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Canción:El curita,La niña, y la loca(Gloria Trevi)
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**Título: "Entre Rezos y Tentaciones"**

El aire de la iglesia estaba impregnado del aroma a cera derretida y de incienso, mientras las luces tenues se filtraban a través de los vitrales, creando un ambiente casi sagrado. Las campanas sonaban suavemente, marcando el ritmo de la paz que reinaba en el lugar. Pero, en el fondo, dos almas luchaban contra una tormenta de emociones.

Sirius Black, conocido por su espíritu rebelde y su sonrisa traviesa, se encontraba en la sacristía, vestido con su sotana. Sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de anhelo y desesperación. Severus Snape, a su lado, era la imagen de la devoción religiosa; siempre serio y reservado, su fe era inquebrantable. Pero, en el fondo, también era un hombre de pasiones ocultas.

Mientras arreglaban los elementos para la misa, una antigua radio en la esquina de la habitación comenzó a sonar, llenando el aire con una melodía pegajosa. La voz de Gloria Trevi resonó, y con ella la letra que hablaba de un amor prohibido.

*"Hay un curita santo y otro que no es tanto..."*

Sirius no pudo evitar sonreír al escuchar la canción. Había algo en esas palabras que resonaba profundamente en su corazón. La tensión entre ellos era palpable, y aunque la vida religiosa les imponía límites, su conexión era irrefutable.

**Desde que se enamoro...**

"¿Te imaginas que estemos en una historia así?" comentó Sirius con un tono ligero, intentando romper el hielo.

**El curita es santo, se la vive rezando**

Severus lo miró con curiosidad, sus ojos profundos reflejaban una mezcla de reproche y deseo. "No es un juego, Sirius. Estamos aquí por un motivo, y el amor no debería ser parte de eso."

**El otro llorando de amor...**

Sirius sintió un nudo en el estómago. Era cierto, pero a medida que la canción continuaba, las palabras lo invadieron.

**Y se da golpes en el pecho
Para ver si con eso
Se le calma el corazón**

-No creo que debamos dejar que nuestras emociones se queden atrapadas en estos muros -dijo Sirius, dando un paso más cerca, su voz casi un susurro.

Severus, aunque se mantenía firme, podía sentir la cercanía de Sirius como un imán. La resistencia en su mirada comenzaba a desvanecerse. Con cada palabra de la canción, el impulso de Sirius se intensificaba. La atracción que sentían el uno por el otro era más fuerte que cualquier regla que la iglesia pudiera imponerles.

**Pues piensa que es un grave pecado y se lo llevará el diablo**

Sirius se detuvo, observando a Severus. La lucha interna que podía ver en su rostro le rompía el corazón. Fue entonces cuando tomó una decisión. Se acercó aún más, lo suficiente para sentir el calor que emanaba de Severus, lo suficiente para ver el parpadeo de su respiración.

**GRAVE ERROR**

-Severus, tengo que decírtelo -dijo Sirius, casi sin aliento-. Te amo. Siempre lo he hecho.

La confesión colmó el aire de la sacristía. Severus, atónito, lo miró fijamente, su corazón latiendo con fuerza. No pudo articular una respuesta inmediata. En su interior, las palabras de la canción resonaban con la verdad de su propio sentimiento. La vida que llevaban como curas era una celda que no podían soportar más.

-¿Qué estamos haciendo? -preguntó Severus, su voz temblorosa mientras luchaba con sus sentimientos.

-¡Viviendo una mentira! -Sirius exclamó, casi desbordándose de emoción-. ¿No ves? El amor no es un pecado. No debería serlo.

El brillo en los ojos de Severus comenzó a desvanecer la sombra de su seriedad. A medida que las palabras de Sirius lo envolvían, empezó a sentir que la libertad era posible. La idea de dejarlo todo atrás, de huir juntos, era tentadora.

-¿Y si...? -comenzó Severus, sintiendo cómo su resistencia se desmoronaba.

-Podemos escapar. Juntos. Sin mirar atrás. -La promesa de Sirius era palpable.

La música de fondo se volvió más intensa mientras la letra continuaba.

**DIOS NUNCA DIJO ESO**

Resonando como un mantra en sus corazones. Sirius dio un paso más cerca, su mano alcanzó el rostro de Severus, obligándolo a mirarlo.

-Dios bendijo el amor, Severus. Y yo no quiero perderte.

Los ojos de Severus se llenaron de lágrimas no derramadas, una mezcla de amor y miedo. La lucha entre su deber y su deseo lo devastaba, pero la calidez que sentía al lado de Sirius lo empujaba hacia adelante.

-¿Estamos realmente dispuestos a dejarlo todo? -preguntó Severus, una chispa de esperanza iluminando su rostro.

-Lo haría mil veces si eso significa estar contigo. -Sirius sonrió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Aquel momento fue decisivo. Con un suave movimiento, Severus se acercó, cerrando la distancia que los separaba. La tensión se rompió en un abrazo ardiente que parecía liberar todo lo que habían reprimido. Sus labios se encontraron, y en ese beso, sintieron la promesa de un nuevo comienzo.

La canción continuó sonando, llenando la iglesia de ecos de libertad y amor, mientras dos almas decidían dejar atrás el miedo y abrazar el futuro juntos.

**Y es mejor un amor prohibido que odiar con permiso digo Yo**

-Huyamos -susurró Severus, su voz cargada de determinación-. Comencemos de nuevo, lejos de aquí.

Sirius asintió, su corazón rebosante de alegría. Juntos, se alejaron de la iglesia, dejando atrás sus vidas como curas, dispuestos a encontrar un amor que el mundo nunca podría condenar.

**Y es mejor un amor prohibido que odiar con permiso...digo Yo**

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