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Mendoza, Argentina

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Mendoza, Argentina.

Tierra del Fuego miraba sorprendido por la ventana del carruaje. Argentina le había dicho que el viaje sería largo y que al llegar a casa descansarían y comerían, o al revés; primero comerían y luego descansarían.

Martín ya tenía un montón de planes para el niño, ¡muchas ideas! En su primer día, no lo sometería a estrictas reglas ni le enseñaría a adaptarse de inmediato a su nuevo hogar. Más bien, le daría libertad para correr y divertirse. Martín estaba curioso por ver cómo lo había estado educando Manuel.

De reojo, Martín observó al pequeño Carlos. El niño estaba sorprendentemente tranquilo, demasiado tranquilo.

En el hospedaje, no hubo inconvenientes. Carlitos durmió como un campeón en su cama, a pesar de que Martín quería que durmiera con él, pero aún era demasiado pronto para eso. Martín lo dejó pasar y continuó el viaje en el carruaje hasta que finalmente llegaron a Buenos Aires, a la Casa Rosada, que era... rosada. Carlitos miró todo con asombro.

—¡Vení, es tu casa también! —invitó Martín con una sonrisa, mientras el servicio abría las puertas. Carlitos quedó deslumbrado por la luz.

—Es grande...

—¿Qué querés hacer ahora? —preguntó, pensando rápido—. Primero, te voy a bañar para que estés listo para comer y dormir. ¡Eso haremos! Señora Adolfina, dele un buen baño al niño, por favor, y todos preparen la cena para los dos. —sonriente y lleno de energía, se fue, dejando a Carlitos bajo el cuidado de la señora Adolfina.

Dirigiéndose a su salón de estudio lleno de libros, se sentó a leer las instrucciones que le había enviado José Manuel. No había leído nada durante el viaje porque tenía que estar pendiente del fueguino.

Desdobló los papeles y comenzó a leer el primero.

—No le gusta que lo peinen —frunció el ceño—. ¿Cómo no le va a gustar peinarse al nene?— cuestionó y siguió leyendo—. Duerme a las ocho en punto, ni un minuto más, ni un minuto menos. Si no duerme, se pone de mal humor. Es tranquilo, pero no lo hagas enojar. Come mucho, así que si te pide más, dale. No le gustan los huevos, pero sí los dulces. Toma leche antes de dormir. No le enseñes nada malo. Es alérgico al polen. No lo retes mucho, ni seas duro con él... —bajó la hoja con un suspiro—. No necesito un manual para ser un buen padre, che. —dejó las hojas en la mesa con confianza y salió del estudio para ver si el niño estaba listo para cenar.

˚ʚ🐧 ࣪1881: Tuición Compartida. La crianza de Tierrita | Argchiweek 2O24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora