Anastasia
Mirando el ecógrafo donde se podían ver los rostros de nuestros mellizos, una niña y un niño, que están creciendo en mi vientre, me sentía muy feliz de llevar en mi interior el fruto de nuestro amor.
Cristian está muy feliz, me besaba a cada momento que podía y yo estoy aterrada; no tuve el mejor ejemplo de madre y, qué decir de los locos que desean hacernos daño. Sin embargo, el concierto de latidos me saca de mis pensamientos; los corazones de mis bebés laten fuerte y constante.
Esto será un punto de inflexión con Cristian. Saber que son dos bebés los que vamos a tener hará que intensifique nuestra seguridad y será más que obvio que tratará de que no trabaje en la editorial.
Siendo consciente de nuestra situación, creo que será lo mejor. No podría volver a ver a Cristian a la cara si algo les pasa a nuestros bebés. Es lo mejor que nos ha pasado a ambos. Ojalá encontremos a Ella, que ella pueda disfrutar al igual que Grace de esta felicidad.
Le pido a la doctora que me imprima cuatro imágenes de nuestros hijos. Le entregaremos una a Ray, otra a los Grey, y las otras estarán en nuestros despachos.
La doctora me dio las mismas recomendaciones de cada mes, con la diferencia de que esta vez enfatizó en la palabra "descanso" en estos últimos meses. Me molesta que haga eso, tengo muy clara mi situación, me molesta que me traten como una niña.
No quiero discutir con Cristian por esto, es un momento especial. Por otra parte, me siento impotente de no poder llevar una vida normal, como cualquier mujer. Mis hormonas me juegan una mala pasada. En el auto me sumerjo en mis pensamientos.
Cristian me toma de la mano mientras miro por la ventana. Mi amado esposo llama mi atención cuando las lágrimas se asoman en mis mejillas. Me recuerda lo mucho que me ama, y yo asiento mirándolo.
Su amor hacia mí es verdadero, más aún cuando sabe que llevo a nuestros hijos en mi vientre. Reconoce mi valor como profesional y que amo mi trabajo. Me hace recomendaciones que ya había valorado por mi cuenta y está trabajando con mi padre por el bien de la compañía. Cristian se desabrocha el cinturón de seguridad y, sentándome en su regazo, aprovecho para absorber su exquisito olor, para luego comenzar un beso muy apasionado.
No sé en qué momento todo se descontrola. Un auto nos golpea mientras otro nos sigue. Cristian recibe una llamada y comienza a gritar órdenes mientras me abraza con mucha fuerza a manera de protección. Quiero mirar por la ventana de atrás, pero Cristian no me lo permite; está tan aterrado como yo.
En un abrir y cerrar de ojos, con la ayuda de la seguridad, estamos en casa. En nuestra habitación me desplomo y desato mi llanto. ¡Malditos, por qué no nos dejan en paz! Cristian me ayuda a darme una ducha para luego dirigirnos a nuestra cama y caer profundamente dormidos.
Los siguientes días se vivieron en la más profunda tranquilidad, hasta que en uno de los medios amarillistas salió un reportaje de Cristian, donde ponían en duda nuestra estabilidad matrimonial al no asistir a la editorial y él estar fuera del estado por negocios. Las hormonas me estaban desquiciando. Sé que Cristian me ama, no obstante, el no tenerlo a mi lado me deprimía. Su familia, Ray, inclusive Franklin estaban pendientes de mí. Yo necesito a Cristian que me abrace.
Cristian regresa de viaje y me aclara que era una misión. Siempre era lo mismo: una posibilidad de atrapar a Morton y a Dalton, pero ellos siempre se salían con la suya. No los pudieron atrapar tampoco esta vez.
Todo estaba tranquilo cuando Gail nos informa que mi madre está en la entrada, solicitando que me reúna con ella. La verdad, no quiero. Acto seguido, se me ocurre algo y esto sería definitivo: la alejaría de mi vida. En el fondo, soy consciente de que ella no me ama y debería alejarla.
ESTÁS LEYENDO
EL OTRO LADO DEL ESPEJO
FanfictionSi bien la mayoría de los personajes le pertenecen a E. L. James, lotros son de mi imaginaciónl La historia si me pertenece es de mi autoría, con la colaboración de mi amiga Pame de Argentina Se prohibe la copia, la adaptación o cualquier uso que se...