Después de poder quitar la vista de aquella chica y por fin hacerle un poco de caso a Alice nos dirigimos al aula. Por suerte compartíamos algunas clases, si no se me haría tedioso e insoportable aguantar aburridas explicaciones durante todo el día.
Algunos alumnos ya habían entrado, unos hablaban animados con sus amigos de manera escandalosa, otros más tranquilos lo hacían desde sus respectivas mesas o se dedicaban a copiar los deberes rápidamente de algún compañero que se hubiese prestado para dejarlos.
Cuando sonó el timbre la clase terminó de llenarse y cada quien ocupó su lugar correspondiente.
Unos minutos después entró el profesor, con su típico atuendo, que consistía en un pantalón de traje y una camisa bastante más grande que la talla que le correspondía salvo en la parte del abdomen que la llenaba completamente con su voluminosa barriga.
Dejó su maletín con desgana en el tosco escritorio de madera. Se sentó con toda su tranquilidad en la mullida silla, y con toda parsimonia comenzó a sacar papeles de su cartera que resvisa con extremada lentitud. Las gafas caían apoyadas sobre su nariz mientras leía por encima de los cristales.De pronto levantó la cabeza, hechó una mirada a toda la clase y con una hoja en la mano dijo:
–Bueno–habló con su voz rasposa–a ver ¿quién falta hoy?
Citó los nombres de cada uno de los alumnos, que levantaban la mano cuando eran nombrados.
–¿Grace Colbert?–preguntó, con boli en mano iba a marcar en la hoja que no estaba, supongo que por costumbre, pero antes de que pudiera hacerlo hablé:
–Presente–dije tímida mientras alzaba la mano disimuladamente.
El silencio reinó unos minutos en los que el asombro era palpable en el ambiente, mis compañeros de clase intentaban mirarme con disimulo, cosa que no consiguieron.
–Vaya–rompió el silencio el profesor–hace mucho que no la veía por aquí–hizo una pequeña pausa–me alegro de verla.
Le di una leve sonrisa sin mostrar los dientes. Después de eso la clase continuó con normalidad, el profesor comenzó su explicación mientras escribía en la pizarra con su letra jeroglífica, había que ser un auténtico genio para poder leer aquello con soltura y sin tener que preguntar al compañero de al lado para tomar notas.
Cuando acabó la clase me dolía un poco la cabeza ya que el esfuerzo que acarreaba intentar entender que es lo se había escrito era un verdadero suplicio, añadiéndosele tambien que las matemáticas no eran mi fuerte, el trabajo era el doble.
La siguiente hora paso entre los gritos de la señora Wilbur, no por nada en especial si no porque era una histérica de nacimiento, según entraba por la puerta gritaba, cuando explicaba gritaba, cuando hacías las cosas bien gritaba y como no, cuando te regañaba gritaba, era una mujer insoportable, con esa voz de pito tan desagradable.
Se vestía de una forma un tanto extraña, como si combinar colores le fuera algo extremadamente difícil. El poco cabello que le quedaba lo traía recogido siempre en una tirante coleta engominada -creo que se arrancaba los peloscada vez que se peinaba- que le hacía abrir los ojos de manera extraña.
Al sonar el timbre de la hora de la comida por fin pude respirar tranquila por un rato. Fui a buscar a Alice a la salida de su clase y juntas fuimos a la cafetería.
Una vez allí nos colocamos en la fila y esperamos pacientes nuestro turno para pedir nuestra comida
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Your Blood
Vampire- ❝Hay más de lo que crees en un mordisco.❞ Créditos de portada: @FerVelzquez Publicaciones lentas.