Gotas heladas recorrían mi rostro dejando un rastro frío a su paso. Andaba a paso tranquilo, no tenía prisa. Había salido muy tarde de la biblioteca, un poco antes de la hora de cerrar. No tenía paraguas ya que cuando salí de casa esta mañana estaba nublado pero no me pareció necesario coger uno; aún así no me arrepentía, me agradaba la sensación de la lluvia mojándome.
La calle estaba desierta, a estas horas ya nadie solía salir, atajé yendo por la parte antigua, donde se situaban los edificios de la vieja escuela, abandonados desde hacía ya muchos años. Las enredaderas crecían a lo largo de la pared, dejando ver el desuso de las instalaciones y dando una apariencia vieja y desaliñada.
La humedad del ambiente había hecho mella en la pintura haciendo que unos manchurrones negros se instalaran permanentemente en ella.Pensaba en mis cosas, sobre lo que haría cuando llegara a casa; pensamientos banales que me permitían evadirme aunque fuera tan sólo unos segundos y no de una manera completa, pero era mejor que nada.
Sin darme cuenta ya estaba en la esquina próxima a mi calle. Cuando estuve en frente de mi casa no pude evitar fijarme en que no parecía ni remotamente la misma, sí, las cosas seguían en el mismo lugar, eso apenas había cambiado, era en un sentido más abstracto a lo que me refería, el ambiente que se respiraba estando en la puerta no era el mismo de antes, ya no tenía la sensación de estar en casa, en mi hogar, ahora lo sentía como un lugar frío que no me pertenecía.
Finalmente me decidí a abrir la puerta, dejé las llaves en el pequeño cuenco que estaba encima de un mueble al lado de la entrada.
Me tomé un tiempo para contemplar la casa y me di cuenta que esa sensación no sólo estaba en mi cabeza sino que las cosas verdaderamente habían cambiado. La estancia ahora lucía lúgubre y sin vida, y no era por la falta de luz ni mucho menos.Todo se me hacía extraño y ajeno a mi.
A veces sentía que todo había sucedido muy rápido, que no me habían dado tiempo para procesarlo. Un ruido me sacó de mis pensamientos haciendo que girase la cabeza en esa dirección dejándome ver a Ingrid apoyada en la pared de brazos cruzados.
–Deja de torturarte.–me regañó, solté un suspiro cansada.
–Es que...se me hace muy difícil dejar de pensar en...todo.–le expliqué derrotada.
Se acercó a mi y me dió un cálido abrazo que acepté con gusto, la rodeé con mis brazos, y apoye la barbilla en su hombro. Después de unos segundo se separo de mi y me miro a los ojos mientras sus manos acunaban mi rostro.
–Hagamos una cosa, hago palomitas mientras tú vas a por el helado que está en la nevera y vemos películas de Zac Efron, Channing Tatum... o cualquiera que tenga una buena tableta y sea agradable a la vista ¿Qué te parece?–dijo tratando de levantar mi estado de ánimo en vano.
Aparté sus manos de mi cara con delicadeza.
–No, otro día tal vez.–negué con mi cabeza–Además, mañana tengo clase y no quiero acostarme demasiado tarde.–expliqué intentando poner una sonrisa en mis labios pero sinceramente no sé si lo logré.
–Cierto, lo había olvidado, que pena ser tú ¿no?–trató de bromear.
–Por lo menos yo hago algo útil con mi vida.–la chinché.
–Perdona, pero yo hago cosas útiles mientras tú no estas.–se hizo la ofendida a la vez que hacia movimientos exagerados con las manos.
–Ohh si me olvidaba, comes palomitas y helado ¿mientras ves películas de Zac Efron y Channing Tatum?–fui sarcástica, abrió la boca pero nada salió de ella.–Lo que yo decía.
–No me puedes culpar por ello,–se defendió–¿has visto esos cuerpos?–se mordió el labio inferior–Ya que probablemente nunca los conoceré déjame aunque sea a través de la pantalla disfrutar de esos cuerpo tan...
–Vale, vale, lo he pillado–reí, la verdad esta muy estúpida discusión me había ayudado a relajarme un poco.
Me aparté de ella y me dirigí a las escaleras. No había llegado a subir muchos escalones cuando un mareo me atacó, me paré en la escalera sujetándome con un brazo en la barandilla, cerré los ojos involuntariamente.
–Hey, ¿estás bien?– la voz de mi hermana me sacó del limbo.
–Eh sí, sí, tranquila–dije torpemente, seguía demasiado concentrada tratando de estabilizarme.
–¿Otro mareo?–la preocupación era palpable en su voz.
–Sí, pero tranquila, en serio, estoy bien–sonreí torpemente tratando de sonar convincente. Asintió pero sabia que no lo creía del todo.
Me apresuré a llegar a mi habitación lo antes posible, fui directa a abrir uno de los cajones de mi cómoda. Saqué del pequeño bote tres pastillas y las tragué una a una sin agua.
Me deslicé por la pared mientras sostenía mi cabeza tratando que el dolor se fuera.
Desde hacía como dos meses me empezaron a dar leves mareos, el médico me dijo que no era nada, pero que si lo veía estrictamente necesario tomara una de esas pastillas, con el tiempo esos pequeños mareos han ido derivando en jaquecas o mareos más severos. Sé que no esta bien saltarme las órdenes del doctor y decidir medicarme por mi cuenta pero sino la mayoría de las veces no causan ningún efecto, y la sensación es verdaderamente insoportable.
No poder tener pleno control sobre tu cuerpo, ver como el mundo se tambalea y gira sin ningún orden, ese dolor palpitante que martillea incansable mis sienes, como una diadema que te oprime la frente cada vez más y más.En realidad no surgían ningún síntoma que me causara malestar o que me indicara que tomar esas pastillas no le hacían bien a mi cuerpo, nada que me indicara que eran perjudiciales para mi y que dejara de tomarlas por ello, el único efecto secundario más relevante sería que me atontan un poco y me hacen estar somnolienta.
Aunque tal vez eso no sea tan malo.
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Primer capítulo de la novela espero de verdad que os haya gustado.
Al principio tal vez sea algo más aburrido pero os aseguro que os va a gustar.
Subiré el segundo capítulo cuando tenga escrito el tercero y así, por qué si no voy muy apurada para actualizar.
Voten y comenten me hacen muy feliz sobre todo los mensajes.
-diorita
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Your Blood
Vampire- ❝Hay más de lo que crees en un mordisco.❞ Créditos de portada: @FerVelzquez Publicaciones lentas.