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Ushuaia, Tierra del Fuego.

Ciao, ciao! —Venenciano saludaba con una gran energía al bajar del barco en el puerto de Ushuaia, junto con Romano, con la única misión importante de sus vidas, ver de nuevo al hijo de Argentina. Hacía años que no lo veían, la guerra fue dura y trataban de empezar todo de nuevo caminando por el camino correcto y democrático. Para desligarse de las tensiones europeas, ambos hermanos idearon venir y cumplir la promesa que le hicieron al fueguino, cuidarlo y enseñarle a correr más rápido para escapar del peligro o cualquier cosa.

—El pueblo cambió mucho —Romano observaba todo el crecimiento de infraestructura del lugar—. Martino e Carlo están trabajando duro.

—Vayamos a buscarlos, dijeron que nos esperarían cerca, ve —sin quitar el semblante animado, tomó el brazo de su hermano mayor, tirándolo a buscar al país argentino y la pequeña-grande isla. Deambulando unos segundos por el lugar, sus ojos ámbar dieron con ellos— Ciao, ciao!

—¡Bienvenidos! —Martín los recibió alzando la mano como lo hizo Feliciano. A su lado, un poco más abajo, Carlos sonrió por la llegada de los italianos.

—Hola. —y saludó, quieto en su lugar.

—¡Has crecido mucho! —Veneciano se sorprendió al reconocer la estatura del fueguino, ya no era aquel niñito que se escondía detrás de las piernas de Manuel, ni de Martín, ni que salía lanzarlo al aire entre risas. Estaba más grande, le llegaba hasta el pecho, sin mencionar el rizo sobresaliente— Sei bello quanto Martino.

—No se enoja si lo comparamos contigo, ¿o sí? —Romano tenía buena memoria, recordaba que Tierra del Fuego no le agradaba Argentina. Si Feliciano metió la pata...

—Para nada —dijo Martín, sonriente, incluso aceptando amablemente el halago de Feliciano—. Carlitos y yo somos familia.

—Con papá Manuel. —agregó Carlitos.

—Sí, y con Manuel.

—¿Te llama "papá"? —preguntó Lovino, curioso. Feliciano también sentía curiosidad.

—Che, por supuesto —asintió más orgulloso, apoyando las manos sobre los hombros del rubiecito—. Pasaron cosas entre los dos que nos unió.

Ve! Me alegra mucho que se lleven bien y formen una familia. La familia es importante. ¡Felicidades! —Feliciano, con una gran sonrisa y gran entusiasmo contagioso, se abalanzó a abrazar a los rubios. En tanto Lovino, se mantenía en el lugar, mirando la infraestructura de la localidad. Hacía falta restaurantes italianos— ¡Te vamos a enseñar tantas cosas, ve! —Feliciano continuó, tomando distancia, centrándose en el niño— ¡Gelato, pizza, pasta! ¡La pasta es lo mejor!

˚ʚ🐧 ࣪1881: Tuición Compartida. La crianza de Tierrita | Argchiweek 2O24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora