus padres para darles a ustedes unas merecidas vacaciones de ellos y de la tediosa aburrida vida en Corea. Pensé que sería bueno que vinieran conmigo, le dije a mis superiores en la iglesia de Daegu que quería incursionarlos en el camino del señor para que prediquen la palabra del mismo conmigo en las misas y estuvieron encantados.

𝐒𝐀𝐂𝐑𝐈𝐋𝐄𝐆𝐎 © → KookV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora