𝗹𝗮 𝗽𝗮𝗿𝗲𝗷𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗶𝗻𝘀𝘁𝗶𝘁𝘂𝘁𝗼 - 𝗴𝗿𝗼𝗺 𝘅 𝗮𝘀𝗵

siete

La confesión de Grom había dejado a Ash en una situación incómoda. Desde el baile, las cosas no habían vuelto a ser normales. No es que Grom le disgustara, ni mucho menos, pero Ash no sabía cómo manejar lo que había ocurrido. Cada vez que veía a Grom en los pasillos del instituto, giraba en otra dirección o se refugiaba en su trabajo, manteniéndose ocupado para evitar cualquier tipo de interacción con él. Sus compañeros no parecían notar nada, pero los estudiantes, siempre atentos, comenzaron a murmurar sobre el evidente distanciamiento entre ellos.

Grom, por su parte, estaba en un estado de mortificación continua. Se reprochaba constantemente haber confesado sus sentimientos en un lugar tan caótico y público como el baile. Cada vez que Ash lo esquivaba, Grom se convencía más de que había arruinado cualquier posibilidad de algo entre ellos. Su torpeza natural parecía haberse multiplicado, ya que ni siquiera podía acercarse a Ash sin tropezar con sus propias palabras, o peor aún, sin tropezar literalmente.

No pasó mucho tiempo antes de que el grupo de alumnos más involucrado en el tema se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Bonnie, siempre la más entusiasta para actuar, reunió al grupo para idear un plan que obligara a Ash y Grom a resolver su situación.

—Esto no puede seguir así —dijo Bonnie, sentada en círculo junto con los demás en el patio del instituto—. ¡Grom y Ash ni siquiera se miran! Si no hacemos algo, nunca van a estar juntos.

—Sí, pero, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Leon, jugando con una goma elástica de Nita en las manos—. Ya lo hemos intentado todo, y parece que solo los alejamos más.

—Tal vez necesitamos ser más directos —añadió Gus—. Como... crear momentos en los que no tengan más remedio que hablarse.

Sandy asintió con pereza:—Podemos organizar pequeñas trampas, cosas simples que los obliguen a interactuar... yo que sé.

Y así nació un nuevo plan. Durante los siguientes días, los estudiantes empezaron a organizar sutiles encuentros entre Grom y Ash. Algunas de estas intervenciones eran tan torpes que fracasaban estrepitosamente. Como el día en que intentaron hacer que Ash y Grom se encontraran en la sala de profesores; Bonnie había puesto una nota en el casillero de Ash para que fuera a recoger unas herramientas, pero cuando Ash llegó, Grom ya había terminado lo que tenía que hacer, y solo se cruzaron en la puerta sin siquiera intercambiar una palabra.

Otras veces, sin embargo, los esfuerzos de los estudiantes lograban suavizar un poco el ambiente entre los dos. Jessie y Penny, por ejemplo, lograron que ambos se quedaran atrapados en el almacén de la escuela durante unos minutos. Aunque Ash estaba visiblemente incómodo y se quejaba sin parar sobre lo desordenado que estaba el lugar, Grom había intentado romper el hielo con uno de sus torpes comentarios, lo que, por sorpresa, provocó una leve sonrisa en Ash.

A pesar de los pequeños avances, la tensión seguía ahí, y los estudiantes no podían soportarlo más. El grupo de Jessie, Penny, Leon, Nita, Bonnie, Gus, Meg y Sandy, decidieron que era hora de enfrentarse a Ash directamente. En una mañana cualquiera, esperaron a que Ash estuviera solo en el aula de Otis, donde los estudiantes siempre destrozaban algo cuando tenían que hacer una escultura o un proyecto raro de artes. Sin que él se diera cuenta, se acercaron los ocho mencionados anteriormente, liderados por Jessie y Penny, quien estaban decididas a abordar el problema de una vez por todas.

—¡Ash! —gritó Jessie, haciendo que el conserje se girara de inmediato, con el ceño fruncido.

—¿Qué queréis ahora? —preguntó, ya preparado para lo que fuera, con una llave inglesa en la mano y claramente de mal humor.

—¡Esto tiene que parar! —dijo Bonnie, con las manos en las caderas—. No puedes seguir evitando a Grom así.

Ash se detuvo y los miró, sorprendido por la confrontación:—¿Qué demonios estáis diciendo?