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Santiago, Chile

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Santiago, Chile.

—¿Queri ir a Tierra del Fuego? —era la pregunta de Chile para Prusia, arqueando una ceja antes de beber el té hirviendo que tenía en la taza. Hasta donde lo que sabía, el germano no tenía ningún interés en esas tierras, ni siquiera Ludwig, quien llegó hace poco a instalarse. Era la primera vez que lo veía, era de su misma edad humana, joven y...joven, porque lo alto no se parecía en nada. Y grande. Prusia no paraba de sentir orgullo en criarlo, era el futuro de Europa. Sería el sostén de todos.

Regresando al tema principal, Gilbert subió y bajó la cabeza a modo de confirmación.

—Antes de irme, el asombroso yo quiere visitar la casa de tu crio.

—¿Mi lado?

Ja, tu lado. Ni modo que me meta en terreno argentino, menos si ahora está en crisis. —dijo, acomodándose en la silla que le ofreció la nación menor en el jardín del Palacio. Tenía que cambiar estas sillas, le dolían mucho su asombroso trasero.

—¿Sólo por eso? —dudó un poquito.

—¿Por qué más sería? —se sintió ofendido— No hay oro, no iré a buscar. Sólo quiero pasar unas cortas vacaciones antes de irme.

—No lo digo por eso...

—Awww, ¿vas a extrañar a tu asombroso tío?

—No es eso —bueno, un poco. Después de todo, Gilbert le enseñó mucho— Eres el primero, después de Feliciano, que no tiene interés en ir por otras razones.

—No me compares con Francis, Antonio, ni Arthur. Tengo ambiciones, pero no ir al extremo del mundo —aclaró—. Nosotros, los alemanes, estamos hechos para grandes cosas.

—Me da miedo lo que estás pensando.

—¡Keseseseseseses! Tranquilo, muchacho, no hay nada de que temer —rio para sí mismo, al contrario de la preocupación del chileno—. Siempre y cuando no pase una catástrofe como usar el pretexto de que un serbio asesine al heredero al trono de Austria-Hungría, y que ese par les declare la guerra y yo tenga que aliarme con ellos junto con West, esperando que el débil y rencoroso Francia entre en la pelea y quiera recuperar Alsacia y Lorena, a pesar de que el grandioso yo ya le ganó.

˚ʚ🐧 ࣪1881: Tuición Compartida. La crianza de Tierrita | Argchiweek 2O24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora