The Dragonwolf

Capítulo 3: El nuestro es el Camino Viejo

Jon

"Bloody jodidamente el infierno!" Jon juró enojado. Su familiar dragón le arrojó un cuidado agrio después de ser despertado por el fuerte juramento. Después de horas de probar cada rama de la magia que conocía en sus aposentos, se quedó con una conclusión muy insatisfactoria. Primero, ya no tenía sus reservas gigantescas o el control de la magia de su cuerpo original. Segundo, la magia simplemente no funcionaba fuera de su cuerpo. La magia ambiental del mundo era increíblemente volátil, y tan pronto como apareciera una construcción de hechizo mágico en el aire, se torcería y simplemente se desvanecería.

Llamar a las Reliquias de la Muerte tampoco dio ningún resultado. Sintió un eco profundo y una ligera conexión, pero ninguno de ellos apareció.

Al menos podía lanzar los hechizos menos complejos directamente sobre sí mismo, pero solo la autotransfiguración más simple era posible con gran dificultad. Su forma mágica de animago de un trueno ahora estaba perdida. Lo más probable es que tuviera una nueva forma, ya que ya no podía encontrar su trueno interior. Sin embargo, solo el proceso técnico de convertirse en un animagus mágico tomaría alrededor de quince meses y requeriría una cantidad loca de poder mágico – algo que le faltaba, ya que Jon Snow no había usado su magia hasta ahora. Después de que la esposa y los hijos de Harry habían muerto, la historia de Merlín siendo un animagus dragón lo fascinó. Pasó alrededor de 60 años investigando, experimentando y viajando por el mundo, buscando cada poco de magia y tradición sobre animagi o cambiaformas antes de finalmente tener éxito.

La magia elemental del fuego funcionó demasiado bien en comparación con todo lo demás. Pero pasarían meses de práctica antes de que pudiera acumular reservas y control para hacer algo remotamente útil en combate. Había convocado una llama mundana y se sintió sin aliento después de sostenerla por un minuto. Y convocar un fuego mágico más poderoso lo agotó en cinco segundos.

La magia de sangre funcionó sin ningún problema. Las inscripciones rúnicas funcionaban bien... y Harry Potter era razonablemente hábil con ellas, pero no tan bueno como lo era con la magia de combate.

En breve contempló las pociones, pero faltaban las herramientas necesarias y la gran mayoría de los ingredientes mágicos o eran casi imposibles de encontrar. Cualquier poción hecha principalmente de ingredientes mundanos era generalmente débil o trivial. Tampoco era muy bueno para preparar pociones, y no tenía idea de cómo desarrollar e investigar otras nuevas.

Jon ahora estaba libre de los votos de la Guardia de la Noche, pero estaba jodido, y no había mucho que pudiera hacer al respecto. La magia de combate, su mayor fuerza, era casi completamente inútil. En su vida anterior, había derrotado a tres civilizaciones enteras en guerra total solo a través de su dominio de la magia. Por mucho que no le gustara Voldemort, terminó admitiendo que tenía razón hace mucho tiempo.

Magia fue podría.

Y no se sentía tan poderoso en este momento.

La sensación de debilidad ralló sobre su alma. Estaba acostumbrado a tener el control total de su destino. Sí, había cometido muchos errores, pero eran suyos y había aprendido de ellos de una forma u otra. Pero nadie podía empujarlo o ignorarlo. Solo había crecido más mágica y mentalmente después de vencer a su primer señor oscuro, y había superado y aplastado limpiamente a cada nuevo enemigo que aparecía en su camino. En este momento, sin embargo, tenía muchos enemigos y no había forma de desperdiciarlos por completo ..

Al norte, había un nigromante elemental de hielo eldritch con demasiados inferi, o wights como se les llamaba aquí. Al sur, estaban los Bolton y los Lannister que lo verían asesinado por principio. Su dulce y amable hermana había sido abusada, golpeada y violada repetidamente. Su cuerpo era un mapa espantoso de cicatrices y heridas. Lo único que la mantuvo en marcha fue la idea de su familia – él. Y cuando esa última familia se fue, ella simplemente decidió unirse a él en su pira funeraria. Solo pensar en ello hizo hervir su sangre.