¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
↳ 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐍𝐈𝐍𝐄 - 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐋𝐋 𝐓𝐎𝐖𝐄𝐑
ᴠᴀʟᴇɴᴛɪɴᴇᴍᴀʟʟᴏʀʏ sɪɢʜᴛ
𝐂𝐑𝐄𝐎 𝐐𝐔𝐄 había sido la única que había notado el disparo, ya que yo era la más atrasado y la más cercana a la pista. Por lo tanto, decidí cerrar mi boca y seguir adelante. Aunque, el hecho de saber que quizás ese disparo fue contra John B, me ponía los pelos de punta.
Estaba nerviosa. Mi respiración era acelerada, mi mirada estaba perdida, mis dedos jugaban torpemente con mis anillos y mordía mis labios impaciente. Probablemente, soy de las personas más obvias que existen.
—Val, llevas así mucho tiempo —la voz preocupada de JJ me sacó de mi trance—. ¿Qué te pasó?
—Nada.
—Cariño —tomó mi cara entre sus manos—. Me estás poniendo nervioso.
Debía decirles. Tenía que hacerlo, pero no quería que se asusten en vano. ¿Qué tal si John no había recibido el disparo y estaba bien? O, tal vez, el disparo ni siquiera iba para él. Hasta no saber nada de él o verlo, eso es algo no sabría.
—Oí... oí un disparo —sentí las miradas de Kie y Pope sobre mi—. No sé si... no sé si era para John. No lo sé. Tan solo lo escuché y venía de la pista.
—No me jodas —JJ se separó de mí y tomó su cabello entre sus manos—. ¿Qué sabemos de él?
—Absolutamente nada.
Nuestro ojos volvieron a juntarse, esta vez muy abiertos, al escuchar un avión pasar sobre nosotros. No aguantamos la intriga y salimos de la clase de garaje en la que estábamos.
—Ahí va el oro —dijo JJ con rabia, mirando al avión alejarse cada vez más—. ¡Mierda! —pateo una pequeña silla de madera a su costado.
—¡Carajo! —el grito de Pope nos sorprendió a los tres. Revoleo algo contra una de las paredes y nos tomó por sorpresa.
Agarró un bate de baseball y comenzó a golpear todo lo que estaba a su alcance, rompiéndolo. Nosotros no hacíamos nada, tan solo lo mirábamos con extrañeza. Esta no era una actitud normal en Pope.
Cuando su último... golpe, fue hecho, termino revoleando un cesto de basura de metal. Luego de eso, se sentó en un sillón, casi al borde de las lágrimas.
