LLAMAS INFERNALES VS ONE FOR ALL.

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La luz suave de la luna se filtraba a través de las ventanas, proyectando sombras sobre la mesa de madera donde Izuku y Rumi estaban sentados. Afuera, la noche era tranquila, interrumpida solo por el sonido lejano del viento.

Izuku, con la cabeza baja y los dedos jugueteando con el borde de la mesa, acababa de mencionar el nombre del poder que aún intentaba comprender: Látigo Negro.

Rumi, quien parecía haberse desconectado por completo de la conversación durante unos segundos, alzó una ceja y se inclinó hacia adelante, su expresión un cruce entre confusión y entretenimiento.

—¿El Lati-qué? —preguntó con un tono de incredulidad.

Izuku levantó la vista y repitió, algo nervioso, como si supiera que no iba a ser tomado completamente en serio.

—Látigo Negro. Es uno de los nuevos poderes que tengo desde... bueno, ya sabes, desde lo de One For All.

—¿Látigo? —repitió Rumi.

—Sí, un látigo. Pero es más que eso, ¡es una técnica muy compleja! —Izuku se inclinó hacia adelante, con una chispa de emoción en sus ojos—. Verás, lo que pasa con el Látigo Negro es que no es solo una extensión de mi cuerpo, sino que está vinculado directamente a mi energía interna. Creo que su potencia está ligada a mi estado emocional... como si el poder respondiera a lo que estoy sintiendo en ese momento. Cuando lo uso, no solo lanzo energía, sino que también... siento una especie de conexión con lo que me rodea. Como si pudiera agarrar y manipular el mundo a mi alrededor.

Rumi alzó una ceja, ahora prestando un poco más de atención. Al parecer, las palabras «manipular el mundo» captaron su interés.

—¿Así que un látigo emocional? —comentó, con un tono burlón—. No suena muy heroico que digamos. ¿Qué vas a hacer, llorarles a los villanos mientras los azotas?

Izuku parpadeó ante la broma, completamente desconcertado por la forma en que Rumi había tergiversado su explicación.

—¡N-No! —exclamó, ruborizándose ligeramente—. No se trata de llorar... Es más como... como... bueno, como una extensión de mi voluntad. Si estoy decidido, el látigo es más fuerte. Si estoy en calma, es más flexible y preciso.

Rumi soltó una carcajada, inclinándose hacia adelante y golpeando su muslo.

—¡Jaja! Entonces depende de si estás decidido o no. Lo que me estás diciendo es que tu látigo tiene mal humor... Genial, un poder con estado de ánimo propio.

Izuku soltó un leve suspiro y cruzó los brazos sobre la mesa, apoyando la barbilla en una mano mientras lo observaba.

Rumi tenía que admitirlo, fue un poco brusca por lo cual pudo controlarse algo.

—Vale, vale. Así que tienes un látigo negro que... ¿qué hace exactamente? Fuera de lo del tema emocional —dijo, su tono mezclando el desinterés con la diversión—. Porque hasta ahora solo suena como algo sacado de una película de superhéroes mala.

Izuku se rascó la nuca, buscando cómo explicar algo que ni siquiera él entendía del todo.

—Bueno... —comenzó, vacilante—, la verdad es que no estoy completamente seguro. La única vez que lo usé fue cuando estaba en peligro, y apareció por instinto. Es como si fuera una extensión de mí mismo, como... como un lazo hecho de pura energía que sale de mi cuerpo. Pero no he podido activarlo a voluntad desde entonces, y eso me tiene un poco confundido.

Rumi lo miró con los ojos entrecerrados, como si estuviera tratando de procesar sus palabras.

—Así que tienes este poder nuevo, pero ni siquiera puedes controlarlo bien. Suena bastante inútil por ahora, ¿no? —comentó con una sonrisa traviesa, claramente buscando picar un poco a Izuku.

Decay:KING OF VILLAINSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora