Chapter Thirty-Six

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No se trata de lo que nos sucede, sino de cómo reaccionamos ante ello

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No se trata de lo que nos sucede, sino de cómo reaccionamos ante ello

Epicteto

Meredith caminaba por las bulliciosas calles de Nueva Orleans, sintiendo el peso de los años que había pasado lejos de su hogar

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Meredith caminaba por las bulliciosas calles de Nueva Orleans, sintiendo el peso de los años que había pasado lejos de su hogar. Cada esquina traía consigo ecos de risas, de celebraciones y de una vida vibrante que había dejado atrás. Sin embargo, su corazón estaba centrado en una única misión: encontrar a Verónica. La noche caía sobre la ciudad, y con ella, la tensión comenzaba a aumentar.

Finalmente, llegó a una pequeña casa en un callejón olvidado, una construcción antigua que parecía resistir el paso del tiempo. Al tocar la puerta, un ligero temblor de incertidumbre recorrió su cuerpo. No estaba segura de lo que esperaba encontrar, pero sabía que era crucial descubrir la verdad sobre su amiga.

La puerta se abrió, revelando a Sophie Deveraux, una mujer de presencia imponente y mirada penetrante. El aire a su alrededor parecía cargado de magia, y la tensión en el ambiente era palpable.

—Meredith —dijo Sophie, su voz suave pero firme—. He estado esperándote.

Meredith arqueó una ceja, sorprendida por la familiaridad de la bruja. Su incredulidad brotó como un río indomable.

—¿Esperándome? ¿Quién eres tú?

—Soy Sophie. Tengo un don para percibir cosas que otros no pueden. He sentido tu energía desde que llegaste.

Meredith sintió un escalofrío. Había algo en la forma en que Sophie hablaba que la inquietaba.

—Lo que sea que creas saber, no me interesa. Estoy aquí por Verónica.

—Verónica está en peligro —interrumpió Sophie, la seriedad en su tono enfriando el aire entre ellas—. La oscuridad ha vuelto a Nueva Orleans, y ella es parte de algo más grande.

Meredith sintió que la preocupación se instalaba en su pecho como una piedra pesada. Necesitaba respuestas.

—¿Qué quieres decir con "parte de algo más grande"?

Sophie se acercó, su mirada intensa como un faro en la penumbra.

—Hay algo que debes saber antes de continuar. He sentido una energía especial que te rodea. Y hay algo en ti que es… diferente.

Meredith frunció el ceño, sintiendo un leve temor que crecía en su interior.

—¿De qué hablas?

—He tenido visiones. Puedo percibir cuando una mujer está esperando un hijo, y tu esencia me dice que estás embarazada.

Las palabras de Sophie golpearon a Meredith como un trueno. Se quedó en silencio, el aire le faltaba en los pulmones. ¿Estaba embarazada? Esa idea era tan ajena a ella, tan inesperada, que se sintió desorientada.

—No… no puede ser —tartamudeó, tratando de aferrarse a la lógica. Su mente se llenó de recuerdos de cuamdo tuvo a Damon y a Stefan, de su vida pasada, de lo que significaba ser madre.

—Los vampiros no pueden procrear —continuó Meredith, su voz temblando.— Eso no tiene sentido.

Sophie sonrió levemente, como si ya supiera que su reacción sería de desconfianza.

—No todos los vampiros son iguales. Hay excepciones, especialmente entre los híbridos. Lo que siento en ti es el resultado de algo más poderoso, algo que puede cambiarlo todo.

Meredith se sintió abrumada, la idea de ser madre de nuevo, después de tantos años, la llenó de una mezcla de temor y nostalgia. La última vez que había pensado en tener un hijo fue hace más de un siglo. La posibilidad de que eso pudiera ser real la llevó a cuestionar su propia realidad.

Meredith frunció el ceño, una risa amarga burbujeando en su pecho. La idea parecía absurda.

—Eso es imposible —respondió, su voz fría y distante—. No estoy embarazada. No puedo estarlo.

Sophie mantuvo su mirada, como si pudiera ver a través de la fachada de seguridad que Meredith había construido.

—Pero sí lo estás. No puedo equivocarme.

Meredith sintió que su corazón latía con más fuerza, la negación ardiente en su interior. Sin embargo, el momento se tornó más inquietante cuando la puerta se abrió de golpe y varios hombres arrastraron a Verónica hacia la habitación.

—¿Qué está pasando aquí? —exclamó Meredith, su voz tensa mientras sus ojos se fijaban en su amiga.

Verónica estaba desorientada, su rostro pálido y sudoroso. Sophie se volvió hacia Meredith, como si cada palabra que dijera fuera vital.

—Si te vas ahora, ella y el niño que lleva en su vientre morirán.

Meredith sintió que el aire se le escapaba.

—¿Qué niño? —preguntó, sintiéndose cada vez más perdida—. Verónica no puede estar embarazada. Es un vampiro. Eso es… eso es imposible.

—No lo es. Hace unas semanas, realizaron un hechizo que vinculó su vida a la de un niño, un bebé que encarna una oscuridad formidable. Los bebés que ambas van a tener son muy poderosos. El tuyo, Meredith, sería el primer bebé procreado entre vampiros, mientras que el de Verónica es el primer bebé creado con magia, involucrando la muerte.

Las palabras de Sophie la golpearon con la fuerza de un rayo. Meredith cerró los ojos, intentando hacer sentido de la situación. La posibilidad de que un niño inocente, nacido de la sangre de alguien que había muerto, estuviera en peligro la llenaba de horror.

—¿Qué? —preguntó, tratando de no sonar tan vulnerable.

—Eres parte de un juego más grande, Meredith. Este niño no es solo un bebé. Es una combinación de la sangre de Kol y la esencia de Verónica. Las brujas necesitan a Klaus para detener a Marcel, pero saben que tú y Verónica son sus mejores cartas en esta partida.

Meredith se sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. La idea de que Verónica, su amiga, estuviera en esta situación era abrumadora. El hecho de que las brujas las usaran como peones en su lucha contra Marcel la llenaba de indignación.

—¿Así que todo esto es solo una estrategia? —preguntó, la rabia comenzando a aflorar—. ¿Y nosotros qué somos? ¿Peones en su juego?

—Es la única forma de conseguir lo que necesitamos —replicó Sophie, su tono firme—. El niño representa una oportunidad. Pero si te alejas, Verónica y el bebé morirán.

Meredith se sintió atrapada, el horror de la situación chocando con su propia necesidad de proteger a Verónica. La urgencia de actuar crecía en su pecho.

—No dejaré que eso suceda —declaró finalmente, su voz resuelta—

Con el peso del mundo sobre sus hombros, Meredith dio el primer paso en una lucha que podría cambiarlo todo, decidida a tomar el control de su destino y proteger a quienes amaba.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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