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Canción:The other woman (Lana del rey)
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**Título: The Other Woman/Man**

La tarde caía lentamente sobre el castillo de Hogwarts, cubriendo el paisaje con una niebla suave y un cielo grisáceo que reflejaba perfectamente el estado de ánimo de Severus Snape. Caminaba con paso decidido por los pasillos vacíos, su capa ondeando tras él, pero sus pensamientos estaban lejos de la rutina diaria. Había algo que lo carcomía desde hace semanas, una sensación de vacío que lo asfixiaba, y que, por más que intentara ignorarla, se volvía más fuerte con cada día que pasaba.

Severus se detuvo frente a la puerta de su despacho, su mano en la perilla, pero algo lo detuvo antes de entrar. Una conversación reciente con Sirius resonaba en su cabeza, una conversación que había terminado en un silencio incómodo y evasivo, como si hubiera algo más que Sirius no le decía.

Sirius Black, su esposo desde hacía tres años, había sido todo lo que Severus nunca supo que necesitaba. Impulsivo, valiente, con una sonrisa tan encantadora como peligrosa. Su relación siempre había sido intensa, llena de altibajos, pero nunca había dudado del amor que Sirius le profesaba. Al menos, no hasta ahora.

Entró en su despacho, cerrando la puerta tras de sí con un suave clic. El fuego en la chimenea chisporroteaba débilmente, y el ambiente se sentía tan frío y distante como su relación en los últimos tiempos. Se dejó caer en su silla, frotándose las sienes, tratando de aclarar sus pensamientos.

Fue entonces cuando lo vio. Un pequeño trozo de pergamino sobresalía de entre los papeles en su escritorio. No le prestó atención al principio, pero algo en él lo hizo detenerse. Lo tomó, frunciendo el ceño mientras lo leía.

Era un mensaje escrito apresuradamente, en la inconfundible letra de Sirius:

*"Nos vemos esta noche. No puedo esperar más. Tuyo, siempre."*

Severus sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. No había nombre en la nota, pero algo en su interior le dijo que no estaba dirigida a él.

***

Horas después, el corazón de Severus seguía latiendo con fuerza mientras caminaba por los terrenos de Hogwarts bajo la lluvia. Sus pasos lo llevaban hacia las afueras del castillo, hacia una pequeña cabaña que conocía bien. Era allí donde Remus Lupin vivía, alejado del bullicio del castillo y de las miradas inquisitivas de los demás. Un lugar que, hasta hace poco, Severus había considerado irrelevante. Pero ahora, ese lugar era todo lo que importaba.

Cuando llegó, vio una luz tenue brillar desde el interior. A través de las cortinas ligeramente abiertas, pudo ver dos siluetas. La primera, inconfundible: Sirius, con su andar relajado y esa sonrisa que siempre lo había desarmado. La segunda, más alta, más pausada, pertenecía a Remus.

El dolor que lo atravesó fue tan intenso que tuvo que apoyarse contra un árbol para no desplomarse. Ahí estaba la confirmación de lo que había temido: Sirius lo estaba engañando.

Cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas, pero era imposible. El hombre al que amaba, al que le había entregado su vida, lo había traicionado de la forma más dolorosa. Y no solo con cualquier persona, sino con Remus Lupin, alguien que había sido su amigo, o al menos eso había creído.

Mientras permanecía allí, inmóvil, escuchó los ecos de la conversación que se filtraban desde la cabaña.

“Remus, no puedo seguir ocultándolo por mucho más tiempo,” la voz de Sirius sonaba vulnerable, casi suplicante. “No sé cómo decirle a Severus que no siento lo mismo que antes.”

Remus suspiró. “Tienes que ser honesto con él. No merece que lo engañes.”

“Lo sé,” respondió Sirius, con un tono de desesperación. “Pero es tan complicado. Severus no... no es como tú. Nunca me mira de la forma en que lo haces, nunca me hace sentir...”

Severus ya no pudo escuchar más. El dolor en su pecho era insoportable. Dio un paso atrás, sin darse cuenta de que una rama crujió bajo su peso. Las voces dentro de la cabaña se silenciaron al instante.

El corazón de Severus se aceleró. Se dio la vuelta rápidamente, intentando huir antes de ser descubierto, pero era demasiado tarde. La puerta de la cabaña se abrió y una voz lo llamó:

“¿Severus?”

No quería mirar, pero sus pies se detuvieron. Lentamente, se giró para encontrar a Sirius parado en el umbral de la puerta, con una expresión de sorpresa y culpa en su rostro.

“¿Qué haces aquí?” Sirius preguntó, pero Severus no tenía palabras. Solo podía observar la escena frente a él: Sirius, con su ropa ligeramente desordenada, y Remus parado detrás de él, con la mirada baja, incapaz de enfrentar la situación.

Severus sintió cómo las lágrimas amenazaban con brotar de nuevo, pero se negó a mostrarse débil. No aquí. No frente a ellos. “No importa,” dijo con voz áspera. “Ya lo he visto todo.”

Sirius dio un paso hacia él, su expresión desesperada. “Severus, no es lo que parece...”

“¿No es lo que parece?” Severus lo interrumpió, su voz cortante. “¿Qué otra explicación hay, Black? He leído la nota, te he visto aquí. ¿Cómo puedes decirme que no es lo que parece?”

Remus intervino entonces, su voz suave pero firme. “Sirius no quería hacerte daño, Severus.”

Severus rió amargamente. “¿Y eso cómo se supone que me consuela, Lupin? ¿Sabes lo que más duele? No es solo el engaño. Es que él eligió decírtelo a ti, confiar en ti, en lugar de enfrentarme a mí.”

Sirius extendió una mano hacia él, pero Severus dio un paso atrás, como si el mero contacto lo quemara. “Por favor, Severus, déjame explicarte.”

“¿Explicarme qué? ¿Que ya no me amas? ¿Que prefieres a Remus?” Severus lo miró directamente a los ojos, su dolor evidente en cada palabra. “No hay nada que explicar, Black. Has hecho tu elección.”

Sirius bajó la mano, derrotado. “No fue así...”

Pero Severus ya no lo escuchaba. Dio la vuelta y se alejó bajo la lluvia, dejando atrás no solo a Sirius, sino también los restos de su relación.

***

Días más tarde, Severus se encontraba solo en su despacho. La vida en Hogwarts continuaba como siempre, pero para él, todo había cambiado. El vacío que sentía lo consumía, y por primera vez en mucho tiempo, no sabía cómo seguir adelante.

Había amado a Sirius más de lo que estaba dispuesto a admitir, pero ese amor se había convertido en algo insostenible, algo que ya no podía salvar. Y ahora, solo le quedaba la soledad, una soledad que sentía profundamente.

La otra parte de la canción resonaba en su mente, como un cruel recordatorio de lo que había perdido:

•°~"La otra mujer... siempre llorará hasta quedarse dormida. La otra mujer... nunca tendrá su amor."*~•°

Severus sabía que esas palabras eran ciertas. No importaba cuánto lo amara, porque Sirius ya no era suyo, si es que alguna vez lo había sido.

Se sentía como el otro hombre, el que había sido dejado de lado, el que nunca tendría el amor que tanto deseaba.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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