VII

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Aferrándose al Dolor

Dos meses habían pasado desde aquel día. La relación con Lute, en lugar de mejorar, había empeorado aún más. Vaggie sabía que algo andaba mal desde hacía tiempo, pero no había querido aceptarlo. Se aferraba a la esperanza de que, con el tiempo, Lute cambiaría, que las cosas volverían a ser como antes. Sin embargo, esa ilusión se desmoronó por completo una tarde lluviosa, cuando Lute le dijo algo que Vaggie jamás imaginó escuchar.

"Tengo que decirte algo," le había mandado un mensaje, Vaggie se sintió extrañamente apagada. Vaggie miró la pantalla, sintiendo que algo malo se avecinaba. "He estado sintiendo cosas por otra persona."

El mundo de Vaggie se detuvo. Su corazón latía tan rápido que sentía que iba a salirse de su pecho. "¿Qué... qué quieres decir?" Apenas pudo escribir esas palabras, sus dedos temblaban, reflejando el torbellino de emociones que comenzaba a sentir.

Lute no espero mucho para responder. "No es lo que piensas. Aún te quiero, de verdad... Pero me di cuenta de que he estado desarrollando sentimientos por alguien más."

Vaggie sintió que el suelo bajo sus pies se desmoronaba. "¿Quién?" preguntó, aunque ya tenía una idea.

"No importa quién sea," respondió Lute rápidamente, intentando desviar la conversación. "Lo importante es que no quiero perderte. Voy a luchar por ti. Le dejaré de hablar a esa persona, porque quiero estar contigo."

Vaggie, aún aturdida, trató de asimilar esas palabras. Lute estaba diciéndole que sentía cosas por alguien más, pero que aún la quería. Que quería luchar por ella, por su relación. A pesar del dolor que sentía, esa última frase fue la que se quedó grabada en su mente: "Quiero estar contigo."

Eso era suficiente para Vaggie. Siempre lo había sido.

"Está bien, si vas a luchar por nosotras, yo también lo haré."

Lute se sintió como si se quitara un peso de encima. Cambio la conversación, volviendo a la "normalidad", por un momento, Vaggie se permitió creer que todo estaría bien. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, algo seguía doliendo.

Pero ¿Era enserio? Es decir, ¿Por mensaje? ¿Que acaso no puedo decirle cara a cara? Que cobardía.

Días después, la realidad golpeó con más fuerza. Mientras Vaggie caminaba por los pasillos del técnico, no pudo evitar notar algo que confirmaba sus peores miedos: Lute estaba hablando con Emily, la chica del salón, la misma de la que había oído hablar durante su aniversario. Habían estado juntas en varios momentos, a veces riendo, otras veces caminando cerca la una de la otra. Era evidente que Emily era "esa persona" de la que Lute hablaba, y aunque Lute le había prometido a Vaggie que dejaría de hablarle, eso no parecía estar ocurriendo.

Vaggie no supo cómo reaccionar. Las palabras de Lute resonaban en su cabeza: "Voy a dejar de hablarle. Voy a luchar por ti." Pero lo que veía era completamente diferente.

Sus amigas comenzaron a notar que algo estaba mal. En los recreos, Vaggie parecía distraída, y cuando intentaban hablarle sobre su relación, ella simplemente cambiaba de tema. Sin embargo, un día, una de sus amigas más cercanas, no pudo contenerse más.

—Vaggie, tienes que hablar con nosotras— le dijo con tono serio. —Hemos notado lo que está pasando entre tú y Lute. No te está haciendo bien.—

Vaggie se encogió de hombros, tratando de restarle importancia. —Todo está bien. Solo estamos pasando por un mal momento, eso es todo.—

Su amiga la miró con preocupación. —No parece que esté todo bien. La hemos visto con Emily. Creemos que sabemos lo que está pasando, y no queremos que sigas sufriendo.—

Las palabras de su amiga resonaron en su cabeza, pero Vaggie no quería escucharlas. No quería enfrentar la verdad. —Lute me dijo que me quiere, que va a luchar por mí— murmuró, más para convencerse a sí misma que a su amiga.

—Pero sus acciones no lo demuestran— insistió, con un tono lleno de preocupación. —No puedes seguir aferrándote a lo que ella dice si no está cumpliendo sus promesas. Te mereces algo mejor.—

Vaggie bajó la cabeza, sintiéndose abrumada. Sabía que su amiga tenía razón, pero no podía imaginarse la vida sin Lute. No quería perderla. Estaba tan aferrada a esa relación que la idea de soltarla le aterraba.

—No quiero hablar de esto— dijo finalmente, su voz quebrándose un poco. —Solo... déjenme manejarlo a mi manera.—

Lucía la miró con tristeza, sabiendo que Vaggie estaba eligiendo ignorar la realidad. —Solo queremos que estés bien— dijo suavemente. —Pero no puedes seguir lastimándote así, eso solo les afecta a las dos, especialmente a tí.—

Los días siguientes, Vaggie trató de ocultar cómo se sentía, tanto a sus amigas como a ella misma. Sonreía cuando estaba con ellas, pero cuando estaba sola, el dolor era imposible de ignorar. Cada vez que pensaba en Lute y en su promesa de luchar por su relación, no podía evitar recordar las imágenes de ella y Emily juntas. Era un golpe tras otro, y aunque Vaggie intentaba convencerse de que todo mejoraría, sabía en el fondo que las cosas no cambiarían.

Su actitud comenzó a cambiar, aunque ella intentaba no demostrarlo. En clase, se mostraba distraída, su rendimiento académico empezó a bajar, y sus interacciones con sus amigas eran cada vez más limitadas. Se sentía agotada emocionalmente, pero seguía sonriendo, pretendiendo que todo estaba bien. No quería que nadie se diera cuenta de lo rota que estaba por dentro.

Lute, por otro lado, no parecía notar el cambio en Vaggie. Seguía siendo inconsistente, alternando entre momentos de cariño y largos períodos de indiferencia. Vaggie se aferraba desesperadamente a los pequeños momentos en los que Lute era cariñosa, esos pocos gestos de afecto que le hacían olvidar, aunque fuera temporalmente, el dolor que sentía.

Pero esos momentos eran cada vez más escasos, y Vaggie lo sabía. Aun así, no podía dejar ir. Cada vez que Lute le decía que la quería, que estaba haciendo todo lo posible para estar con ella, Vaggie sentía una chispa de esperanza. Esa chispa era lo único que la mantenía en pie, aunque sabía que, en realidad, se estaba consumiendo lentamente.

Su madre, Carmilla, también notó el cambio en su hija. Aunque Vaggie intentaba ocultarlo, las largas noches de insomnio y los días de tristeza se hacían evidentes. Carmilla intentaba hablar con ella, pero Vaggie evitaba el tema, temiendo que admitir lo que estaba pasando haría todo más real.

—Vaggie, cariño, te he notado muy callada últimamente— le dijo un día su madre, mientras se sentaban a cenar. —Si necesitas hablar de algo, estoy aquí.—

Vaggie forzó una sonrisa, sabiendo que su madre solo intentaba ayudar. —Estoy bien, mamá. Solo he estado un poco cansada, nada más, han dejado muchos proyectos.—

Carmilla la miró con una mezcla de preocupación y tristeza, pero no insistió. Sabía que, en algún momento, su hija tendría que enfrentarse a lo que estaba ocurriendo.

Mientras tanto, Vaggie seguía aferrada a Lute, a pesar del dolor. No quería ver la realidad, no quería aceptar que, por mucho que Lute dijera que la quería, sus acciones no lo demostraban. Estaba atrapada en una relación que solo le traía más tristeza, pero el miedo a perder a Lute era más fuerte que cualquier deseo de salir de ese ciclo.

Y así, día tras día, Vaggie continuaba fingiendo que todo estaba bien, aunque por dentro sentía que se desmoronaba lentamente.

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𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐘 𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora