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THE FIRST ELIMINATED

CHAPTER 4

GOODBYE MINHO

Ya se encontraban de camino a su departamento, donde los nueve vivían juntos

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Ya se encontraban de camino a su departamento, donde los nueve vivían juntos. El viaje transcurrió en un silencio denso, interrumpido solo por los sorbidos de nariz y los hipidos ocasionales de los miembros. Cada uno de ellos parecía perdido en sus pensamientos, reflexionando sobre lo que había ocurrido y las emociones que aún llenaban el aire. Hannie miraba por la ventana, observando cómo la ciudad se deslizaba lentamente mientras el coche avanzaba, sin notar las luces ni el bullicio que solían entusiasmarla.

Después de unos 30 minutos, finalmente llegaron. Bajaron en silencio, sintiendo el peso de la tensión en el aire, y entraron al departamento con la misma atmósfera sombría. Minho se dirigió directamente a la habitación, sin decir una palabra, y los demás sabían exactamente lo que el chico haría.

Sin hacer ruido, se dispersaron por el departamento, cada uno buscando un rincón donde poder procesar sus pensamientos. Era evidente que todos estaban lidiando con sus propias emociones, y no era el mejor momento para intentar consolar a alguien, que estaba igual o más afectado que ellos.

Hannie se sentó en el sofá, mirando al frente sin realmente ver. Jisung se fue a la cocina, buscando algo de agua, aunque en realidad solo quería volver a llorar. Jeongin se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra la pared, sintiendo la necesidad de estar en un lugar donde pudiera desahogar sus pensamientos sin ser visto.

Hyunjin, mientras tanto, observaba a los otros desde la puerta, sintiendo una sensación inexplicable. Sabía que todos estaban pasando por un momento difícil, y aunque quería hacer algo para ayudar, no estaba seguro de qué decir. "Tal vez deberíamos hablar sobre lo que pasó..." murmuró, rompiendo la tensión, pero no recibió una respuesta.

Era evidente que el grupo necesitaba su tiempo para procesar lo que había ocurrido. El silencio que llenaba el departamento, aunque denso, les otorgaba un espacio para reflexionar y buscar su propio camino hacia la calma, que hoy más que nunca necesitaban.


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Minho estaba de pie junto a su maleta, recogiendo sus cosas con una expresión seria. No podía quedarse con ellos, y eso le pesaba. Un suave golpe en la puerta lo hizo girar la mirada encontrándose con una cabellera rubia que apareció en el marco de la puerta.

"Pasa," le dijo, y Hannie entró, con la cabeza baja y cerrando la puerta tras de ella. Se acercó y se sentó al lado de la maleta en el suelo, observándolo mientras guardaba sus cosas.

"¿Vas a llevarte todo?" preguntó Hannie, tratando de encontrar algo que decir, aunque sus palabras se sentían vacías en el aire tenso.

"Sí," respondió Minho, con una voz que sonaba cansada. "No puedo dejar nada aquí."

Ella lo miró, sintiendo el nudo en su garganta. "Te voy a extrañar," dijo finalmente, dejando que sus sentimientos salieran. El silencio se hizo más pesado, como si el aire mismo tuviera peso.

"Yo también," admitió él, pero siguió guardando. "Lo siento."

La habitación se sintió más pesada. Hannie no sabía qué más decir, así que se quedó en silencio, sintiendo cómo el tiempo pasaba. Miró la maleta, preguntándose si había algo que pudiera hacer para detenerlo. "Siempre estarás con nosotros, ¿sabes?" intentó alentar, aunque no estaba segura de si era cierto.

"Lo sé," contestó Minho, mirándola a los ojos. "Siempre estaré aquí." Hizo un gesto hacia su corazón, y Hannie sintió una punzada en el pecho.

"Pero no va a ser lo mismo," murmuró ella, sintiendo las lágrimas amenazando con asomarse. "Quiero decir, eres parte de este lugar. Sin ti, todo se sentirá... diferente."

"Entiendo," dijo Minho, su voz más suave ahora. "Pero piénsalo así: estaré aquí para ustedes, aunque no esté físicamente. Siempre estaré presente."

"¿Y si olvidan todo?" preguntó Hannie, su voz temblando un poco. "¿Y si solo se convierten en recuerdos lejanos?"

"No voy a permitir que eso pase," respondió él con firmeza. "Prometo que siempre estaré para ustedes. Así que cuando piensen en mí, no lo hagan con tristeza. Recuerden los buenos momentos."

"Oppa..." dijo ella, y las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. ¿Qué más podía decir? Era difícil aceptar que un miembro se iría.

Minho suspiró, dejando de guardar sus cosas por un momento. "Que pasa," volvió a enfocar su vista en su maleta.

"¿Y tú?" preguntó Hannie, frunciendo el ceño. "¿Vas a estar bien? No me gusta la idea de que te vayas así, como si nada."

"Voy a estar bien," aseguró él. "Prometo que me esforzare mucho más si es necesario."

Ambos se quedaron en silencio por un momento, el sonido de los demás en el fondo apenas audible. Luego Hannie rompió el silencio. "Te quiero, ¿sabes?"

"Yo también te quiero," dijo Minho, y su voz era cálida, sincera. "Realmente eres increíble, Hannie. Nunca lo olvides."

En ese momento, Hannie sintió cómo las lágrimas comenzaban a escurrirse por sus mejillas. Minho la observó, viendo cómo las lágrimas caían por su rostro sonrojado. "H... Hannie," murmuró, preocupado.

"Lo siento," dijo ella, sorbiendo su nariz mientras se pasaba las manos por los ojos con brusquedad. "Es solo que... no puedo evitarlo. Todo se siente tan... dificil."

Minho se acercó, inclinándose un poco más cerca de ella. "No tienes que disculparte." dijo, comenzando a limpiarle las lágrimas con su pulgar. "Por favor, ya no llores."

Hannie lo miró con los ojos aún brillando por las lágrimas. "Oppa..." susurró, su voz temblorosa. Minho levantó la mirada y le dedicó una pequeña sonrisa, una de esas que parecía decirlo todo sin necesidad de palabras.

"¿Ya tienes que irte?" preguntó Hannie, llena de tristeza.

Minho asintió despacio. "Sí... es hora." Miró a la maleta ya cerrada a su lado y luego volvió a fijar sus ojos en la rubia. "Vamos a la sala, para que pueda despedirme de todos."


g̷r̷i̷v̷s̷s̷i̷s̷

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