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Me encogí de hombros y los dejé en eso, no necesitaba atestiguar su pelea, de cualquier manera, ellos se arreglarían en un par de minutos, siempre lo hacían. Mientras daba la vuelta en la esquina hacia la cocina, choqué con un chico que no conocía. Era quizás un poco mayor que yo, probablemente de la edad de Yoongi y era realmente apuesto.

—Bien, hola —ronroneó con una voz sexy.

—Hola —repliqué, sonriendo.

—Soy Ryder —dijo, sonriendo.

—Jimin—contesté.

No lo reconocía de la escuela.

—¿Vas a la escuela de seul? —pregunté curioso.

Sacudió su cabeza y sonrió.

—No. En realidad estoy buscando a mi hermanita, pero no puedo encontrarla.

—¿Ah, sí? ¿Quién es tu hermana? —pregunté.

—Jessica Sanders —afirmó.

No pude evitar la reacción natural de mi cuerpo. Arrugué un poco la nariz.

—No eres un gran fanático, ¿no? —preguntó, riendo.

—Oh… eh… Lo siento —balbuceé.

—No te preocupes por eso. Sé que puede llegar a ser un dolor en el trasero.

—Entonces, ¿quieres que te ayude a encontrarla? —le ofrecí.

—Nah, ya aparecerá. ¿Qué tal si en vez de eso nos tomamos un trago? —sugirió.

—Sí, seguro —dije, sonriendo.

Nos tomamos un par de tragos hasta que me di cuenta que estaba realmente borracho.

De repente, me presionó contra el mostrador de la cocina y presionó su cuerpo contra el mío.

El pánico familiar comenzó a levantarse mientras mi corazón se aceleraba.

Sentí mi boca secarse. Santa mierda. ¡Iba a besarme!

¿Quería eso?

¿Qué pasaría si ponía sus manos sobre mí?

Mi mente estaba girando de un pensamiento a otro.

Di un grito ahogado y retiré mi cabeza para atrás.

Él negó con la cabeza, mirándome un poco desconcertado.

Y chocó sus labios contra los míos.

Gemí y empujé su pecho.

La siguiente cosa que sé, es que se habia alejado.

Levanté la mirada, desconcertado.

Jungkook estaba recargado sobre la pared.

—¡No lo toques, maldita sea! —gruñó

Comencé a sentirme enfermo.

Me puse de pie y me tambaleé hacia mi baño. Jungkook me frotaba pequeños círculos en mi espalda.

Después de unos minutos, me sentí mucho mejor.

—¿Quieres ir a la cama? —preguntó.

Asentí con la cabeza.

—Sí, solo quiero cepillarme los dientes.

Tomé el cepillo de dientes y le puse pasta dental.

Sonreí débilmente.

—¿A la cama? —preguntó.

Asentí con la cabeza.

—¡Espera! No quiero ir a la cama con esto —murmuré.

|El chico que se escabulle por mi Ventana| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora