𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐘 𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬

IV

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Amor a Pesar del Dolor.

El día en que Vaggie y Lute cumplirían un año de relación estaba a la vuelta de la esquina. Para cualquier otra pareja, esa fecha sería motivo de celebración, un momento para recordar todo lo bueno y reafirmar el compromiso. Pero para Vaggie, esa sensación de felicidad estaba acompañada por una extraña y persistente incomodidad, una tristeza que no lograba comprender del todo. O quizás sí, pero no quería admitirlo.

Había pasado el último mes preparándose para ese día especial. A pesar de los altibajos que había experimentado en los últimos tiempos con Lute, Vaggie se aferraba a la esperanza de que el aniversario las ayudaría a reencontrar esa chispa que parecía haberse desvanecido. Había estado pensado en un regalo para Lute, un regalo que sabía que le gustaría, y algo que simbolizara lo mucho que la quería y lo importante que era su relación. Sin embargo, mientras envolvía el regalo una tarde, sintió cómo su corazón se hundía en una mezcla de tristeza y confusión.

Había algo mal, algo que se negaba a aceptar.

Desde hacía tres meses, esa sensación de malestar había ido creciendo dentro de ella. Era sutil, como una sombra que se colaba entre las grietas de su relación, oscureciendo todo a su paso. Al principio, había tratado de ignorarla, convenciéndose a sí misma de que eran sólo problemas temporales. Pero con cada día que pasaba, la sombra se hacía más grande, más pesada. Vaggie sabía, en el fondo, lo que estaba sucediendo, pero no podía enfrentarlo. Porque enfrentar la verdad significaba admitir que Lute, la persona que más amaba, estaba destruyendo lentamente lo que quedaba de su felicidad.

Las interacciones entre ellas habían disminuido drásticamente en los últimos meses. A pesar de haber prometido verse más seguido y compartir más tiempo juntas, las reuniones en persona se habían vuelto esporádicas. Cada vez que hacían planes, algo parecía interponerse: compromisos inesperados, problemas familiares o, en el caso de Lute, excusas vagas que apenas lograban convencer a Vaggie. En un principio, ella había intentado ser comprensiva. Después de todo, la vida podía ser impredecible. Pero la frecuencia con la que esos planes se cancelaban empezó a alarmarla.

Y cuando finalmente lograban verse, el comportamiento de Lute no era el mismo. Las primeras veces, Vaggie había esperado que la emoción del reencuentro reviviera algo de lo que solían compartir. Pero en lugar de recibir sonrisas y abrazos cálidos, Lute la saludaba con una indiferencia que calaba hondo en el alma de Vaggie.

"¿Cómo has estado?" le preguntaba Vaggie con una sonrisa nerviosa, esperando que una simple conversación rompiera el hielo entre ellas.

"Bien, lo de siempre," respondía Lute, sin mucho interés, mientras revisaba su teléfono o miraba distraída a su alrededor.

En esos momentos, Vaggie sentía como si estuviera hablando con una desconocida, una versión de Lute que apenas reconocía. Pero, a pesar de ello, nunca se atrevía a preguntar lo que realmente quería saber: "¿Por qué te comportas así?" Porque Vaggie sabía que, si lo hacía, Lute le mentiría. Era más fácil hacer como si no pasara nada, intentar encontrar alguna excusa para el comportamiento de Lute, aunque en su interior supiera que algo estaba muy mal.

Uno de esos días, tras una corta visita en la que apenas cruzaron palabras, Vaggie regresó a casa con un nudo en el estómago. Se sentía mal, emocionalmente agotada, pero no podía poner el dedo en la llaga. ¿Era realmente Lute la causa de su tristeza? ¿O era simplemente que Vaggie estaba siendo "demasiado sensible", como Lute le había dicho tantas veces antes?

Al mirar su teléfono, vio un mensaje de Lute. Era corto, casi impersonal: "Espero que estés bien. Hoy fue un día complicado para mí."

Vaggie suspiró, mirando la pantalla con los ojos llenos de lágrimas. Había algo irónico en ese mensaje. Lute siempre encontraba excusas para justificar su comportamiento, pero jamás se tomaba el tiempo de preguntar cómo se sentía Vaggie. No podía recordar la última vez que Lute le había preguntado sinceramente cómo estaba. A pesar de la indiferencia, Vaggie seguía esperando, cada día, que Lute volviera a ser la chica que la había conquistado al principio, esa persona que la hacía sentir querida y valorada.

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