Capítulo 4: El amor de una madre, vale más que un trono

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La reina Alicent, no paraba de aconsejar a su hijo sobre el bastardo que tenía cautivo, le decía que era perfecto para usar como una moneda de cambio, la corona por él, y si Rhaenyra no quería, podían demostrarle que hablaban en serio enviándole por ejemplo un dedo de su hijo, o dos.

Por supuesto eso había hecho enojar a Aegon, él era el rey y sus decisiones no debían ser cuestionadas, nadie lastimaría a Jace, nadie, puede que ya no pudiera amarlo debidamente y hacerlo su consorte, no de momento, pero no iba permitir que lo mutilaran.

─No tiene que ser en serio, Aemond ha enviado una carta Rhaenyra, le ha pedido rendirse o de lo contrario, bueno hemos amenazado con la integridad y vida de su hijo.

−Hiciste eso sin consultarme, tú y Aemond, olvidan que yo soy el rey, nadie va lastimar a Jace, él es mío.

−No sé porque te preocupas tanto por un simple bastardo, puedes tener a cuanto omega desees, incluso a ese, pude ser tu juguete, pero debes casarte con una digna omega y hacerla tu reina, estaba pensando en Haeleana, pero igual podría ser la chica Baratheon. En cuanto a la usurpadora, esa seguro que con la carta dimite. Estoy segura que caerá en la trampa.

−Yo también lo creo, después de todo, ella si ama a sus hijos, no como tú Alicent.

Aegon había decidido no llamarla madre, no tenia caso, ella nunca lo había amado, nunca lo había visto como un hijo, solo como un peón para usurpar el trono, debía admitirlo, el usurpador era él.

Dolía, porque nadie lo consideraba digno, pero demostraría lo contrario, sería un buen rey, seria... No, no lo seria, pudo serlo, un buen rey consorte, ser feliz con su omega, pero se dejó engafar y cometió estupidez tras estupidez y ahora era demasiado tarde ¿cierto?

Quizá aun pudiera liberar a Jace y rendirse ante su hermana, quizá aun hubiera esperanza de tenerlo, pero lo cierto era que tras lo de Lucerys, Rhaenyra, nunca iba dejar que se enlazara con su cachorro, no lo dejaría ser rey consorte, no confiaría en él.

 Quizá aun pudiera liberar a Jace y rendirse ante su hermana, quizá aun hubiera esperanza de tenerlo, pero lo cierto era que tras lo de Lucerys, Rhaenyra, nunca iba dejar que se enlazara con su cachorro, no lo dejaría ser rey consorte, no confiarí...

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Se dirigió a la torre tan rápido como pudo, cuando Jace lo vio no dijo nada, solo le abrazo, acaricio sus mejillas enrojecidas y las beso con suavidad, si bien se había dicho que era un idiota, su corazón aun le amaba.

− ¿Lo de Luke es verdad o solo lo has dicho para herirme?

−Es verdad, no te lastimaría Jace, yo te amo, yo...Solo no puedo ceder en esto, yo al fin pudo mostrar que valgo, que soy el rey.

−Un rey que no puede salvar sus propias mejillas, ni tomar la felicidad que quiere, ¿no te pesa la corona Egg?

−Creí que al menos tú me entenderías.

−Te entiendo, te amo y no te juzgo, pero no puedo aprobar esto y traccionar a mi familia.

−Soy tu alfa, también soy tu familia.

La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora