Capítulo X

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¿Qué es el amor? ¿Cómo definir algo tan complejo, contradictorio, fascinante y que al mismo tiempo nos hace sentir tan vivos? No puede observarse bajo un microscopio, hay quien lo define en términos químicos y quiénes hacen poesía de él.

Amor cuatro letras que marcan tu destino. Cuatro letras que te invitan a soñar. Cuatro letras que te dicen que estás vivo, aunque para muchos estés muerto.

Los sentimientos son más peligrosos que las ideas, porque no son susceptibles de evaluación racional. Crecen en voz baja, extendiéndose bajo tierra, y estallan de repente, por todos lados.

Desde que terminó su carrera se dedicó por completo a levantar su propio imperio en la empresa de su abuelo. Trabajó arduamente, día y noche durante todos esos años para que sus logros fueran propios y no conseguidos bajo la sombra de su apellido. Su vida siempre giraba en torno en mantener a flote su empresa, siempre analizando de manera detallada en qué invertía, con quienes hacía alianzas y si valía la pena o no hacerlo.

Por supuesto que ante sus cúmulos de trabajo nunca se había negado ante los placeres carnales. Había tenido algunas relaciones, sumando una corta relación en su oficina y misma que había salido mal y de ahí habría salido su regla de no involucrarse con sus empleados. Por supuesto que todo quedaba en el olvido al estar satisfecho y saciado, dejando así más de un corazón roto. Todos habían sido un simple pasatiempo y de una sola noche.

Por ello y hasta hace unos meses atrás Johnny realmente creía que el amor era un gran desperdicio de tiempo, creía que las personas tenían una idea muy utópica sobre el amor y se hacían falsas ilusiones que no pisaban tierra.

Si, hasta hace unos meses atrás...

Cuando Johnny besó a Daniel, oh aquél beso que fue el puro detonante aclarador de sus sentimientos, aquél beso que le hizo sentir un extraño pero reconfortante burbujeo en su estómago y que logró que las famosas mariposas hicieran aparición revoloteando de aquí y allá. Sabía que no podía negarlo más, le gustaba Daniel.

Y desde hace unos meses lo había notado, pero siempre se hacía de la vista gorda. Había tantas cosas que le hicieron caer por el omega... No solo porque era sumamente hermoso, sino también por su inigualable y única personalidad y ni hablar de sus pequeños gestos, pero no quería que LaRusso se lo tomara a mal, después de todo... Él había sido un gran hijo de puta con él.

Y es que el alfa estaba enamorado de cada mínimo detalle de Daniel, de verdad amaba cada pequeño detalle del omega y es que realmente tenía grabado cada uno de ellos. Daniel tenía una personalidad reservada y tranquila, pero a la vez era muy fuerte y de carácter, cosa que se hacía sumamente atractivo a Johnny. Y sin olvidar cómo el alfa había notado que el omega formaba un tierno piquito en todo momento, ya sea mientras lee, cuando habla rápido, cuando no entiende algo, y cuando está molesto frunce tiernamente sus cejas, sin olvidar que cada que comía su tierno puchero permanecía en sus rosados labios.

Pero si había algo que el alfa adoraba más era la forma que optan sus lindos ojitos al sonreír, pues este tiene la costumbre de achinarlos y arrugar tiernamente su naricita. Muchas veces tenía unas enormes ganas de besarle y llenarlo de mimos mientras este lo llena melodiosamente con su linda risa tímida.

Si, había caído por Daniel LaRusso.

Pero también por su cabeza estaba la parte en la que no se sentía digno del omega, lo había tratado de la peor manera e inclusive lo había arrastrado a sus problemas. ¿De verdad merecía a Daniel? Pues él realmente creía que no.

—¿Y qué piensas hacer? — y es la voz de su mejor amiga quien lo saca de sus profundos pensamientos.

—No lo sé— dice sincero y con notoria frustración en su rostro.

Stupid Boss | LawRusso | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora