Capítulo 24

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Rose

Desde la marcha de Peter, todo lo bueno de mi vida se había venido abajo. Mi hogar se había reducido a mi armario, y el señor Lincoln me había sacado a la fuerza de mi zona de seguridad. No confío en él. Su voz, sus actos y, sobre todo, sus ojos me dicen que miente. Me ha enseñado fotos de Peter haciendo cosas horribles. Fuera del armario, se oyen voces que no me gustan nada.

«Sáquenla, tiene que comer algo». Esa es la voz de Lincoln.

«No va a comer, como siempre», responde la perra de Elena.

«¡Sáquenla, comerá, quiera o no!», sentencia Lincoln.

La puerta se abre y aparecen cuatro guardias. Dos me toman de los pies y me arrastran fuera del armario, mientras otros dos me agarran de los brazos a pesar de que braceo. Me ponen en una camilla. La perra de Elena se acerca y me clava algo en el cuello. Trato de pelear, no obstante, mi cuerpo no me responde, a duras penas puedo respirar.

—Nos obligaste a hacer esto. Diseñarte nos llevó años, ahora no vamos a perder lo que nos ha costado tanto —Lo miro con odio, hay tantas cosas que deseo decirle.

—¿Se la entregarás a Morton? Llevamos meses engañándolo. No nos sirve tenerlo de enemigo.

—Ese apellido suena fuerte en mi memoria.

Entre Lincoln y Elena me limpian, no puedo evitar mirar los ojos lujuriosos de ese maldito. Si Elena no estuviera presente, me estaría follando. Después, me visten para ponerme en una cama de hospital y me amarran a ella.

—Te pondremos un suero para mantenerte con vida.

—Eres una tonta por no comer —me regaña Elena. Querría decirle algo, pero no puedo. Lo que me pusieron me permite verlos, oírlos, pero no puedo moverme ni hablar.

Las lágrimas corren por mis ojos. Si Peter no va a volver, mi vida no tiene sentido, no sé para qué he nacido. ¿No sé por qué estoy aquí? ¿Qué pretenden hacer conmigo?

Los días son espeluznantes, he tenido pesadillas muy reales. Elena no ha regresado, pero Lynch sí ha estado viniendo. Ha tratado de convencerme de que acceda a sus avances sexuales, que Elena es su esposa, sí, pero hace mucho tiempo que no tienen nada como pareja y él necesita saciar sus necesidades masculinas. Obviamente, me he negado.

Le he preguntado quién es Morton, pero sigue sin contestarme. Siempre que lo hago, se molesta mucho.

—Ya te he dicho que dejes de preguntar por él.

—¿Quién es ese hombre? —Me reprocha.

—Él aparece en mis pesadillas, solo que no tiene rostro —le digo en un susurro, solo para que él me escuche.

—No quieres conocerlo. Es un tipo desagradable y violento —me dice con claridad.

— Deberías tener muy en cuenta esas palabras, Lynch.

—Deberías tener muy en cuenta esas palabras, Lynch. Porque son muy reales. Me han estado engañando durante casi un año y hoy vengo a reclamar lo que me pertenece —Miró su rostro y veo muchas imágenes aterradoras en mi memoria.

—¡NOOO! —exclamo.

—Irás conmigo, te guste o no. Me importa una mierda. He pagado por ti. Chicos, tráiganla. —Lynch trata de oponerse.

—¡BAM! ¡BAM! —Le han disparado.

—¡Hijo de puta, me has disparado! —grita Lynch. La seguridad del lugar aparece y es abatida por los hombres de ese monstruo.

EL OTRO LADO DEL ESPEJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora