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Rápidamente tiré mis manos hasta sentir que su camiseta que llevaba puesta se había levantado alrededor de mi cintura.

—No, gracias. Ya lo tengo —le dije sonriendo, mientras me quitaba la camiseta y se la arrojaba a la cara. —Gracias por el préstamo —le dije, caminando seductoramente hacia mi armario.

Él se levantó de la cama y se acercó a mí, en solo sus calzoncillos.

—¿Se me permite tocarte hoy? —preguntó en voz baja.

Asentí con la cabeza, un poco inseguro.

Sus manos se posaron en mis caderas, enviando un sofoco a mi piel.

De repente, mi teléfono volvió a sonar. Era jin

—¡He dicho que estoy en camino! —respondí, exasperado.

Colgué y miré a Jungkook, que se estaba vistiendo.

—Sabes que tienes el más sexy cuerpo en el mundo, ¿verdad? —dijo, sonriendo.

Me besó ligeramente y se fue.

Me cambié y salí del baño.

Había una pequeña margarita blanca en la repisa de la ventana.

Sonreí, sabiendo que Jungkook la había dejado allí para mí.

Bajé a la cocina, tomé dos cajas de jugo y garabateé una nota para Yoongi.

Salí de la casa y encontré a Jungkook esperándome en su coche.

—Oye, ten esto —le dije, dándole la bebida.

—Gracias. Ten esto —respondió, dándome una rebanada de pan tostado.

—¿Por qué tan feliz hoy? —pregunté.

—Tuve una buena noche ayer —dijo, sonriendo.

Sentí una punzada de dolor.

—¿Tienes lo suficiente allí? —bromeó, mirando las cajas de donas que había comprado.

—Me gusta esta canción —mentí, para evitar hablar con él.

Llegamos al estudio de baile.

—Ey, chicos lo siento, me quedé dormido—dije, disculpándome.

Comencé a ensayar con mi grupo de baile.

Jin me haló a un gran abrazo y traté de no retroceder lejos de él, llevaba hoy su marca de fábrica de piezas de color rosa en forma de una gorra.

—Eso está bien. También me quedaría dormido demasiado si tuviera ese cuerpo en mi cama —bromeó con una sonrisa mientras asintió con la cabeza sobre mi hombro hacia Jungkook.

Rodé los ojos y puse las donas sobre la mesa, tomando una de chocolate con rapidez antes de que todos fueran y se las acabaran.

Me dirigí a saludar a los otros chicos. Había ocho personas en nuestro equipo, cuatro chicas y cuatro chicos.

Jin llamó a todos para empezar.

—En vista de que ya estamos con cuarenta y cinco minutos de retraso porque alguien no podía arrastrar su cuerpo fuera de la cama a tiempo, es mejor que empecemos —afirmó, lanzándome una mirada fingida y haciéndome reír.

Nos pusimos a trabajar en una nueva rutina que era muy difícil y complicada.

Después del intento número veinte, empujé a Ricky fuera de mí, riendo.

—Está bien, oficialmente renuncio a esto por hoy —me quejé, yaciendo al igual que una estrella de mar en la colchoneta.

Jin tendió la mano para ayudar a levantarme.

|El chico que se escabulle por mi Ventana| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora